¿Y ahora qué? (Valerie)

Un día como otro cualquiera, recordando clases de ballet que nunca se habían visto en el "nuevo mundo" recordando música clásica que la profesora les mandaba a bailar. Valerie había abandonado las clases de un modo fugaz, pero siempre recordaba la música. Además, al ir a casa podía escuchar el ruido de unos saxos y voces rotas de mujeres de color, cantando al swing o al jazz, ¿al blues? Daba igual, siempre le había gustado aquel recuerdo por la sensación que le provocaba. Pero su madre llegaba enseguida por lo que no podía disfrutar demasiado de ello.
Ella no sabía porqué diantres había recordado eso, pero en su rostro se mantuvo aquella seriedad implacable, sin mostrar nada, sus ojos oscuros se mantenían inexpresivos como los de un muñeco.
Y sus pasos eran tan desganados como los del antiguo Homer Simpson. Se encogió de hombros mientras alejaba aquel recuerdo de su mente, adentrándose en una zona descuidada de La Organización, probablemente se habría utilizado al principio de los tiempos y había pasado al olvido como la antigua vida que todos tuvieron en su día.

Sacó un cigarrillo que se había fabricado antes en la soledad y el silencio de su habitación, encendiéndolo con una cerilla que había sacado previamente de una pequeña cajita que llevaba en el bolsillo. Se subió las gafas descubriendo su oscuro mirar y colocándoselas en el pelo, obviando la presencia de aquella persona que también se hallaba en la sala, por el único hecho de que no se había percatado de la misma.

No sabía a ciencia cierta si era de día o de noche, pero la habitación pese a ser sucia era bastante iluminada, de algún modo compensaba su olvido, aunque se podía observar más la suciedad que ésta almacenaba, al menos podrías no comerte los muebles tratando de encontrar alguna silla o mesa en la que sentarse y que se pudiese limpiar sin esmerarse mucho.
Entre pequeñas divagaciones de Valerie, ésta pasó apenas el puño de su chaqueta por una mesa que estaba casi en la esquina, bajo a unas minúsculas ventanas que parecían más propias de un zulo.
Resopló con algo de pesadez, echando una calada al cigarrillo, para expulsar el humo con lentitud por la boca, como si liberándolo de entre sus labios, terminase de catar algún sabor.

En este último hecho, colocó el cigarrillo en sus dedos al percatarse de que había alguien más en la habitación, una elegante mujer con una larga cabellera rubia parecía mirarla desde donde se hallaba, un tanto "impresionada" por cómo irrumpió Valerie en un lugar que parecía desconocido y bastante familiar para la desconocida que se hallaba en la habitación.

- Oh, perdona... No sabía que hubiera nadie aquí.

Comentó Valerie con un tono bastante neutral, apático e indiferente, como usos y costumbres, dando otra calada a aquel cigarrillo que se iba consumiendo entre sus dedos, presagiando su final.

- ¿Quieres?

Fue lo único que le preguntó, ni nombres, ni identidades, ni edades, ni funciones, nada, simplemente una invitación a un placer venenoso y casi extinto; el tabaco.
Extendiendo el brazo con el cigarrillo entre sus dedos, mostrándoselo a modo de permiso para darle una calada, sin más. Expulsando el humo de la última que Valerie había dado y esperando a que aquella compañera de habitación reaccionase de algún modo.

Sin haber dejado de lado la invitación, Valerie decidió acomodarse sobre una de las mesas, las sillas eran asientos para personas normales, eran útiles que aborrecía, hasta en las propias pausas de las clases se había dedicado a sentarse en las mesas, eran mucho más cómodas y además estaban pegadas a la pared, lo que hacía que su cuerpo se mantuviese en un cómodo ángulo recto y a una altura superior que el resto de sus iguales de clase. Pues bien, esa manía no la había abandonado y había decidido continuar poniéndola en práctica ante lo que parecía ser sorpresa reflejada en el rostro de aquella que se dirigía a Valerie.

La observó cuando sonrió, su sonrisa no pasó desapercibida ni mucho menos, a Valerie le hubiese gustado sonreír, pero no tenía suficiente práctica, tampoco tenía motivos para practicar dicho acto a decir verdad.

- Ok. - Añadió finalmente antes de llevarse de nuevo el cigarrillo a los labios, tomándolo con delicadeza, inspirando una calada con lentitud, como si lo saborease.

- No habían, cierto... Pero, con la de componentes que tiene el tabaco, se puede hacer algo parecido. De todos modos, los peces gordos de las naves tienen sus privilegios y bueno... Yo, lo puedo conseguir por el mero hecho de tener tratos con ellos, además, fumo muy poco en comparación con ellos.

Comentó del tirón, reflexiva, pensando en aquel saco de tabaco que tenía en su habitación, era normal que pareciese que no se gastaba nunca por muchos cigarros que ésta hiciese, eso sí, no era muy diestra con las manualidades pero los cigarrillos por extraño que parezcan, le salían perfectos.

- No sabía que hubiese más gente que conociese este lugar... - Comentó tratando de continuar la conversación con el mismo tono neutral, mientras las definidas facciones de su rostro se tornaban tensas por el mero hecho de que ella era un foco de tensión casi carente de emociones desde hace años. Debido a ésto se podría decir que,. exceptuando a Mikhail con quien las palabras le salían como el humo del tabaco por la nariz, había perdido la práctica a la hora de conversar.