Evento (Lucha humanos y mutantes): Identificando el territorio (Libre)

No había pensado muy bien en las consecuencias de sus actos. Sólo sabía que, desde hacía algún tiempo, los humanos habían creado su nueva ciudad, un lugar seguro desde donde acabar con la gente como ella. Suspiró con rabia, a pesar de que esa rabia iba más bien dirigida hacia ella misma que hacia los humanos. Sabía muy bien que las armas de éstos podían herir e incluso matar a algún mutante desprevenido y solo, pero esa no sería ella; al menos en lo que a desprevenida se trata. Se acercó aún más, tanteando el terreno; pues necesitaba asegurarse de que ningún otro mutante o humano con ganas de jugar anduviese por allí cerca y acabase con su plan tirado por los suelos.
Pero al parecer no había nadie a su alrededor además de aquellos guardias con aspecto de estar en otra parte; aunque la verdad es que April estaba casi demasiado cerca del muro; al menos más de lo que había visto a nadie. Por suerte para ella, los guardias solo fingían estar atentos, pues en el fondo eran humanos -entrenados o no-; y se distraían con facilidad. Qué fácil sería entrar si esa ciudad de hombres solo estuviese protegida por aquellos guardias; pero no. Además habían trampas, minas y quién sabe qué cosas allí cerca que acabarían hasta con el mutante mejor y más experimentado.
Pero había una razón para que estuviese siendo más impulsiva que de costumbre: debía intentar, al menos, recopilar la máxima información posible sobre su hermana. Aquella hermana a la cual había abandonado cuando tenía tan solo doce años...
Pensar en su hermana la despistó e hizo que resbalara, uno de los bordes de su camiseta se enganchó con una rama y la zarandeó ligeramente, provocando que uno de los guardias -que resultó estar atento- se girara en su dirección.
¿Qué iba a hacer ahora? No podía volver al bosque ahora que estaba tan cerca. Necesitaba saber qué se cocía allí, dentro de aquella nueva ciudad, para saber si su hermana estaba viva o no; si experimentaban con ella como había oído que hacían con algunos...
Oyó unos pasos acercándose. Estaba asustada. Estaba sola, ellos eran dos y encima iban armados.
-Mierda...
Un susurro apenas audible salió de su boca apretada (cuando apretaba los labios significaba que estaba insultando todo lo que se le pasaba por la cabeza silenciosamente) antes de que se decidiese a luchar. Se agazapó, preparada.
Definitivamente, no iba a esperar a la muerte así como así; y, si la capturaban, al menos entraría en la ciudad...

FdR: No pasa nada, todos tenemos días ocupados y roles cortitos xD

April se quedó de piedra al ver la -corta pero intensa- lucha que había surgido justo delante de sus narices. El joven que la había defendido de los guardias lo miraba como si estuviese a punto de echarle la bronca; por lo que April se enfadó un poco:
-¿Y bien, qué? ¡Podía hacerme cargo de ellos yo sola! No necesitaba tu ayuda, que te enteres.
Se levantó y se cruzó de brazos también. Sabía que tenía los ojos muy abiertos por la inesperada ayuda que no deseaba -o que jamás admitiría que necesitaba-, pero aún así observó al joven con el ceño fruncido.
-¿Sabes que se supone que los mutantes no debemos estar aquí y que esos guardias a los que has noqueado se levantarán de un momento a otro?-la voz parecía venir de fábrica con un tono de superioridad e incluso de mofa.-Venga, vamos. Ahora que has montado semejante escándalo, vendrán más. Vamos al bosque.
Lo asió por el brazo instándole a seguirla al interior del bosque, y se estremeció al notar la esencia que lo rodeaba. Vaya, ese chico odiaba a los humanos como pocos....
-¿Eres de la Secta Anti-Humanos?-preguntó con el ceño fruncido y una sonrisa divertida.- Y si lo eres... ¿qué haces aquí?
Su sonrisa se ensanchaba por momentos. Vaya, últimamente estaba conociendo a gente la mar de interesante....

FDR: Todos estamos igual, tranquilo (:

April se quedó boquiabierta al oírle decir que estaba asustada.

-No tenía cara de espanto.

Pero su enrojecimiento cuando le tocó la traicionó; la había enfadado mucho al acercarse tanto.

-¡No me toques! ¿Pero quién te crees que eres? No eres mi salvador, ni mucho menos, por tu culpa me buscarán y no me dejarán en paz...-se lamentó haciendo un puchero nuevamente, que le confería una aire infantil.

Lo vio alejarse y apoyarse contra un árbol. Parecía sumido en sus propios pensamientos, casi... preocupado. April lo miró largamente y se acercó con cuidado, pretendía ayudarle o preguntarle si podía hacer algo por él.

Estaba intentando mantener su temperamento a raya cuando aquél ... chico -por no decir nada peor- la imitó. Tuvo que hacer uso de todo su autocontrol para evitar gritarle en medio del bosque, pero le estaba costando la vida...

-Más bien tengo... respeto-había dudado y enrojecido a causa del piropo, un fallo esgarrafa por su partel- por sus armas, no son tan incapaces si pueden freírnos con una de ellas; no es nada raro respetarlos... ¿no?

Susurró la última sílaba, e imploró a cualquier ser superior que hubiese que él no la hubiese oído.

-No me llames pequeña, abuelo.

Lo estudió mejor, y por lo que podía apreciar a primera vista, el joven no tenía nada de viejo, es más, era guapo, pero aun así la había cabreado, así que April decidió que moriría antes de dejar notar lo que pensaba -aunque ya lo había hecho sin darse cuenta-...

-Pues para no responderme, te faltaba sacarme un carnet o algo de que eres partidario de... Ragnarök-murmuró sarcásticamente entre dientes, aunque le hacía gracia que se lo hubiese dicho sin tapujos.

Qué lastima que volvió a enfadarla cuando le tocó el pelo.

-Pero... ¿qué manía tienes de tocarme? ¿Sabes lo que es una distancia de seguridad? ¿No? Pues es esta distancia-puso sus manos en su torso con la intención de empujarle-, la que te protegerá de una patada...-miró su entrepierna dos segundos con los ojos entrecerrados- peligrosa para tus bienes más preciados.

Su insinuación sobre un futuro ataque la desconcentró de su objetivo -destrozar sus "partes nobles"-, pero aun así escuchó atentamente lo que proponía el joven.

-Pero no es el momento adecuado...-opinó desviando la mirada a la ciudad- Algún día, puede ser, cuando falle algo... o alguien, pero no hoy. Además -su vista se clavó en él de nuevo con ganas de asesinarle-, por TU culpa estarán más alertas, gracias-otra vez la ironía tiñó sus palabras-.

Casi rió al oír la expresión que el joven había usado para describir a aquella sociedad de la que poco más que su existencia -e incluso eso era contradictorio- se sabía.

-No, soy amiga de mí misma, y gracias a ti, de nuevo; estoy en un pequeñísimo aprieto.

Se acercó a él, sin desviar su mirada asesina de sus ojos, y murmuró mordazmente:

-Así que gracias por tercera vez por nada, Salvador Engreído.

Miré al mutante ofendida en lo más hondo de mi ser al escuchar sus insultos, porque lo eran... Y lo peor, es que tenía razón. Iba a pedirle perdón, pero entonces me llamó enana y me retó a luchar contra él, echándome en cara lo poco que le importaba mi amenaza.
-Capullo -mascullé entre dientes-, tengo más de veinte años, para que te enteres.
Estaba susurrando, no quería que ese tío me volviese echar la bronca por gritar. A ver a quién no le daban ganas de gritarle a aquel... arg. No valía la pena ni buscar insultos, todos eran válidos.
Pero no era estúpida, así que dejé de susurrar y cerré el pico antes de que se volviera a enfadar, era poderoso y eso se veía de lejos. Mejor callar. Al menos, un rato.

Y el rato acabó cuando me calificó como “pesada” y, en pocas palabras, “débil”.
Permanecí callada, solo porque él tenía razón; estaba armando mucho jaleo y era mejor dejar de hacerlo.
Y entonces, oí los ruidos de pasos.
Al parecer, él también los oyó, porque volvió a regañarme como a una niña -yo suspiré cansadamente, ya era un poco tarde para pedir perdón, al parecer me había ganado un enemigo- entre susurros y me tapó la boca. Genial, ya era oficialmente una niña de cinco años. Gu-gu-ga-ga y ese rollo.
Me arrastró -aunque la verdad es que yo no opuse resistencia-hasta detrás de unos matorrales, pero no hubo suerte y los humanos nos pillaron.

Imité a mi nuevo enemigo mutante y alcé los brazos en alto girándome hacia los humanos. Vi la expresión que puso el mutante y fruncí el ceño apenas dos segundos. ¿Se conocían? Vaya, no podía tocarme otro mutante tan buena como Ivayne... ¿Por qué tenía esta mala suerte? ¿Quién me mandaba a meterme en el bosque ese maldito día? ¡Joder!

Desvié la mirada de nuevo hacia los humanos y aguanté las ganas de reír y bajar los brazos que tuve al oír el comentario del mutante. Me levanté del suelo al mismo tiempo que él y los encaré, aunque seguramente pensarían lo mismo que todo el mundo -y en especial ese mutante irritante- sobre mí: “Una cría”...
Qué asco de gente.

Me quedé de pie, esperando pacientemente a ver qué ocurría. No quería perder los estribos como antes, y mucho menos tener que soportar una charlita del tío que estaba junto a mí. Antes muerta.

Los guardias habían mandado un llamado general para avisar de algunos ruidos extraños en el perímetro, querían que nos mantuviéramos atentos pero tranquilos ya que ellos se ocuparían de aquellos eventos. “Tranquilidad” era la peor palabra en la cual pudiéramos confiar en este momento, sabía parte de las intensiones de los mutantes y no iba a espera un ataque a la ciudad, menos tras todo el esfuerzo que le habíamos metido a la inauguración, su construcción, la ruptura de cabeza para la organización interna y ahora era el turno de que se probara la protección, se me hacía demasiado pronto pero así era esto.

No perdí el tiempo en esperar, mucho menos cuando el contacto con los guardias de una de las partes de la muralla se había perdido, hice algunos avisos y llamadas y me apresure a cargar el par de pistolas que estaban bajo mi poder. El número de mutantes que nos atacaba era impreciso, a decir verdad exageré las cosas antes de tiempo pero algo en mi interior decía que no era exageración, que tenía que apresurar todo y que bueno que lo había hecho.

Estando en camino a la guardia de los del primer llamado, llego el pedido de Dylan, confirmando todos los hechos, apresure a mis acompañantes todos expertos y todos dispuestos a obtener la protección de Nova Coepit . No nos íbamos a andar con niñerías de ningún tipo, rodeamos a lo largo de las dos figuras que Dylan tenía bajo amenaza, éramos ya 6 personas sin contar la protección desde lo alto de la muralla. Justo llegamos al momento de su discurso tan motivador sobre las bajas de las filas de Ragnarök.

Fije gran parte de mi atención en los dos mutantes, no era necesario preguntar quién era el sustituto de Lilith, casi con el mismo mohín de Dylan se les amenazo, no podíamos confiar en ellos para nada, y mucho menos dejarlos ir, habían dado muestra clara de sus intensiones .
- A tus ordenes Dylan – Solté para hacer notar nuestra presencia y sobre todo para que los mutantes no se les ocurriera nada con sus poderes.

Tras todo este tiempo ambas razas habían mejorado, y vaya que lo sabía yo, aunque había muchas incógnitas sin resolver, este acercamiento por parte del nuevo líder me dejaba intrigada, ¿acaso pensaría que Lilith estaba oculta en la ciudad? Salto a mí como bruma la pregunta ¿Y si estaba más cerca de lo que imaginaba?

Mierda.
April sonrió al ver llegar a los otros humanos. ¡Sí! ¡Hoy era su día de buena suerte, sin duda...

Movió un poco los brazos, que se le estaban durmiendo, y puso en funcionamiento todos los engranajes de su cerebro.
Por lo que había dicho el humano (¿Dylan? daba igual), su acompañante era muy importante para Ragnarök, y por lo tanto debía ser más que poderoso. Genial, y ahora el problema radicaba en ella. Ella era, con diferencia, la más débil.
O, bueno, al menos esperaba que los demás contasen con ello.

Bien, cerebro, tú y yo tenemos que salvarnos, así que ya puedes ir pensando algo...

Oía los comentarios que el mutante hacía a los humanos y se sorprendió al ver la mirada que le dirigió a una rubia despampanante que apareció con los nuevos humanos. Aun así, mejor cerrar el pico.
Otra vez.

Concéntrate. Recuerda lo que dijo Robert...

April cerró los ojos y respiró ligeramente. Seguramente, de lejos parecería que estaba o rezando o bien haciendo su testamento mentalmente, y bueno, en esa situación casi que también podría hacerlo.

Se concentró aún más, buscando "ese lugar" dentro de sí misma donde estaba su poder, el control sobre el aire... Intentó aumentar su adrenalina sucumbiendo al miedo de que la atrapasen de nuevo y experimentasen con ella.
"Abre tu mente", le dijo una vez Aynala. Bien, pues ese era un buen momento para abrirla.

Escuchó el susurro de su compañero y, sin abrir los ojos, murmuró apenas audiblemente:
-Puedo hacer un escudo de aire -se detuvo dos segundos, estaba ya notando el cosquilleo en las manos, su poder aumentaba por momentos-, pero durará apenas seis o siete minutos...

April abrió los ojos, con una sonrisa malvada.
Ya había encontrado "el lugar", y por suerte para ella, había estado practicando lo suficiente como para no crear un torbellino descontrolado y quedar inconsciente por la magnitud de su poder.
Sin mirar al mutante, susurró de nuevo:
-Puedo golpearles a todos con una ráfaga de aire -se detuvo, no quería que le leyesen los labios, por lo que apenas los abría; hablaba con rapidez y fluideza-, pero se levantarían enseguida -otra pausa-. Si tú les atacas y les distraes, yo puedo defendernos y podremos huir -sonrió sin desviar la mirada de los humanos-; otro día volveremos y les patearemos el culo...

Sí, era curioso cómo el miedo nos hace decir y hacer cosas que no sabíamos que pudiésemos.
Muy curioso.