Making memories of us || Frederick

-¿Quién eres y que haces aquí?- Fueron las palabras que la muchacha pronuncio después, de haberse acercado sigilosamente hasta aquel hombre. Grace se encontraba de camino a una de los sitios en que generalmente Eirene se reunía, cuando lo divisó, caminando oculto entre las distintas hierbas que por el lugar crecían, se veía que era bastante cuidadoso, como si supiera lo que hacía en el lugar, pero la rubia no distinguía de quien se trataba, no recordaba haberlo visto alguna vez en las reuniones anteriores. Aunque claro, ella no lograba asistir a todos con la regularidad que deseara, pues James, a pesar de que también formaba parte del mismo grupo, era un cuanto reacio a que esta última participara de ellos.

Grace se encontraba detrás de aquel hombre, que le sacaba varios centímetros de ventaja, pero aquello no fue algo que ocasionara miedo en la rubia, con todo lo que había visto durante los últimos doce años, miedo no era algo que sentía de buenas a primeras, mucho menos con un humano. Era por esto último que había actuado de la manera en que ahora lo hacía. Su mano derecha se encontraba en la espalda del chico, simulando con su dedo un ‘arma’, algo que claramente la chica jamás portó en su vida, pues era en extremo pacifista, lo que perduro incluso después de su perdida de memoria, mientras la izquierda rodeaba el cuello del mismo.

No le gustaba lo que hacía, pero debía, se encontraban en las cercanías del sector en el que su bando solía reunirse, cualquier intruso debía ser detenido, pues al contrario que las otras organizaciones, Eirene, era la, a los ojos de los demás, peor vista. Humanos y mutantes, no comprendían el porque algunos de ellos querían convivir junto a los otros. Convivir, era lo que ella buscaba. -Contéstame. No te haré daño- Su voz esta vez sonó de manera mas suave, no quería parecer alguien hostil, pero ella sabía que con los de su especie, se debía tener especial cuidado.

¿Quién eres y que haces aquí? Aquellas fueron las palabras que la mujer pronunció antes de tomarle del cuello con una mano y posar la otra como especie de arma en la mitad de su espalda. Frederick contuvo el aliento durante un par de segundos antes de, con la voz más pacifica que pudo poner ante una situación como esa, hablar. -Dime una cosa, si no piensas hacerme daño ¿Qué es lo que pretendes intentando reducirme de ésta forma?- su pregunta no era retorica, claro que no, esperaba una respuesta clara, nadie que alardeara de no hacer daño a otra persona se habría comportado de esa manera.

Hacía tan solo un par de semanas que se había unido a Eirene y solo había asistido anteriormente a una sola reunión del bando. Le había gustado, si, creía que tenían la capacidad de hacer grandes cosas juntos y con el tiempo, quizás, poder darle al mundo la noticia y certeza que la coexistencia entre ambos, los llamados ‘mutantes’ y humanos, era posible en todos los sentidos. Aquel día decidió ir al lugar de encuentro, por primera vez, solo sin el tipo que le había contactado en primera instancia, el que le había enseñado qué eran, que hacían y cómo funcionaban las cosas ahí. Se aventuró, sin pensar en las consecuencias, como siempre, pero; sin embargo, llevaba su pistola consigo, la que le había regalado su padre hace siete años atrás, una vez hubo cumplido la mayoría de edad internacional. Iba caminando en silencio, sigiloso y con extremo cuidado hasta que, claramente la mujer que ahora intentaba desarmarle había aparecido de la nada, haciéndole pensar que al parecer, su versión de cuidado y sigilo no eran del todo buenas. Tendría que perfeccionar su técnica para la próxima.

-¿Podrías soltarme ya?- le pidió con algo de fastidio. Odiaba que le tocasen ¿Quién se creía que era para tomarle así como si fuese un ser humano común y corriente? Sacudió un poco la cabeza cuando el Fred de antaño quiso salir a la luz con aquellos pensamientos altaneros y suspiró pesadamente. -No es necesaria la fuerza, podemos aclarar las cosas de forma evolucionada- si bien traía su arma y reducir a la mujer sería más fácil que quitarle un dulce a un pequeño bebé, no iba a hacerlo. Lo suyo no era la violencia, claro estaba. Pero ella le había atacado primero, podría defenderse; sin embargo, no lo hizo, esperando a que la chica lo soltara por las buenas… o claramente tendría que hacerlo por las malas.

Grace continuo detrás de aquel hombre aún debatiéndose entre el hecho de soltarlo o seguir con aquella manera en que le había reducido, claramente con la que no conseguiría nada, pues ni arma alguna tenía para siquiera herirlo, y tampoco era lo que quería. Su agarre no aflojo ante sus palabras, por mas razón que estas tuvieran, algo le hizo desconfiar y no se le podía culpar. -He visto tu arma, se que traes una contigo- Confesó demasiado temprano quizás para lo que debía, pero ¿Qué podía hacer? No era buena en este tipo de situaciones, las veces que se había visto de cara al algún intruso, era James quien se encargaba de ello. -En este lugar no son bienvenidas las armas- Sentenció.

Nada, no pretendía nada, no contra el claramente. Pero debía hacerlo, si significaba que se trataba de alguien externo a aquel grupo, no podía evitar tener la preocupación de que se trataba de un humano mas que quizás podría dañarlos. Y aunque pocas veces era ella quien actuaba en defensa para los demás, no iba a dejar de intentarlo por eso. Hace bastantes horas que había salido del que ahora fuera su hogar, alejándose por un momento de los demás que eran como ella para tener algo de paz, le cansaba el hecho de tener que escuchar siempre lo mismo, de tener que ver a los ojos a los demás, que conocían perfectamente su situación, compadeciéndose algunos e incluso, otros le envidiaban por aquello, no recordar lo que sucedió anterior al apocalipsis. Ellos si pensaban que eran un buen don. Suspiró y posó toda su atención sobre el castaño que tenía delante de ella.

-Si me aseguras no utilizar tu arma- Concluyo luego de algunos minutos de silencio en que la situación aquella se hacía mas y mas insostenible. Pero aún así los años le habían enseñado que debía ser un tanto desconfiada, si, sabiendo que algunos mutantes incluso le dieron la espalda cuando ella no tenía idea de las cosas que sucedía y pasaban a su alrededor, y mucho menos dentro de su cabeza hubieron muchos a los que aquello no les intereso. ¿Por qué tendría entonces que confiar en un humano? Uno que, había subido en aquellas naves y sido parte de los que abandonaron a la humanidad. Juzgar, no era lo que quería hacer. Aflojo lentamente la mano izquierda que estaba posada sobre el cuello del hombre. -Esta bien, hagamos esto de forma evolucionada- Expresó aun manteniendo su mano, en la espalda de este.

Y no había caso que le soltara, vaya mujer ¿Es que acaso no podía ceder un poco para que le demostrara que efectivamente ella tampoco tenía que temer al dejarle libre? -La tengo- asumió con tranquilidad, no sacaba nada con negar algo que era más que obvio, sobre todo si ella ya había viso que traía su arma consigo. -Pero es solo en caso de que desconocidos me ataquen- Como ahora pensó. La situación probablemente lo a meritaba pero curiosamente no tenía la más mínima intención de desenfundar su arma, no había venido con intenciones violentas hasta aquel lugar y podía deducir que la chica tampoco, al menos en primera instancia. Seguramente solo estaba defendiendo los intereses del bando al que, probablemente, ambos pertenecían. -Lo tengo claro, no soy un extraño- y con eso se refería a que pertenecía al grupo que usualmente se encontraba en ese lugar.

-Oh vamos ¿Crees que si mi intención fuese usarla, no lo habría hecho ya?- no pudo evitar soltar una risotada ante su ingenuidad. Con un simple movimiento Fred habría sido capaz de desarmarle a ella, sin siquiera tener necesidad de ocupar su arma para tales efectos así que supuso que aquel punto, ahora que había vociferado sus pensamientos, quedaría bastante más que claro. Sintió como la mano de la chica, aquella que tenía en su cuello, fue moviéndose poco a poco hasta desaparecer completamente de aquel lugar. El ojiazul aclaró su garganta de inmediato y llevó una de sus manos a su cuello para pasarlas por este, en un movimiento bastante distraído. -Gracias- musitó. -Ahora, ¿Podrías quitar la otra? Ya te dije que no te haré daño alguno- le recordó y esperó que la chica accionara para así poder voltear y mirarle a la cara de una buena vez, como había dicho antes, en un intercambio civilizado de opiniones y puntos de vista.

El hombre reconoció que llevaba una arma con él, algo que para Grace resultaba completamente innecesario, pues ella ya lo sabía, aquellas palabras solo confirmaban algo ya conocido. Mas, su tono de voz parecía lo bastante tranquilo, y poco a poco la desconfianza que se apoderó de ella por un momento comenzó a desvanecerse. Su mano izquierda estaba libre, flexionó un par de veces sus dedos, cerrando su mano en un puño y luego extendiéndolos, en toda la movilidad que el guante que llevaba puesto le permitía. -Para ti, yo soy una desconocida- Reflexiono ante sus palabras, y aunque realmente no le atacaba, esa era la impresión que daba. El chico se llevaría una sorpresa cuando viera que lo había amenazado con uno de sus dedos, arriesgada, solo Grace era capaz de tomar riesgos así. -¿Eirene?- Preguntó, bastante pasmada ante el hecho de que quizás estuvo defendiendo el grupo del cual era participe de nada menos que uno de sus miembros. Sin pensarlo dos veces, retiró su mano de la espalda del chico, si la conclusión a la que había llegado era cierta, no tenía porque mas hacerlo.

-Precaución ante todo, aquí, como he dicho, no somos amigos de las armas- Declaró nuevamente, arqueo una de sus cejas en cuanto a la risotada que dejo salir de sus labios, pero no hizo comentario alguno. No sabía el porque de ella, ni iba a intentar averiguarlo. Y tanto como debía tener cuidado con los extraños, también debía hacer lo mismo con los suyos. Las relaciones, de cualquier tipo, entre mutantes y humanos era totalmente mal vista, lo que hizo que la muchacha observara a su alrededor, cerciorándose de que no hubiera gente cerca, y por suerte así era, en ese lugar solo se encontraban ellos, aun así, lo mejor era ser precavidos. -Bien, si eres uno de ellos- no se incluyo entre ellos aún, no antes de confirmar ciertas cosas. -Debes saber que no es bueno que nos vean, juntos. Sígueme- Pidió, mientras sus pasos se dirigían hacia donde su presencia pasara totalmente desapercibida. Era lo mejor, andar con sigilo y cuidado, esconderse, mucho mas para ambos. Acción que Grace no tenía idea cuanto significaba para ellos, pero sin duda, lo sabría.

La maldita manía que tenía de rodar los ojos se hizo presente, los rodó, claro que ella no pudo verle puesto que aún se encontraba posicionada detrás de él. -Eso, creo que lo decidiré yo- no tardó en responder ante sus palabras. Aún no le veía, por ende, no podía decir si le conocía o no, quién sabe, quizás ella no tenía idea de quién era él pero él si de ella, después de todo había conocido a muchísimas personas el último tiempo de las cuales jamás olvidaba sus rostros debido a que poseía una buenísima memoria, quizás el caso de la chica era contrario, o definitivamente Fred había pasado completamente desapercibido en la última reunión –y única- a la que había asistido. -Una vez me sueltes y pueda verte- y claro que la iba a ver, iba a grabar su rostro en su memoria inmediatamente como futura referencia y probablemente hasta le tendría algo vigilada, de que no se acercara tanto a él, obviamente. Nadie se acercaba a Frederick de improviso, no, esa osadía no era permitida. -Eirene- dijo casi en un susurro a la vez que asentía con su cabeza de forma afirmativa en caso que sus palabras no hubiesen sido escuchadas.

-Lo tengo bastante claro, pero si estuvieras en mis zapatos, probablemente traerías contigo un arsenal completo- no todos poseían el conocimiento que él tenía y eso mismo era lo que ponía a Sarah de los nervios cuando desaparecía pues temía que le raptaran o algo para que cooperara con alguno de los bandos existentes. Sus padres y abuelo, por otra parte, temían que le hicieran algo por su apellido, pero él simplemente salía con la única arma que poseía porque o la llevaba consigo, o debía salir con la chaperona de turno que le pondría su familia. Por protección, habían dicho, más valía prevenir que lamentar y otra perdida para los Langkjær sería completamente devastadora. -¿Acaso tu no lo eres?- Curioso era que no se incluyera, hasta le hacía gracia la forma en que lo dijo. -Bien, andando entonces- se arregló un poco la camisa y pasó una mano por su cabello antes de seguirle ya que ahora tenía total movilidad de éstos. Aún no veía su rostro, solo podía ver su cabellera rubia mientras ella le indicaba el camino. Le siguió porque prácticamente no sabía dónde ir, aún era novato en eso. -No me vas a decir tu nombre, digo… para que ya no seamos más un par de extraños, después de todo estamos en esto juntos- enfatizó.

Apenas se dio la vuelta, luego de haber quitado ambas manos del agarre que le hubiera hecho al muchacho, comenzó a caminar en dirección contraria a la que se encontraban, estaban cerca del sitio de las reuniones, aun así, no se podían arriesgar a que los vieran juntos, un humano, una mutante. Semejante idiotez, si lo único que los separaba a ellos de los suyos es que estos no tenían don alguno, aunque claramente los científicos parecían haber olvidado que entre ellos se encontraban humanos con el mismo gen de los mutantes, pero inactivo. ¿Los cazarían también a ellos? No lo creía. Le dio la espalda mientras lo hacia, para de esa manera guiarlo por el lugar. -¿Miembro reciente?- Pregunto, luego de algunos minutos en que el silencio se apodero de su caminata, finalmente el había confirmado que pertenecía a uno de nosotros, al mismo bando que ella, por ende, la forma en que comenzó a dirigirse hacia el mismo, cambio, pero no del todo. -No pareces tan familiarizado con el lugar- Comento, como explicando el porque de su pregunta mientras esquivaba un par de piedras en su camino.

-Lo dudo, no poseo arma alguna- Sus hombros se elevaron medianamente, un gesto que pasaría totalmente desapercibido debajo de su larga cabellera rubia, la que se había acrecentado a través de los años. Alzo una de sus manos, donde se apreciaba aquel guante negro y sin dedos que siempre llevaba puestos, porque no, no pensaba quitárselos, y volver a atormentarse con los recuerdos de alguien más cuando ella ni siquiera podía recordar los suyos propios. -Te he reducido con esto- Una sonrisa traviesa se alojo en sus labios en cuanto movió deliberadamente sus dedos aun con su mano alzada, para que el muchacho pudiera verla. -Debo decir que lo lamento, pero, siendo uno de nosotros, creo que puedes comprenderlo- Esta vez se incluyo, no tenía porque tener ese tipo de precaución ahora que sabía que el también era uno de ellos, aunque claro, doble espías nunca faltaban. ¿Su nombre? Esa era una pregunta que no estaba del todo segura cual era su respuesta, sin embargo, deteniéndose por un momento, se giro nuevamente hacia el, apoyando uno de sus pies sobre una roca y con una leve sonrisa extendió la misma mano con la cual lo hubo reducido. -Grace-

Maravillado. Así se encontraba Frederick en ese momento con cada cosa que veía a su alrededor e incluso hasta con la leve y casi imperceptible brisa que acariciaba su rostro y hacía que su cabello se desordenara un poco, más de lo normal. El planeta había cambiado considerablemente desde que habían partido y no era para menos, todo lo que antes conocía se había destruido, la gente que quería había muerto, Alice había muerto con ellos, dejando un gran vacío que por mucho que en los últimos doce años intentó por todos los medios disipar, no lo había logrado. Su pequeña ayudaba bastante, pero se parecía tanto a ella que el vano era si quiera llegar a pensar en olvidarle, simplemente no podía hacerlo, por más que Sarah le suplicase que dejara el pasado atrás, que eran solo unos niños y que su verdadera –y única- familia eran ellas dos. Sintió una punzada en el pecho pero la ignoró mientras respiraba hondo y miraba cada cosa que había a su alrededor para quitar de su mente aquel recuerdo pues ese, claramente, no era el momento para desenterrarlo del lugar más recóndito de su mente. -Así es. Hasta hace poco prefería mantenerme al margen, ya sabes… no es muy bien visto- su mirada siguió examinando todo lo que aparecía ante ella; no había estado muchas veces en aquel lugar y era diferente a todo lo que había visto desde que había pisado la tierra otra vez. -… no suelo salir mucho de la nave- no era trabajólico. Era apasionado por su trabajo y eso era algo completamente distinto.

-Insisto en que es porque no estás en mis zapatos- nuevamente el comentario de ‘sino viajarías con un arsenal completo’ cruzó su mente pero en esa oportunidad no se materializó. Fred esquivó unas cuantas piedras, ramas y troncos caídos de árboles mientras continuaba siguiendo a la chica, ella conocía más el camino y extrañamente confiaba en que la rubia le llevaría a un lugar seguro y no a la mismísima cueva del lobo para que todo terminase en un juicio sinsentido, donde terminaría siendo acusado de traidor, culpable por fraternizar con la raza ‘inferior’, con la ‘escoria del apocalipsis’ como le llamaban algunos. Alzó su mirar hacia la mano de la chica y rodó los ojos antes de dejar que una leve risa escapara de sus labios. -No, no, no. No me redujiste- solo le había inmovilizado por un par de minutos como mucho y reducir era algo completamente distinto, al menos para él. -No hay problema, cualquiera hubiese hecho lo mismo- hasta él quizá le habría apuntado con su propia arma si la situación ocurriera al revés. La chica se detuvo y Frederick hizo lo posible por no chocar con ella pues la acción le pilló de sorpresa. Grace le oyó decir antes de que sus ojos se encontraran con los suyos y un montón de recuerdos de hacía ya más de doce años se vinieran a su mente. -Frederick…- susurró luego de aclararse la garganta y tomando su mano con la suya, para estrecharla suavemente, mirándole fijo a los ojos y por un momento, perdiéndose en ellos.

Ya estaban cerca de llegar hacia uno de los lugares de encuentro de Eirene, algo que la muchacha supuso que el sabría, pero en cuanto le comento el hecho de que se trataba de un miembro reciente, la chica descarto aquella idea y aminoro su marcha, no era que pensara que el no podría seguirle el ritmo, mas bien lo contrario. Era obvio que este era capaz de alcanzar e incluso sacarle ventaja, pero la chica lo hacia por el hecho de que, si era una de sus primeras veces en el lugar, debía de disfrutarlo. Lo había comprendido la primera vez que lo vio, aunque claramente su situación era totalmente distinta, pues para ella, todo era nuevo y no existía comparación alguna que pudiera hacer, aun sabiendo lo que había sucedido hace ya mas de diez años atrás. Grace lo observo sobre su hombro, mientras el viento jugueteaba con su cabello y sonrió. -Lindo. ¿No?- Comento mientras aun caminaba, claramente refiriéndose al paisaje en el que se iban abriendo paso. -Sea cual sea el bando al que pertenezca, lo verán mal- Dijo con algo de fastidio, porque si bien, entre ellos podían entablar una conversación mas pacifica debido a que ambos eran miembros del mismo bando, cualquiera que los viera, aun seguiría pensando que era algo que no debía ocurrir. -Quizás ya es hora de que comiences a salir mas a menudo, no hay nada mejor que esto- La chica se detuvo y alzo sus brazos, para demostrarle de lo que estaba hablando y fue allí cuando espero pacientemente con una de sus manos extendida hacia él.

Su rostro se deslizo de un lado a otro, cerro sus ojos, negando con la cabeza. Era terca como ninguna, y cuando decía una cosa, era porque realmente así lo veía ella. Había cosas que no cambiarían por más que hubiera perdido la memoria. -No soy persona de armas, no a la violencia- La rubia tenia aquella convicción de que no había nada que una buena conversación no pudiera solucionar, cuando eso no ocurría, para ella era porque ninguna de las dos partes lo intentaba en verdad. No pudo evitar que de sus labios saliera una risa, para nada burlona. -Vale, podemos mantenerlo en secreto- Sonrió y le guiño un ojo, ante la negativa de lo que la chica hiciera con el hace unos cuantos minutos. Parece que el que ella se hubiera detenido le tomo totalmente de sorpresa, cerro los ojos por uno par de minutos ante la espera y en cuanto sintió la cálida mano del chico sobre la propia, junto con oír su nombre, la rubia los abrió justo en el momento en que sus miradas se cruzaran. Parpadeó un par de veces ante la mirada de Frederick, pues ese era su nombre, sintiendo que aquellos ojos azules le eran extremadamente familiares. -Un gusto…- Respondió de la misma forma, en apenas un susurro, intentando, mientras aún continuaba fija en su mirar, aquella extraña sensación, aún manteniendo su mano sobre la suya.

Fue entonces cuando, sin esperarlo, pues ya hacía bastante tiempo que tenía un mayor control sobre su don, una rara sensación se apoderó de ella, tan solo con el toque que las yemas de sus dedos le dieron a la mano del chico, una oleada de recuerdos se visualizaron en su propia mente, deteniendose en una escena en especial, él junto a una chica rubia, la que le parecía realmente familiar. Volvió a parpadear y retiró sin previo aviso su mano en el momento en que pudo ver el rostro de la chica. No recordaba la última vez que hubiera sentido aquello al leer recuerdos de alguien mas, pero ahora se sentía completamente extraña, pero a la vez familiarizada con todos esos recuerdos. -¿Quien... quien eres tú?- Pregunto nuevamente, como hizo con anterioridad y clavo su mirada fija en el, como sintiendo que tan solo con su respuesta, ella podría saber quien era ella, entonces lo supo, aquellos ojos azules de sus sueños, le pertenecían a el. El asombro se dejo ver su su rostro, mientras sus manos sin intención alguna de lastimarlo se posaron sobre su ropa.

-Es… maravilloso- habló luego de pensar una palabra que encajara del todo, o lo que más pudiese, con lo que sus ojos veían. Se tardó unos cuantos segundos en responder porque ninguna hacía justicia, al menos no verdaderamente, al paisaje, al contraste de colores y a un millón de cosas más, minúsculas pero fantásticas cosas. Lo que había recorrido hasta ahora habían sido lugares casi completamente destruidos, devastados, solitarios, en ruinas, páramos entre otros, pero nada que se pareciera a esto, quizá por eso para su compañero, aquel que le había traído hasta Eirene, había insistido tanto en que tenía que verlo con sus propios ojos antes de negarse a participar activamente. Y ahí era donde Frederick se encontraba ahora, mirando y examinando todo lo que se cruzaba por su rango de visión y más. Asintió con la cabeza ante las palabras de la chica, aunque ella no podía verle. Cierto era que la relación entre ambos era mal vista por cualquiera que no perteneciese al mismo bando que ellos, por ende, por la mayoría de la población que habitaba en ese momento en el planeta. Era estúpido, si le preguntaban la opinión, que las personas pensaran de esa manera pero no había caso de hacerlos entrar en razón, de adoptar un enfoque o punto de vista distinto al que mantenían, eran tercos, ya lo había comprobado él mismo intentando convencer a su familia que no había porque temer o discriminar a los mutantes. -Si pudiera lo haría. Tiempo es lo que me falta pero ahora que he visto todo esto, intentaré hacerme un poco a como dé lugar- el castaño realmente esperaba poder hacerlo, aunque dudaba mucho que el tiempo le alcanzara para pasar todo el tiempo que quisiera allí.

¿Habrían sus palabras querido decir que pensaba que él sí lo era?. Frederick frunció el ceño, algo pensativo y luchando con el impulso de decirle otra vez, lo mismo que le venía informando desde hacía ya un par de minutos atrás. Pero ya no era necesario, dar vueltas en el mismo tema no era más que una pérdida de tiempo. No pudo evitar soltar una carcajada ante las siguientes palabras de la rubia, claro que no necesitaban mantener nada en secreto, porque nada de lo que había sucedido ahí era relevante para las personas, a nadie le interesaría enterarse de que ella había hecho intento de inmovilizarle y lo había conseguido simplemente porque el ojiazul no tenía ganas, ni ningún tipo de intención, de hacerle daño a una chica. -El gusto es mío, Grace- le dedicó una pequeña sonrisa mientras continuaba mirándole. Se le hacía conocida, bastante conocida si era sincero pero no sabía de dónde, lo único que tenía claro con certeza es que no le había visto jamás en su nave y probablemente en las otras puesto que ya dio por asumido que era una mutante. Su mente comenzó a trabajar rápidamente, repasando rostros, nombres, lugares y… nada. -¿Sabes?- preguntó retóricamente y antes de siquiera dejarle hablar, lo hizo él primero. -Tengo la leve sensación de que te conozco…- mordiendo su labio inferior y aún estrechando su mano, Fred ladeo la cabeza, pensativo. -Y no, no es ninguna táctica de esas de conquista- aclaró de inmediato, con un cierto deje de broma en sus palabras. Porque no lo era, la chica era guapa, si, pero la sensación que le provocaba no era exactamente una de mera atracción física.

Los dedos de la chica rozaron la palma de su mano de una forma casi imperceptible, lo que provocaron que el castaño se sintiera algo incómodo, extraño y hasta ansioso. Continuó observándole, esta vez con extrema curiosidad ante la reacción de la chica quien hubo parpadeado en varias ocasiones, con un aire algo perdido, y la mirada llena de confusión y algo nublada. Grace retiró su mano de la suya de un momento a otro y Frederick de inmediato dejó caer su brazo a uno de sus costados. Ahora era él quién estaba completamente confundido por el accionar de ella por lo que no pudo volver a fruncir el ceño más aún cuando le preguntaron quién era. ¿Acaso no le había escuchado tan solo un par de segundos atrás?. -Frederick, ya te lo dije- repitió. -Frederick Langkjær quizá ahora ella había sentido lo mismo que él, aquella sensación de haberle conocido antes pero no saber de dónde demonios le había visto. Ahora las femeninas y pequeñas manos de Grace se posaron en su torso, de improviso, provocando que el chico le mirara con evidente sorpresa plasmada en su rostro. ¿No habían quedado en no más intentos de agresión?. -Hey, ¿Qué pasa?- instintivamente y sin detenerse a pensar en lo que hacía, la mano que anteriormente había dejado caer fue alzada lentamente para posarla sobre la mejilla de la chica y dejar en ella una caricia casi imperceptible, esperando que le dijese algo que aclarara lo que en ese momento estaba sucediendo.

Para Grace no fue necesario el afirmar las palabras del muchacho, ella sabia con certeza que no había nada más que verdad en sus palabras, pues ella era una de los habitantes actuales del lugar, a diferencia de este, que acababa de volver al planeta. Las naves volvieron hace bastante tiempo, pero eran ellos, los humanos los que se habían tardado en bajar de ellas. Las condiciones del ambiente al parecer no eran las más adecuadas para estos. Deteniéndose completamente en el lugar, Grace observó por espacio de algunos segundos al chico, para luego, cersiorarse una vez más de que en el lugar se encontraban nada más que ellos, una vez hecho sus ojos volvieron a posarse sobre el ojiazul. -Eso es bueno. Sin embargo, no te descuides. No todos son tan amigables como lo he sido yo hasta ahora- Sonrió de manera divertida, de solo recordar la forma en que lo inmovilizo, lo que contrastaba bastante con la idea de ser amable, aun así, ahora lo estaba siendo. Cosa que no solía pasar muy a menudo, pero al fin y al cabo aquel hombre que ahora se encontraba frente a ella, aun siendo humano, era uno de los suyos. Por ende, había unas cuantas cosas que siempre debería tener presente para con él, una de ellas era la protección, por lo que mientras el humano siguiera allí, en ese lugar con ella, Grace debía tener sumo cuidado con sus acciones y movimientos. Sus ojos se alzaron sobre los hombros del chico, observando más allá de él. Nada por las cercanías, aquello era un alivio y pintaba al parecer, aquel encuentro con buen augurio, hasta el momento no había mucho de lo que preocuparse. -Espero que en algún momento, se nos permita andar libres por ahí. De momento, no queda otra que… ocultarnos- Comento, haciendo referencia nuevamente a que no debían ser visto por alguien mas.

Sus manos entonces fueron estrechadas la una con la otra, aquel contacto en un principio no generó sensación alguna en Grace, al parecer los guantes estaban siendo bastante efectivos o quizás era ella la que ya estaba siendo capaz de controlar su don, o quien sabía. Rodó los ojos ante la carcajada que este soltara y luego alzo una de sus cejas ante sus palabras. El no tenía idea cuantas veces se había encontrado ella con personas que le hacían saber lo mismo, claro, que lo que el no sabia, es que en Grace, eso no tenía ningún tipo de efecto. Pues, ella no era capaz de recordar a quienes se lo decían, ni siquiera a ella misma, por lo que siempre acababa diciéndole a los demás que debían de encontrarse confundidos. -Me lo han dicho… mucho- un gesto inconsciente apareció en sus labios, a la vez que lo miraba de manera divertida y riendo en cuanto el muchacho agregó lo otro, se llevo su mano libre hasta sus labios para de esa manera esconder su risa, aunque no lo logro del todo mientras continuaba con su mirar sobre Frederick, perdiéndose por algunos segundos en su labio inferior. Sintiendo algo. Su risa fue apagada por aquella misma sensación que la embargo, pero negó con la cabeza y entonces exclamo. -Pero nadie de la forma en que acabas de hacerlo- Grace no recordaba la última vez que un muchacho se le hubiera acercado con planes de conquistarla, era una chica atractiva, lo sabía, no tenia como negarlo y se lo hacían saber cada vez que tenían la oportunidad. Extrañamente, no volvía a ver a aquellos chicos nuevamente, sus cercanas alegaban que ante su terquedad de re recuperar su memoria antes que cualquier otra cosa, los espantaba.

Aquel pensamiento se alojo sobre su mente, extrañas cosas sucedían a su alrededor pero de pronto sus ojos se fijaron en los del muchacho, le bastaron un par de minutos para darse cuenta que ya los conocía, aquel par de ojos los había visto por muchas noches, durante los últimos años. La conexión que sintió en ese momento hizo que su cabeza le doliera, no había sucedido algo como aquello con anterioridad, lo que resulto inesperado. Una vez libres, alzo ambas manos hasta su rostro, llevándose el cabello hacia atrás e intentando comprender que era lo que había visto dentro de la mente del muchacho. Una sensación extrañamente familiar la embargo. -…Frederick- Sus labios murmuraron su nombre a expensas de que algo mas sucediera, como si la sola pronunciación de esto serviría para saber lo que sucedía. -Frederick…- cada una de sus manos entonces se posaron sobre su cabeza, intentando sostener dentro de ella la inminente explosión de información que se avecinaba. Cerró sus ojos, concentrándose en aquel nombre, esforzándose por lograr conectarlo con aquellos ojos que cada noche aparecían en sus sueños, y que de una y otra forma también se lo quitaban. Aquellos ojos que al fin encontraban dueño, y que ahora si tenía como llamarles. Frederick. Todo aquello parecía una locura, su cabeza le daba vueltas mientras ella aun continuaba en su lucha. No dio respuesta alguna a su pregunta, pues ni ella sabía lo que ocurría pues era la primera vez que algo como aquello le sucedía.

Entonces sintió la textura de la palma de la mano del chico sobre una de sus mejillas, en ese instante abrió sus ojos y se quedo contemplándolo fijamente. Su caricia. una especie de escalofríos se apoderó de su rostro ante aquel contacto. Nunca había pensado que algún tipo de contacto podría generar que su don se activara, pero al parecer podía ser que pasara, porque inmediatamente comenzó a ver las mismas imágenes que hasta hace un momento. Sin embargo, había algo mas que se apoderaba de su mente en completa totalidad. -Tus ojos…- Dijo en un murmullo apenas audible. -Yo… yo…- No sabia como decirle, quizás que era lo que el pensaría de ella en cuanto supiera lo que sus ojos significaban en la vida de la chica. La creería loca, era lo mas seguro. -Yo he soñado con tus ojos todas las noches durante los últimos doce años…- Trago saliva en cuanto soltó aquello y nuevamente se volvió a mirarlo, fijamente. Elevando sin ser consciente una de sus manos hasta posarla sobre la de él y retirarla con suavidad, no era algo que le molestara, extrañamente, pues ella era bastante reacia al contacto con mas gente, sobre todo por aquel don que ahora poseía y se dedico a observar su masculina mano. ¿Qué sucedía? Era la pregunta que su mente se hacia hasta que vio en uno de sus dedos algo que la sorprendió aun mas que todo lo anterior. -Jeg tror på en ting der kaldes kærlighed- Aquellas palabras salieron de sus labios claramente, mientras deslizaba sus dedos por el anillo que el muchacho llevaba con él. Sin duda, él significaba algo. Lo que no imaginaba Grace, era cuanto significaba.

Si eso es amabilidad, no quiero ni pensar cómo sería lo contrario pensó a la vez que reía por el comentario reciente de su acompañante, no le había dejado decir absolutamente nada antes de intentar atacarle pero ciertamente le comprendía, la situación actual del planeta era bastante complicada y peligrosa por lo que no podían permitir que nada les pasara a ellos mismos ni al resto de los miembros de Eirene. Sin duda la rubia había hecho un buen trabajo, había aparecido de la nada sin emitir el más mínimo ruido o indicio de que estaba en efecto, cerca de él. Quizás debería hacérselo saber a los de ‘arriba’ para que le felicitaran o algo. -Una lástima, la verdad. Tener que andar con sumo cuidado cuando no hay una razón de peso por la que debamos llevarnos todos como perros y gatos- y ni eso, los perros y los gatos no era más que un mito pues mal del todo no se llevaban, al menos podían coexistir pero lo que esta gente quería era que una de las dos ‘especies’ predominara o más bien que la más débil fuese extinta a como dé lugar y con sus propias manos. Podía entender la postura de los mutantes, Frederick era lo suficientemente objetivo y realista como para darse cuenta que las cosas habían sido realizadas de mala manera y eso provocó el resentimiento de ellos hacia los de su especie, pero aún no lograba comprender por qué tanto odio desde el lado de sus pares hacia lo desconocido. Ignorancia, quizás, era lo que les provocaba ese absurdo temor y las ganas de exterminar también por su parte, lo que no podían controlar.

La risa de la chica, aquella que trató de ocultar llevándose una de sus manos hacia su rostro, le contagió así que rió abiertamente con ella durante un par de segundos, hasta que sus ojos nuevamente se encontraron con los suyos haciendo que Frederick se perdiera en ellos, ahora si hasta el fondo. Celestes, ese era el color que poseían y la luz que predominaba en el ambiente a esa hora de la tarde no hacía más que provocar que se vieran más atractivos aún. Había visto un par de ojos como esos antes, claro que si, los vio diariamente durante cinco veranos seguidos. Los veía a diario cuando miraba a su hija, cuando esos orbes celestes se posaban fijamente sobre los suyos mientras con una sonrisa dejaba escapar un “Papá, te amo”. ¿Sería posible que alguien más tuviese exactamente el mismo color y aquella expresión? ¿Alguien que no fuese Alice madre ni hija? Al parecer sí, pero estaba confundido. Demasiado confundido para su gusto. -¿En serio?- habló luego de unos minutos. -Al menos soy el primero en algo- se encogió de hombros de forma divertida, aún bromeando y con una pequeña sonrisa plasmada en su rostro.

Su nombre fue repetido varias veces casi en un susurro. Aquello le preocupó al castaño de sobremanera pues no tenía idea de qué era lo que estaba sucediendo. Qué era lo que a la chica podía pasarle en ese momento puesto que llevó sus manos hasta su cabeza haciendo que ahora la preocupación del muchacho aumentara considerablemente ¿Se sentiría mal? ¿Qué debía hacer?. Pestañeó un par de veces y respiró hondo mientras intentaba pensar en algo. -Exacto, Frederick- asintió, algo nervioso. Su mano ahora estaba posada sobre la mejilla de la chica, intentando quizás de esa manera descubrir la forma de ayudarle, como si fuese posible que sucediera. -Grace…- susurró. -¿Te sientes bien? Creo que quizás deberías sentarte un momento- le indicó con su cabeza un par de metros más allá donde habían unas rocas que perfectamente podían servirle de asiento. -¿Mis ojos?- si antes estaba confundido ahora las cosas se habían puesto peor, no tenía la más mínima idea de qué era lo que hablaba la rubia, mucho menos qué cosa tenían que ver sus ojos en todo eso. -¿Tu qué?- repitió calmadamente, quizás si el demostraba un semblante más pacifico ella podría de cierta forma calmarse, o qué sabía él, no sabía qué hacer, pensar o cómo reaccionar.

Yo he soñado con tus ojos todas las noches durante los últimos doce años… -¿Qué tu qué?- ahora si Fred no entendía nada y en su rostro no se hizo esperar el gesto de sorpresa, acompañado también de una especie de confusión. Definitivamente aquello se llevaba el número uno de la –inexistente- lista de las cosas más extrañas que le habían pasado en sus veintiocho años de vida. -Eso no es posible, Grace- negó con la cabeza mientras la chica tomaba su mano con cuidado para alejarla de su rostro. Fred estaba inmóvil, por lo que no hizo ningún tipo de movimiento con ésta, dejó que ella ejecutara todo. -Debes estar confundiendo las cosas… los sueño solo son sueños- científicamente hablando no eran más que bobadas, seguro Sarah tenía otra opinión acerca de ellos, pero no tenía ganas de pensar en su mujer ahora. La siguiente frase caló hondo, tanto que apenas fue pronunciada y los dedos de la chica de deslizaron por su mano para llegar al anillo, aquella pieza de oro blanco que era parte de su vida, de su persona en general, el chico la retiró, como si algo le quemara, como si hubiese sido víctima de una corriente eléctrica que le impulsaba a alejarse de ella. -¿Qué?- dio un paso hacia atrás, sorprendido, algo alterado. -¿Quién eres tú? ¿Cómo… cómo… de dónde sacaste esa frase?- era suya y de Alice, nadie más la sabía. Nadie.

De un momento a otro Grace intento quitar de su mente cualquier otra cosa que no estuviera para nada relacionada con lo que acababa de decirle al chico. Si bien, estuvieron con anterioridad hablando sobre las maravillas que la tierra ofrecía luego de haber sufrido una serie de cambios debido al apocalipsis que se hizo inminente hace algunos años atrás, ya no le parecía importante. Su cabeza daba vueltas, llenándose de los momentos en que aquel sueño le había despertado en medio de la noche y la angustia de no saberse capaz de averiguar de que se trataba. Esos ojos que no tan solo le quitaban el sueño, sino que, extrañamente, le embargaban de una infinita nostalgia, que solía apoderarse de ella. Son solo sueños. Era lo que oía cada día en que osaba siquiera mencionárselo a James, quien a medida que pasaban los años, parecía mucho mas molesto con que ella sacara a conversación aquellos ojos azules. La primera vez que le ocurrió, se lo comentó pensando en que el sabría de quien se trataba o al menos podría tener una idea, pero el rubio argumento que a parte de ella no conocía a nadie mas con ojos azules, al menos no de la forma en que ella se los describía. Lo que a la rubia solo le hacia sentir una profunda decepción. Por años fue el quien le dio respuestas a sus preguntas, lamentaba que a esa no pudiera darle una satisfactoria. Y así Grace tuvo que aprender a no mencionárselo más, o se ponía como loco. Pero pese a no mencionarlo, aquellos sueños siguieron embargándola. Melancolía. Se apoderaba de ella de tan solo pensar en aquello, se odiaba por no ser capaz de recordar y darse ella misma las respuestas necesarias a cada interrogante que por su cabeza pasara.

Y ahora, de la nada, parecía que un montón de ellas podrían ser respondidas. Pues, después de doce años, tenia nada más ni nada menos que al dueño de aquellos ojos azules frente a ella. ¡Sabía que no era tan solo un sueño! Aquello debió de ser siempre un recuerdo. Dicen que la memoria aunque se pierda, hay cosas que la mantiene intacta, muy dentro de si, quizás era su subconsciente que intentaba hacerle recordar. Emoción, ahora mismo era aquel sentimiento el que se apodero de ella, sus manos continuaban sobre la mano del chico, observando aquel viejo anillo blanco, el cual según el herrero que encontró aquella vez que se aventuro a buscar indicios de lo que podría ser, e incluso significar aquella frase que apenas unos segundos atrás exclamo tan segura y claramente, le había dicho que se trataba de oro blanco, sumamente escaso para estas épocas y quien, ofreció bastante por él. No solo por el material del que estaba hecho, sino también por las extrañas incrustaciones que poseía. Claro esta, que la rubia no acepto, pues a pesar de que también habían intentado arrebatárselo, ahora mismo lo traía con ella, oculto, para que de esa manera nadie mas que ella lo supiera. No sabía por que, pero estaba segura y tenía la certeza de que no debía quitárselo jamás. Nunca lo iba a hacer. Aunque se ganara un montón de discusiones por aquello.

Frederick. Intento una vez más que su mente hiciera conexión, pero nada, no lo lograba. -No, no quiero sentarme- Afirmo, a la vez que movía su cabeza, negando la idea de sentarse en algún lugar, ahora ella solo podía prestarle atención a lo que tenia ante sus ojos. Había esperado demasiado por esto. Continuaba emocionada, pues nunca antes había estado tan cercana a la posibilidad de averiguar quien era, y al parecer, aquel anillo los conectaba de alguna manera que ella aun no lograba comprender. -Te debe parecer una locura, pero así ha sido…- Sus ojos continuaban fijos sobre el anillo, sin siquiera notar el que le acompañaba, no, en esos momentos solo podía aprestarle atención a uno solo de ellos. Ahora como seria capaz de explicarle todo lo que le sucedía por aquello. -Yo he visto tus ojos en mis sueños- Exclamo nuevamente, si, era una locura, pero le sucedía, era algo que sencillamente no podía evitar aunque ella misma se lo propusiera. Pasaba y ya. Entonces, el quito su mano, lo había asustado, seguramente eso acababa de suceder.

La rubia alzo sus ojos nuevamente hacia el rostro del muchacho, viendo como este se alejaba unos cuantos pasos de ella en dirección contraria, podía ver el gesto de sorpresa y la enorme confusión que ahora había generado en el. Y lo comprendía. Pues ella misma era presa de aquella confusión ahora mismo, no entendía lo que sucedía, pero sabia que el podría darle algunas respuestas. -¡Es posible! Ha sucedido… me pasa… me sigue pasando- Sus ojos se volvieron un tanto vidriosos al momento de decirlo, mientras apretaba una de sus manos en un puño. No, no eran solo sueños. ¿Cómo no comprendían lo que para ella significaba? -No, no son solo sueños. Puedes seguirlo diciendo tú y todos. Pero yo se que no es así- Exclamo tercamente, estaba hastiada de oír aquello día tras día, pues sus sueños no eran solo eso para ella, sino que eran la manera en que ella se adentraba –o al menos creía- en su memoria. ¿De que otra manera soñaría con unos ojos que ella no podía recordar? De alguna manera tenia que haberlos visto con anterioridad, era lo mas lógico. Su rostro por una fracción de segundos se puso mucho mas duro de lo normal, ya bastante tenía con odiarse por no ser capaz de ver sus propios recuerdos y obtener aquel don, para que, cuando sentía que podía estar cerca de ellos no le tomaran el peso de sus pensamientos. ¿Quién era ella? Nuevamente esa pregunta, aquella a la que menos se sentía capaz de darle una respuesta satisfactoria. Negó con su cabeza una vez mas, llevándose una de sus manos hasta sus ojos. -No se quien soy. Me llaman Grace- Su respuesta fue totalmente distinta a la anterior, mientras la mano que antes poso sobre su ojo izquierdo se deslizo por sobre su rostro hasta llegar a su cuello y tomar, con firmeza entre sus dedos una especie de colgante que caía de él. -Pero puede que tú… lo sepas- Cerró sus ojos por un momento, deseando obtener alguna respuesta de parte de él y entonces, alzo con cuidado aquella cuerda negra, que estaba posada sobre su piel, dentro de la blusa que llevaba, para apenas segundos después dejar a la vista, el anillo que ella poseía. Uno igual al que el castaño tenía en su mano, pero bastante más pequeño. -De aquí…- abrió sus ojos, sosteniendo en una de sus manos su propio anillo.

Si no quería sentarse el castaño claramente no le iba a obligar pero si le preguntaban la opinión claramente la chica debía tomar asiento ya. Se veía pálida, confundida y Frederick temía que si no se afirmaba en algo seguramente pronto terminaría en el suelo, y esa no era la idea que tenía en mente para pasar su tarde una vez había salido de la nave, dejando el trabajo y todo lo demás atrás. -No me parece una locura…- instintivamente llevó sus manos a su torso y las cruzó sobre éste, adoptando una postura algo a la defensiva; ahora que el contacto entre ellos se había extinguido ante la sola mención de su anillo de matrimonio le era más fácil ponerse en ese plan. -Es una y bastante grande…- de eso si que estaba por completo seguro ¿Qué otra cosa podía ser si no?. Y hablando de sus ojos, no pudo evitar rodarlos, si, podía ser cierto lo que ella vociferaba sobre haber visto unos ojos como los suyos en sus sueños, pero eso no significaban que en efecto, fueran los suyos, después de todo un porcentaje bastante considerable de la población poseía un color como el suyo, no era nada extraño, nuevo o jamás antes visto. -No- negó en repetidas ocasiones con la cabeza, para reafirmar sus palabras. -Lo siento, pero no son los míos-

Frederick estaba completamente seguro de aquello, o al menos lo estaba hasta que las cosas dieron un giro y ella hubo recitado la frase que tan bien conocía. Una que prácticamente había sido de su propia invención junto con Alice. -Debes estar confundiéndome con alguien más- esa era la única explicación lógica, razonable y cuerda que se le ocurría en el momento. Los ojos de la chica se humedecieron, lo que hizo que de inmediato algo en el pecho del chico se comprimiera, como si estuviese tendido en una superficie plana y alguien le pusiera encima del tórax algo con bastante peso, sin razón alguna, aparentemente. Y se odió porque sus palabras, incrédulas, le habían provocado semejante reacción así que otra vez actuó por mero instinto, acercándose nuevamente a ella para llevar su mano al rostro de la chica, tal como lo había hecho antes. -Tranquilízate, Grace. De verdad creo que deberías sentarte- podía ser bastante insistente si se lo proponía, de eso no había duda alguna. Sus dedos se deslizaron casi imperceptiblemente por la mejilla de Grace mientras mentalmente pedía una y otra vez que no se fuera a echar a llorar. Eso le haría sentir muy culpable y quizás lo era, quizá debió seguirle el juego y ya, pero eso le haría peor cuando por sus propios medios la chica descubriera que no eran sus ojos los que precisamente veía en sus sueños, eran los de alguien más.

-¿No lo sabes? ¿Te llaman Grace?- la sorpresa se apoderó inmediatamente de su tono de voz. Me llaman Grace seguía repitiéndose una y otra, y otra vez en su mente. No pudo evitar tampoco sentirse algo mal por ella, no quería imaginar cómo sería estar en sus zapatos. -¿Desde hace cuento te llaman así?- el bicho de la curiosidad le había picado otra vez, de forma inexplicable sentía la necesidad de saber todo de ella, de poder ayudarle quizás, de llevarle a la nave si era necesario o de traer sus propia indumentaria para examinarle, tal vez sus conocimientos en ciencia podían serle de ayuda. -¿Qué yo lo sepa?- la verdad lo dudaba, según Fred y, a pesar de tener la sensación de que era todo lo contrario, no le había visto jamás. Un paso más hacia ella y Frederick se detuvo, sorprendido, boquiabierto, estupefacto cuando la mano de la chica se deslizó por su cuello para tomar una cuerda negra de la que colgaba nada más ni nada menos que el anillo que hacía par con el propio. El anillo de Alice, de su Alice. Cerró los ojos y respiró profundo, al parecer era él quien ahora necesitaba tomar asiento y de forma bastante urgente. -Ese anillo… no es tuyo, es mío- abrió los ojos de un momento a otro, mirándole seriamente, más de lo que le había mirado en todo el rato que habían pasado juntos hasta ahora. -¿Dónde lo encontraste?- tragó saliva con dificultad y no pudo evitar deslizar su mano desde la mejilla de la chica, hacia el cuello de ésta… y más al sur, rozando apenas su piel hasta llegar a recorrer la circunferencia del anillo con sus dedos. Sintiendo que el mundo se le desmoronaba poco a poco con cada segundo que la pieza de metal tan importante para él, se encontraba en éstos.

La rubia rodo sus ojos, como siempre que terminaba contándole a alguien lo que en sus sueños ocurría y la sola idea que pasaba por su mente, siempre supo que no eran unos ojos cualquiera los que veían y ahora estaba más segura que nunca que no era así. Tenía la prueba viviente frente a ella, de que realmente existían, por más que James quisiera hacerle sentir que no era más que un sueño. Con la inminente cercanía de la que fueron participes, Grace pudo observar con mas determinación sus ´profundos ojos azules mientras con suavidad aun sostenía la argolla entre los dedos de una de sus manos. -No… no lo se- Trajo saliva mientras lo continuo observando, ¿de donde lo conocía? De algún lugar tenia que ser, e incluso algo tenia que significar, nadie sueña con los ojos de alguien mas así como así. O al menos eso creía ella. Observo como aquel hombre que se encontraba tan cercanamente a ella pronto fue preso de la sorpresa, su tono de voz lo expresaba. -Desde el día del… apocalipsis- El pesar se dejo ver en la voz de la chica. Recordaba aquel día, en que despertó y se encontró con un caos total, una cantidad de humanos habían logrado llegar hasta las naves dispuestas por el gobierno, otros habían logrado sobrevivir ante la destrucción, gracias a la mutación del gen que poseían, mientras muchos más, perecieron. Cuando despertó, no lo podía creer. Aunque no sabia que creer, el golpe que se dio en la cabeza fue suficiente ´para que su memoria pasada se hubiera ido y en su lugar obtuviera solo confusión y un gran vacio. Estaba claro que, muy a pesar de que ella conoció la tierra antes de lo que era ahora, no recordaba nada de cómo había sido. Absolutamente nada. De eso, ya iban doce años y aunque intento conformarse con lo que le dijeran, con lo que James le dijera de su vida pasada, ella tenía la necesidad de querer descubrir mas, sentía que había mucho mas por saber. -Perdí la memoria aquel día…- Dijo, mientras giraba su rostro para no observarlo.

Mas no fue por mucho tiempo, crispo sus manos en un puño antes de volver a mirar a Frederick directo a su rostro. -Lo se, es una locura. Pero es posible que esto de alguna manera pueda decirme quien soy- Cerró sus dedos sobre la argolla que colgaba de su cuello, indicándole al muchacho que con ella, el podría decirle quien era. Tenía que saberlo. Terca como ninguna, Grace no se iba a dar por vencida, no una vez que se veía tan cerca de obtener lo que siempre había querido, información sobre ella, su pasado, su vida entera. -¡Son los tuyos!- El revuelo de unos pájaros se oyó en las cercanías, seguramente asustados por la forma en que ella comenzaba a hablar, no fue un grito, mas estuvo a punto de serlo. -Por favor… créeme… se que me puedes ayudar- Eran doce años de ver aquellos ojos noche tras noche, ella no estaba loca. No podía estarlo. O quizás el tenía razón y solo lo estaba confundiendo con alguien mas. Pero ¿Con quien? La mano que permanecía empuñada fue alzada nuevamente hasta su cabeza, posándola sobre la sien. Su cabeza comenzaba a tener de un momento a otra demasiada información, y sentía que en cualquier momento podría estallar, algo mareada, confusa, pero no se iba a sentar aunque Frederick continuara sugiriéndole. Por peores cosas había pasado en estos últimos años, un dolor de cabeza no le iba a afectar, Grace termino por aprender a ser fuerte, mas de lo que finalmente siempre lo fue. Pero ahí estaba de nuevo el, tan cercano que sus dedos nuevamente se deslizaron por la mejilla de Grace. -Se que no estoy confundida- Insistió. De confusión ella sabía, mas estaba segura que esta vez no era presa de ella.

Alzo su rostro nuevamente para encontrarse de lleno con el rostro sorprendido y confuso de aquel hombre, en quien comenzaba a depositar sus esperanzas de finalmente encontrar respuesta a todas las dudas que en ella, nacían día tras y días, y por fin, saber de quien se trataba. Quien era. -Por favor… tú tienes que saberlo- Le imploró, era de alguna manera demasiado inverosímil todo lo que ocurría, y sobretodo, creer que él podría saber mucho mas de ella, que si misma, pero ella creía. Y se iba a aferrar a ello, no daría su brazo a torcer. Su entrecejo se frunció ante las nuevas palabras de Frederick, negando con un movimiento de su cabeza. La forma en que de pronto este la miro, empezó a intimidarle, de un momento a otro su semblante se volvió completamente serio. Mas, cuando la mano de Frederick se deslizo desde su mejilla, delineando con suavidad la curvatura de su cuello, rozando su piel y recorriendo la forma circular de la argolla con sus dedos, Grace se sintió estremecer. -No… es mío- Esta vez fue ella quien dio un par de pasos hacia atrás, sin fijarse donde ponía sus pies, mientras con su mano libre tomaba la de Frederick para alejarla de ella. ¿Acaso intentaría el quitárselo como con anterioridad otros hubieran tratado? Y aunque así fuera, no se lo iba a permitir, aun sin entender el significado de la grabación y el porque lo tenía con ella, Grace no dejaría que nadie se lo quitara. -No lo encontré en ningún lado, esta conmigo desde… que… puedo recordarlo- Notó que sus palabras no tenían demasiado peso, porque simplemente ella no recordaba mucho, pero aquel día en que despertó y no recordaba nada, aquel anillo rodeaba uno de sus dedos.

La cabeza le daba vueltas, podía sentirlo. El chico cerró los ojos, dejando caer sus parpados y comenzó a respirar hondo con el fin de que algo más de cordura y objetividad se apoderaran de su línea de pensamientos. Millones de imágenes pasaron por su mente en el transcurso de aquellos segundos, como si de una película se tratase las analizo una a una, intentando desechar unas cuantas hipótesis que se le habían ocurrido segundos atrás pero solo había una que encajaba con toda la locura que vivía en ese momento. Encajaba pero era completamente descabellada porque las cosas simplemente no podían haber sucedido de esa manera porque… no, solo no. Y el maldito calor no ayudaba, le estaba sofocando y definitivamente ahora era él quien necesitaba tomar asiento, y rápido. Frederick comenzó a moverse, una vez la chica hubo dado el paso atrás y retirado su mano de la argolla que llevaba colgada al cuello. Abriendo los ojos con lentitud caminó hacia el norte –o lo que él su ponía- luego hacia el este, sur y así sucesivamente. Intentaba pensar de forma racional pero nada de lo que había sucedido en los últimos doce años había sido analizado, desde un principio, con racionalidad, entonces ¿Por qué debía comenzar a hacerlo ahora?.

Cuando hubo sucedido todo lo del apocalipsis había estado seguro, todos los humanos que viajaban en las naves lo estuvieron en su momento, de que no habría sobrevivientes más que ellos, pero se habían equivocado rotundamente. Quizá ahora el equivocado era él al pensar que Alice había muerto en aquella ocasión, quizá existía la posibilidad de que… no, no existía. Alice tenía solo dieciséis años y aunque poseía un carácter bastante fuerte, físicamente era bastante improbable que sobreviviera a una catástrofe de tal magnitud como la que había sufrido el planeta. Improbable pero no imposible, le recordó su mente. Sacudió su cabeza, chasqueó los dedos y mordió su labio inferior más veces de las que pudo contar mientras seguía caminando de un lado a otro, repasando mentalmente cada una de las palabras de la chica, cada oración que habían pronunciado sus labios y que él, atónito, no había rebatido pues ya le había dicho que aquellos ojos de sus sueños no eran suyos, que era una locura, que estaba equivocada y ella seguía insistiendo con lo mismo, por ende, que el insistiese también en hacerle ver lo contrario, en intentar que mirara las cosas desde su punto de vista, sería una completa pérdida de tiempo.

Deseo no haber salido aquella tarde, quizá debió preferir pasar más tiempo con su hija y así habría evitado todo este colapso mental –y emocional- que se avecinaba a pasos agigantados. ¿Quién iba a pensar que pasaría algo como aquello una vez abandonara la seguridad de las naves o de Nova Coepit? Nadie, al menos no él. Buscó con su mirada un lugar donde sentarse pero las últimas palabras de la chica le hicieron voltear y nuevamente acercarse a ella. Le tomó por los hombros con sumo cuidado y le miró fijo, para que notara que lo que iba a decir era algo total y completamente serio. -Escúchame bien, Grace- respiró hondo, intentando pensar en cualquier otra cosa que no fuese el color de sus ojos o el contorno de sus sonrosados labios ¿Qué demonios le pasaba? -Ese anillo no es tuyo. Es imposible que lo sea ¿Entiendes?- preguntó de forma retorica puesto que no le dejó siquiera responder. -Ese anillo es el ‘hermano’ de éste…- alzó su mano izquierda y se lo mostró. -… yo mismo lo mandé a hacer poco más de doce años atrás; para mi esposa, Alice.- sintió que el pecho otra vez se le comprimía pero se aclaró la garganta y continuó. -Es su anillo de matrimonio… lo llevaba consigo el día del apocalipsis… el día en que murió ¿Entiendes ahora porqué el bendito anillo no puede ser tuyo?- le soltó de inmediato, llevándose las manos al rostro, exasperado, nervioso, y las paso por este intentando calmarse. Ahora si iba a colapsar, su mundo se vendría abajo en un segundo y toda la estabilidad que había logrado construir en los últimos doce años se iría directo al demonio.