What happens? / Robert Aylana
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What happens? / Robert Aylana
Una perdida de tiempo, esa era la forma correcta de describir aquella reunión, por más que Drew intentase trabajar en equipo, no podían arreglárselas para determinar un plan sin violencia que uniera a ambas razas. Mejor pensar en otra cosa o terminaría por volverse loco, pensó con impotencia. Regresó por donde había venido mientras los sonidos de las cascadas se materializaban conforme avanzaba por la zona. El desearía no estar enfrentándose al sol, la tarde brillante estaba cortando su visión. Pero se detuvo en seco al encontrarse con una vista hermosa. Debía admitir, que pese a la destrucción, la tierra aún tenía lugares hermosos, esos que con el simple hecho de verlos provocaban una paz en cualquier persona, al menos los que tenían corazón. Lo que siguió fue una especie de juego de corre que te pillo. Sabía que no debía perder el tiempo observando aquello, menos cuando un sonido al parecido al crujir de una rama se escuchó tras un par de arbustos a sus espaldas. Él huyó a pasos ligeros sin llamar mucho la atención. Estaba al tanto de la vigilancia sobre cada mutante, y el ponerse nervioso y actuar raro sólo provocaría terminar entre la espada y la pared.
Giró de pronto y entonces, se encontró con una enorme hombre, musculoso, ojos claros, cabello oscuro, en pocas palabras atractivo ante los ojos de cualquier persona. El tenerlo frente a él impedía continuar con su paso, pero perder la compostura era lo último que haría.—Pensé que nadie más venía por aquí —dijo en un tono audible al joven que yacía de pie a unos cuantos metros. La idea de tomar el encendedor que permanecía en su bolsillo desistió de su mente al paso de unos segundos, no tenían por que llegar a la violencia física, había prometido no entrar en ese juego cruel entre humanos y mutantes, aquel juego que atraía muerte y desgracias.
La sensación de descarga eléctrica había regresado. Se estremeció, intentaba no hacerlo, pero era imposible detener el tiritar como si se hubiera metido en agua congelada. El clima era cálido por lo que todo se resumía a su temor. El rostro pese a ser lo más parecido a un ángel, demostraba dureza y jamás le había visto en alguna reunión, ¿Qué hacía allí?, se preguntó mentalmente. Sus puños se cerraron por inercia, más sin embargo no tenía planeado algún movimiento.
Giró de pronto y entonces, se encontró con una enorme hombre, musculoso, ojos claros, cabello oscuro, en pocas palabras atractivo ante los ojos de cualquier persona. El tenerlo frente a él impedía continuar con su paso, pero perder la compostura era lo último que haría.—Pensé que nadie más venía por aquí —dijo en un tono audible al joven que yacía de pie a unos cuantos metros. La idea de tomar el encendedor que permanecía en su bolsillo desistió de su mente al paso de unos segundos, no tenían por que llegar a la violencia física, había prometido no entrar en ese juego cruel entre humanos y mutantes, aquel juego que atraía muerte y desgracias.
La sensación de descarga eléctrica había regresado. Se estremeció, intentaba no hacerlo, pero era imposible detener el tiritar como si se hubiera metido en agua congelada. El clima era cálido por lo que todo se resumía a su temor. El rostro pese a ser lo más parecido a un ángel, demostraba dureza y jamás le había visto en alguna reunión, ¿Qué hacía allí?, se preguntó mentalmente. Sus puños se cerraron por inercia, más sin embargo no tenía planeado algún movimiento.
Drew M. EvansIntegrante de Eirene - Cantidad de envíos : 18
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Nivel/Poder: (5) tiene la habilidad de controlar el fuego, no en grandes proporciones y no es capaz de crearlo de la nada, pero es completamente inmune a este.
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Re: What happens? / Robert Aylana
Llevaba días enteros tratando de buscar algún chivo expiatorio que le sirviera para poder vigilar aún más a los Eirene, pero por increíble que pareciera, ellos tenían una extraña habilidad para escurrirse por donde menos se lo imaginaba, cosa que lo frustraba, sobre todo cuando tenía a varios de sus mejores mentalistas en busca de posibles candidatos a espías. No confiar en los humanos se le hacía lo más normal, desde el punto de vista mutante, pero desconfiar de uno de ellos, eso sin duda es algo con lo que no estaba de acuerdo. Por supuesto, la clandestinidad de esos traidores siempre ha sido su principal obstáculo, encontrar como resquebrajarlo es una de sus principales tareas a desarrollar los últimos meses.
Cansado de no obtener resultados concretos, decidió salir de la base e investigar por su propia cuenta, aunque claro, con la seguridad de siempre, lo que hacía obligatorio llevar a Prince a su lado. Prince es su más fiel hombre y guardaespaldas, es un transformista que rara vez deja ver su verdadera forma, pero que ha sido muy útil para casi todas las necesidades de Robert. Una vez que estuvieron lejos de los lindes de Ragnarök, decidieron tomar mayores precauciones y llevarse las armas a un lugar de su cuerpo de fácil acceso para usar. Hasta donde sabían, las reuniones de los Eirene siempre han sido ultrasecretas y prácticamente nadie que no es miembro conoce el lugar exacto, por eso mismo el interés en encontrar un conejillo de indias.
-Separémonos. –le ordenó a Prince, quien obediente asintió, alejándose con pasos cautelosos en dirección contraria a su protegido, aunque claro, con las mente conectadas para cualquier eventualidad. Llegó hasta una parte bastante espesa en flora, con árboles enormes y con el ruido de un rió cercano, no imaginaban el lugar exacto de su posición, pero no percibía ninguna señal de humanos, quizá un señal prometedora. Pasaron unos cuantos minutos, cuando un ligero disturbio en su mente le hizo cambiar de dirección y adentrarse un poco al bosque, logrando escuchar cada vez más el ruido del agua correr. Hasta que por sus propios ojos pudo ver a un hombre en las cercanías. Apenas intentó entrar en su mente, pudo notar que se trataba de un mutante, con un nivel muy pobre de resistencia, lo que lo volvía una presa fácil.
Tuvo muchas opciones para elegir, algunas de ellas fueron llamar a Prince, o él mismo usar su arma y acabar con ese mutante, sin embargo, no podía afirmar que se tratara de un traidor, pues finalmente, desconocía muchas cosas, que no lograría saber hasta que entablara una plática directa. Se acercó lo más prudente que consideró, dejando que fuera él mismo quien lo descubriera, lo que fue bueno al ser descubierto más pronto de lo imaginado. No supo bien por qué, pero de pronto se sintió demasiado atraído por aquel tipo, que no podía ser mayor que él, pues su aspecto le daba un aire de vida cómoda. –Visito estos lugares cuando puedo. –fueron sus primeras palabras, mintiendo de forma descarada, pero usando su intuición, pues a pesar de todo tuvo desconfianza.
Pudo escuchar sus pensamientos, saber que parecía sentirse acorralado y que incluso pensó en atacarle, aunque le sorprendió que no lo hiciera. De pronto, sencillamente dejó de hurgar en su mente, no quería hacerlo, no sentía ninguna necesidad, de pronto podía dejarse llevar por la confianza en un desconocido. Sabía el terrible error que estaba cometiendo, pero no le interesaba, no en ese momento, lo único que sabía, es que no deseaba saber cosas de aquel chico, sin que él mismo se las dijera. –Robert… -no estiró su mano, pues los saludos jamás han sido su costumbre, pero por lo menos se mostró cordial y atento hasta su propia concepción de ellos. –Debo decir que es a mí a quien sorprende encontrarme a alguien como tú. –dijo sin más, empezando a caminar alrededor del chico, como si se tratara de su presa.
Cansado de no obtener resultados concretos, decidió salir de la base e investigar por su propia cuenta, aunque claro, con la seguridad de siempre, lo que hacía obligatorio llevar a Prince a su lado. Prince es su más fiel hombre y guardaespaldas, es un transformista que rara vez deja ver su verdadera forma, pero que ha sido muy útil para casi todas las necesidades de Robert. Una vez que estuvieron lejos de los lindes de Ragnarök, decidieron tomar mayores precauciones y llevarse las armas a un lugar de su cuerpo de fácil acceso para usar. Hasta donde sabían, las reuniones de los Eirene siempre han sido ultrasecretas y prácticamente nadie que no es miembro conoce el lugar exacto, por eso mismo el interés en encontrar un conejillo de indias.
-Separémonos. –le ordenó a Prince, quien obediente asintió, alejándose con pasos cautelosos en dirección contraria a su protegido, aunque claro, con las mente conectadas para cualquier eventualidad. Llegó hasta una parte bastante espesa en flora, con árboles enormes y con el ruido de un rió cercano, no imaginaban el lugar exacto de su posición, pero no percibía ninguna señal de humanos, quizá un señal prometedora. Pasaron unos cuantos minutos, cuando un ligero disturbio en su mente le hizo cambiar de dirección y adentrarse un poco al bosque, logrando escuchar cada vez más el ruido del agua correr. Hasta que por sus propios ojos pudo ver a un hombre en las cercanías. Apenas intentó entrar en su mente, pudo notar que se trataba de un mutante, con un nivel muy pobre de resistencia, lo que lo volvía una presa fácil.
Tuvo muchas opciones para elegir, algunas de ellas fueron llamar a Prince, o él mismo usar su arma y acabar con ese mutante, sin embargo, no podía afirmar que se tratara de un traidor, pues finalmente, desconocía muchas cosas, que no lograría saber hasta que entablara una plática directa. Se acercó lo más prudente que consideró, dejando que fuera él mismo quien lo descubriera, lo que fue bueno al ser descubierto más pronto de lo imaginado. No supo bien por qué, pero de pronto se sintió demasiado atraído por aquel tipo, que no podía ser mayor que él, pues su aspecto le daba un aire de vida cómoda. –Visito estos lugares cuando puedo. –fueron sus primeras palabras, mintiendo de forma descarada, pero usando su intuición, pues a pesar de todo tuvo desconfianza.
Pudo escuchar sus pensamientos, saber que parecía sentirse acorralado y que incluso pensó en atacarle, aunque le sorprendió que no lo hiciera. De pronto, sencillamente dejó de hurgar en su mente, no quería hacerlo, no sentía ninguna necesidad, de pronto podía dejarse llevar por la confianza en un desconocido. Sabía el terrible error que estaba cometiendo, pero no le interesaba, no en ese momento, lo único que sabía, es que no deseaba saber cosas de aquel chico, sin que él mismo se las dijera. –Robert… -no estiró su mano, pues los saludos jamás han sido su costumbre, pero por lo menos se mostró cordial y atento hasta su propia concepción de ellos. –Debo decir que es a mí a quien sorprende encontrarme a alguien como tú. –dijo sin más, empezando a caminar alrededor del chico, como si se tratara de su presa.
Robert AylanaMiembro de Ragnarök - Cantidad de envíos : 36
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Re: What happens? / Robert Aylana
No había sido un día fácil, no cuando se tenía que vivir entre un grupo de personas que solo desean eliminarse unas a otras. Pero debía jugar de forma inteligente y 'disparar' en el momento justo, sin dejes para las dudas. En eso Drew era excelente y por lo mismo seguía con vida. Un chico noble y honesto, que cualquiera pensaría no rompería un plato, no obstante, estaba decidido a tomar las medidas necesarias para cumplir su objetivo, aún y cuando fuesen en contra de su moral.
En ese punto de las cercanías podía respirar el aire fresco y observar un gran río, con una cascada hermosa que calmaba su preocupación. Entendía la razón por la que ese joven de ojos hermosos permanecía allí. Le fascinaba ver lo mejor en los demás, por esa razón a simple vista él le pareció honesto, no se sentía amenazado, sino con algo de confianza. El alivio que sintió en ese momento fue tan repentino y total que resultó doloroso. Se dejó caer sobre el tronco de un roble y noto cómo su aliento salía en forma de suspiro. Alzó su vista para mirar los ojos de él sin saber realmente que decir, no era la persona más sociable, no con una mirada tan intensa como la de él sobre su cuerpo.—Drew Mitchell —respondió a su saludo. Estuvo dispuesto a levantarse y saludarlo de mano, pero ese hombre pareció no quererlo así y no lo culpaba, entre tanta guerra uno no podía ser tan confiado.
Un ligero viento azotó sus cabellos contra su rostro, tirando de su delgada camisa.—¿Alguien como yo?, no lo entiendo —agregó desviando levemente su vista hacia las hojas de roble se arremolinaban entre las hileras de arbustos y ramas. Sus mejillas se tornaron en un color carmesí, una persona con la presencia como Robert le intimidaba al instante. No podía evitar sentirse así, era como si fuese un animalito pequeño siendo sometido por la más enorme criatura. Por eso mismo todos pensaban que ese carácter débil le haría desistir de su idea tarde o temprano, pero realmente no sabían nada de él, ninguna persona lograba conocer completamente todas sus facetas.
—Suelo venir aquí cada que puedo, me ayuda a mantener la esperanza, ¿Sabes?, sólo creo que deberíamos dejar los resentimientos a un lado, ¿Qué ganaremos dañando a las personas que una vez fueron nuestra familia? —preguntó confuso. Frunció levemente el ceño tras parecerle incoherente el comportamiento de algunas personas. Pero que más daba, no seguiría haciéndose lío de aquello, tenía a una persona frente a él, con la que podía entablar una conversación más allá de los temas que todos solían tocar; mutantes, humanos, guerra.
En ese punto de las cercanías podía respirar el aire fresco y observar un gran río, con una cascada hermosa que calmaba su preocupación. Entendía la razón por la que ese joven de ojos hermosos permanecía allí. Le fascinaba ver lo mejor en los demás, por esa razón a simple vista él le pareció honesto, no se sentía amenazado, sino con algo de confianza. El alivio que sintió en ese momento fue tan repentino y total que resultó doloroso. Se dejó caer sobre el tronco de un roble y noto cómo su aliento salía en forma de suspiro. Alzó su vista para mirar los ojos de él sin saber realmente que decir, no era la persona más sociable, no con una mirada tan intensa como la de él sobre su cuerpo.—Drew Mitchell —respondió a su saludo. Estuvo dispuesto a levantarse y saludarlo de mano, pero ese hombre pareció no quererlo así y no lo culpaba, entre tanta guerra uno no podía ser tan confiado.
Un ligero viento azotó sus cabellos contra su rostro, tirando de su delgada camisa.—¿Alguien como yo?, no lo entiendo —agregó desviando levemente su vista hacia las hojas de roble se arremolinaban entre las hileras de arbustos y ramas. Sus mejillas se tornaron en un color carmesí, una persona con la presencia como Robert le intimidaba al instante. No podía evitar sentirse así, era como si fuese un animalito pequeño siendo sometido por la más enorme criatura. Por eso mismo todos pensaban que ese carácter débil le haría desistir de su idea tarde o temprano, pero realmente no sabían nada de él, ninguna persona lograba conocer completamente todas sus facetas.
—Suelo venir aquí cada que puedo, me ayuda a mantener la esperanza, ¿Sabes?, sólo creo que deberíamos dejar los resentimientos a un lado, ¿Qué ganaremos dañando a las personas que una vez fueron nuestra familia? —preguntó confuso. Frunció levemente el ceño tras parecerle incoherente el comportamiento de algunas personas. Pero que más daba, no seguiría haciéndose lío de aquello, tenía a una persona frente a él, con la que podía entablar una conversación más allá de los temas que todos solían tocar; mutantes, humanos, guerra.
Drew M. EvansIntegrante de Eirene - Cantidad de envíos : 18
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Re: What happens? / Robert Aylana
De pronto se sintió más contrariado que nunca, sus ojos le decían que aquel muchacho se veía sincero y honesto, pero en su mente se arremolinaban dudas que lo cegaban a pensar con claridad, ¿por qué es que un simple chico como él, le causaba tales problemas?, sin responderse su misma pregunta, observó con detalle los movimientos del otro, ninguno le pareció hostil en ningún momentos, incluso se atrevería a afirmar que le estaba entregando su confianza y eso derrumbó ciertas muros que Robert ha construido por años, para evitar que los demás lo vieran como alguien sentimental y vulnerable por eso mismo. Se quedó de pie, cruzando sus brazos por la espalda, poniendo atención a cada gesto del ahora presentado como Drew.
-No te ofendas, pero rara vez me encuentro con alguien cuando… cuando estoy aquí. –omitió todo ese detalle que podría parecer una cacería, que no le ayudaría para nada en mantener una conversación más amena. ¿Acaso ahora necesitaba caerle bien a las personas? No, esa no ha sido su meta en ningún momento. No estaba seguro de lo que ocurría realmente, pero aquello le causó cierto temor, uno que no ha sentido desde mucho antes de la destrucción de la tierra, quizá lo más parecido es el afecto por Lilith. –Lo que digo es… que no todos acostumbramos a mirar las maravillas de la naturaleza, o lo que queda de ellas. –esa fue una respuesta que podría resultar convincente, desde su punto de vista actual.
-¿Esperanza? –esa fue la palabra que más le provocó curiosidad, han pasado muchos años desde la última vez que la escuchó y sin duda no puede verla desde hace más tiempo del que desearía admitir. –Creo que la esperanza ha dejado de existir. –dijo sin más, dejando de mirar al chico y concentrándose en la cascada que se veía a varios metros. –Se acabó desde el momento en que nuestras plegarias dejaron de ser escuchadas, el día en que nuestros amigos, hermanos y padres dejaron de existir. –su mente divagó en escenas tristes y difíciles de recordar, de los últimos días en que pudo ver al planeta como lo recuerda. –No Drew… la esperanza no es algo que se deba tener ahora, ya no existe. –por primera vez, en años, alguien le “obligaba”, por decirlo de algún manera, a abrirse a sus pensamientos más recónditos.
-Piensas distinto. –dijo después, cayendo en la cuenta de que no estaba frente a alguien que tuviera la misma forma de pensar. -¿Por qué habrían de acabar los resentimientos? –preguntó, con un tono menos cordial. –Vamos… hay tantas razones por las que el mundo debería pertenecernos solo a nosotros, no ha quienes lo abandonaron para salvar sus patéticas vidas, esperando que con suerte quedara algo de lo que recordaban, aunado a su desfachatez por exigir lo que una vez desecharon. –hablar de esos temas no es algo que lo ponga tranquilo, todo lo contrario, siempre se exacerba de tan solo pensar en los humanos, aunque tenía algo claro, ese chico no lo era, podía percibirlo, sin siquiera entrar en su mente.
-No te ofendas, pero rara vez me encuentro con alguien cuando… cuando estoy aquí. –omitió todo ese detalle que podría parecer una cacería, que no le ayudaría para nada en mantener una conversación más amena. ¿Acaso ahora necesitaba caerle bien a las personas? No, esa no ha sido su meta en ningún momento. No estaba seguro de lo que ocurría realmente, pero aquello le causó cierto temor, uno que no ha sentido desde mucho antes de la destrucción de la tierra, quizá lo más parecido es el afecto por Lilith. –Lo que digo es… que no todos acostumbramos a mirar las maravillas de la naturaleza, o lo que queda de ellas. –esa fue una respuesta que podría resultar convincente, desde su punto de vista actual.
-¿Esperanza? –esa fue la palabra que más le provocó curiosidad, han pasado muchos años desde la última vez que la escuchó y sin duda no puede verla desde hace más tiempo del que desearía admitir. –Creo que la esperanza ha dejado de existir. –dijo sin más, dejando de mirar al chico y concentrándose en la cascada que se veía a varios metros. –Se acabó desde el momento en que nuestras plegarias dejaron de ser escuchadas, el día en que nuestros amigos, hermanos y padres dejaron de existir. –su mente divagó en escenas tristes y difíciles de recordar, de los últimos días en que pudo ver al planeta como lo recuerda. –No Drew… la esperanza no es algo que se deba tener ahora, ya no existe. –por primera vez, en años, alguien le “obligaba”, por decirlo de algún manera, a abrirse a sus pensamientos más recónditos.
-Piensas distinto. –dijo después, cayendo en la cuenta de que no estaba frente a alguien que tuviera la misma forma de pensar. -¿Por qué habrían de acabar los resentimientos? –preguntó, con un tono menos cordial. –Vamos… hay tantas razones por las que el mundo debería pertenecernos solo a nosotros, no ha quienes lo abandonaron para salvar sus patéticas vidas, esperando que con suerte quedara algo de lo que recordaban, aunado a su desfachatez por exigir lo que una vez desecharon. –hablar de esos temas no es algo que lo ponga tranquilo, todo lo contrario, siempre se exacerba de tan solo pensar en los humanos, aunque tenía algo claro, ese chico no lo era, podía percibirlo, sin siquiera entrar en su mente.
Robert AylanaMiembro de Ragnarök - Cantidad de envíos : 36
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Re: What happens? / Robert Aylana
Los fuertes rayos de sol que iluminaban ampliamente cada rincón del lugar le dieron cierta iluminación a los ojos claros de Robert. Por primera vez lo miraba fijamente a los ojos, sin desviar la mirada a otro lugar, ahora podría decirse que se sentía estar en confianza, no es que fuese a contarle toda su vida tampoco, pero no había más presiones en su mente, no por ahora. Arqueó levemente una ceja ante el titubeo de su compañero, pero siempre mantenía respeto, tanto las opiniones como las decisiones de lo demás. Así fue con sus padres, con la organización, con todos, prefiriendo mantenerme al margen… pero, había momentos de hacer respetar nuestras propias opciones, las suyas, lo que cree y quiere correcto. Ya estaba harto de esperar y bajar la cabeza, era tiempo que hacer algo.
Era rara la forma en que los comentarios de una persona ajena le dieran esa seguridad, quizás por no conocerlo y permanecer en ese lugar remoto, lejos de la civilización mutante. Allí sentía libertar, la libertad de ser y decir lo que sentía sin tapujos. Apoyó ambas manos sobre sus respectivas rodillas y tras dar un leve impulso terminó de pie, en posición erguida, aun con sus ojos avellana sobre el rostro de Robert; tanto por lo atractivo que le resultaba, como por la confianza que provocaba en su interior.—No creo que sea así, mientras tengamos retos, sueños o como quieras llamarle, que queramos realizar, siempre habrá esperanza, ese pensamiento positivo que nos dice que todo saldrá bien y no, Robert. Jamás podría perderla por completo, por que creo que todos tenemos una parte sensible en nuestro ser —explicó con naturalidad y un leve brillo en sus ojos que demostraba lo bien que le hacía sentir hablar de aquello.
—Es empatía, ponerse en los pies del otro, ¿Alguna vez pensaste lo que harías de haber estado en el interior de esa nave antes de partir?, las personas actuaron por temor, quería salvarse y seguían el instituto de supervivencia, pero no por eso son malas personas, no lo son —se llevó una mano al rostro para retirar esos cabellos que le molestaban un poco. Ahora entendía el enfado de Robert, tenía que ser un mutante, como él. Ya que la forma en que se refería a los humanos carecía de sensibilidad.
No supo como lo hizo, pero segundos más tarde se encontraba un poco más cerca de él, mirándolo con cierta curiosidad. Pese a su último y frío comentario, percibía cierta 'bondad' en él, seguramente era otro mutante cegado por el rencor, ¿Pero por que cargar con ese sentimientos?, esta vivo y tenía algo especial ahora.—Cuando la destrucción reinaba en todos lados no fue la esperanza el último sentimiento en tu interior?, ¿No la sentiste al percatarte que podías sobrevivir?, ¿Qué la naturaleza te hacia un regalo?, no Robert, la esperanza nunca podrá desaparecer, son las personas que ciegan a otras con sus absurdos resentimientos —agregó algo exasperado, pero sin perder esa amabilidad en sus palabras, no le reprochaba nada, lo respetaba tal y como era, sólo quería hacerle ver las cosas a su manera.
Era rara la forma en que los comentarios de una persona ajena le dieran esa seguridad, quizás por no conocerlo y permanecer en ese lugar remoto, lejos de la civilización mutante. Allí sentía libertar, la libertad de ser y decir lo que sentía sin tapujos. Apoyó ambas manos sobre sus respectivas rodillas y tras dar un leve impulso terminó de pie, en posición erguida, aun con sus ojos avellana sobre el rostro de Robert; tanto por lo atractivo que le resultaba, como por la confianza que provocaba en su interior.—No creo que sea así, mientras tengamos retos, sueños o como quieras llamarle, que queramos realizar, siempre habrá esperanza, ese pensamiento positivo que nos dice que todo saldrá bien y no, Robert. Jamás podría perderla por completo, por que creo que todos tenemos una parte sensible en nuestro ser —explicó con naturalidad y un leve brillo en sus ojos que demostraba lo bien que le hacía sentir hablar de aquello.
—Es empatía, ponerse en los pies del otro, ¿Alguna vez pensaste lo que harías de haber estado en el interior de esa nave antes de partir?, las personas actuaron por temor, quería salvarse y seguían el instituto de supervivencia, pero no por eso son malas personas, no lo son —se llevó una mano al rostro para retirar esos cabellos que le molestaban un poco. Ahora entendía el enfado de Robert, tenía que ser un mutante, como él. Ya que la forma en que se refería a los humanos carecía de sensibilidad.
No supo como lo hizo, pero segundos más tarde se encontraba un poco más cerca de él, mirándolo con cierta curiosidad. Pese a su último y frío comentario, percibía cierta 'bondad' en él, seguramente era otro mutante cegado por el rencor, ¿Pero por que cargar con ese sentimientos?, esta vivo y tenía algo especial ahora.—Cuando la destrucción reinaba en todos lados no fue la esperanza el último sentimiento en tu interior?, ¿No la sentiste al percatarte que podías sobrevivir?, ¿Qué la naturaleza te hacia un regalo?, no Robert, la esperanza nunca podrá desaparecer, son las personas que ciegan a otras con sus absurdos resentimientos —agregó algo exasperado, pero sin perder esa amabilidad en sus palabras, no le reprochaba nada, lo respetaba tal y como era, sólo quería hacerle ver las cosas a su manera.
Drew M. EvansIntegrante de Eirene - Cantidad de envíos : 18
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Re: What happens? / Robert Aylana
¿Qué demonios le estaba pasando? ¿Por qué de pronto se portaba tan blando con alguien? En cualquier otro momento se habría lanzado sobre el chico y lo habría obligado a retractarse o lo mataría, pero no, no deseaba hacerlo, no tenía ganas, incluso llegó a pensar que Drew ni siquiera merecía que alguien lo tocara. ¡Que estupidez! No podía ser, no podía estarle pasando de nuevo, no con él, no con alguien a quien acababa de conocer. Pero debía admitir que la bondad que transmitía el chaval es avasalladora, su nivel de positividad superaba cualquier escala a la que Robert alguna vez se haya enfrentado. Aunque su cuerpo pareciera inmutable, dentro de él se estaba llevando una revolución sin precedentes, una que podría acabar mal, muy mal.
-En mí no existe nada sensible. –soltó sin más, casi sin pensarlo. –Hace mucho tiempo que la esperanza, la fe o como sea que lo llames; se ha ido de mi mente, por muchas causas, no solo por lo ocurrido a este mundo, tiempo atrás viví cosas que ni te imaginas, el dolor y el sufrimiento fueron cotidianos… y no hablo de golpes o maltratos físicos, hablo de aquí. –señaló se cabeza, tocándola con el dedo índice de la mano derecha. –Poco a poco, mutilaron mi esperanza, hasta destruirla por completo, después vino la traición de esos corruptos y adinerados humanos… esos a los que pareces defender, quienes provocaron la mayor parte de daño a este planeta y quienes fueron los primeros en huir de él. –el desprecio en sus palabras fue notorio cada vez más.
-Soy empático con los humanos y sin duda, de estar en sus zapatos, sentiría vergüenza por lo que ya no me corresponde, por lo que abandoné a su suerte, sin contemplaciones, sin preocupaciones, con el egoísmo típico de cualquier humano… -sostuvo la mirada del chico durante un buen tiempo.–Yo creo que todos debimos haber muerto, así este planeta no tendría de que preocuparse, se evitaría un de las peores plagas, también llamadas civilizaciones, que alguna vez lo han pisado. –apretó un poco la quijada, conteniendo la ira que le provocaba hondar en detalles, pues siempre, siempre tendría una respuesta, aunque ni siquiera a él lo satisfaga. –Sueñas con un mundo imposible Drew… uno que no se dio antes y que dudo mucho que se dé ahora, la humanidad es gas razón… si, lo mutantes somos distintos de ellos, nosotros prendimos, ellos no…
Sus ojos se encontraron con los de Drew, la intensidad con que los miraba fue demasiado avasalladora para el gusto de Robert, quien sin poder aguantarla más, apartó la mirada, concentrándose en cualquier otra cosa, pero sin romper la distancia. -¿Sabes lo que pedí cuando veía este mundo caerse? –apenas le regresó la mirada. –Pedí morir… -soltó sin más, por primera vez alguien se esteraba de eso, nunca en lo que llevaba en Ragnarök confesó aquello, ni siquiera a Lilith, de quien más confianza tiene. –No todos tenemos tus pensamientos, para muchos ha pasado el tiempo de la fe, de Dios y esas cosas… ha llegado el nuestro, el de los mutantes, nosotros somos los dioses de este planeta. –lo tomó de un hombro y lo volvió a encarar. –Tu deberías saberlo… eres uno de nosotros y ningún humano se compara. –finalizó.
No estaba seguro de hacer su deber, pero no deseaba bajo ninguna circunstancia hacer algo contra ese chico, el verdadero motivo lo desconocía, de momento, pero al menos estaba seguro de lo que hacía, no imaginaba las consecuencias, pero no le importaba. -¿Eres un mutante errante, cierto? –preguntó entonces, creándose en su propia mente la idea de llevarlo con él a la base, de conocer su poder, de ayudarlo a desarrollarlo aún más de cómo lo tuviera. Le dieron ganas de enseñarle todo lo que sabía, de volverlo parte de la organización. Podía ver mucha fortaleza espiritual en Drew, una en la que no cree, pero de la que reconoce su utilidad y si él la aprendía a controlar, entones estarían frente a un mutante muy poderoso, uno que debía estar con ellos.
-En mí no existe nada sensible. –soltó sin más, casi sin pensarlo. –Hace mucho tiempo que la esperanza, la fe o como sea que lo llames; se ha ido de mi mente, por muchas causas, no solo por lo ocurrido a este mundo, tiempo atrás viví cosas que ni te imaginas, el dolor y el sufrimiento fueron cotidianos… y no hablo de golpes o maltratos físicos, hablo de aquí. –señaló se cabeza, tocándola con el dedo índice de la mano derecha. –Poco a poco, mutilaron mi esperanza, hasta destruirla por completo, después vino la traición de esos corruptos y adinerados humanos… esos a los que pareces defender, quienes provocaron la mayor parte de daño a este planeta y quienes fueron los primeros en huir de él. –el desprecio en sus palabras fue notorio cada vez más.
-Soy empático con los humanos y sin duda, de estar en sus zapatos, sentiría vergüenza por lo que ya no me corresponde, por lo que abandoné a su suerte, sin contemplaciones, sin preocupaciones, con el egoísmo típico de cualquier humano… -sostuvo la mirada del chico durante un buen tiempo.–Yo creo que todos debimos haber muerto, así este planeta no tendría de que preocuparse, se evitaría un de las peores plagas, también llamadas civilizaciones, que alguna vez lo han pisado. –apretó un poco la quijada, conteniendo la ira que le provocaba hondar en detalles, pues siempre, siempre tendría una respuesta, aunque ni siquiera a él lo satisfaga. –Sueñas con un mundo imposible Drew… uno que no se dio antes y que dudo mucho que se dé ahora, la humanidad es gas razón… si, lo mutantes somos distintos de ellos, nosotros prendimos, ellos no…
Sus ojos se encontraron con los de Drew, la intensidad con que los miraba fue demasiado avasalladora para el gusto de Robert, quien sin poder aguantarla más, apartó la mirada, concentrándose en cualquier otra cosa, pero sin romper la distancia. -¿Sabes lo que pedí cuando veía este mundo caerse? –apenas le regresó la mirada. –Pedí morir… -soltó sin más, por primera vez alguien se esteraba de eso, nunca en lo que llevaba en Ragnarök confesó aquello, ni siquiera a Lilith, de quien más confianza tiene. –No todos tenemos tus pensamientos, para muchos ha pasado el tiempo de la fe, de Dios y esas cosas… ha llegado el nuestro, el de los mutantes, nosotros somos los dioses de este planeta. –lo tomó de un hombro y lo volvió a encarar. –Tu deberías saberlo… eres uno de nosotros y ningún humano se compara. –finalizó.
No estaba seguro de hacer su deber, pero no deseaba bajo ninguna circunstancia hacer algo contra ese chico, el verdadero motivo lo desconocía, de momento, pero al menos estaba seguro de lo que hacía, no imaginaba las consecuencias, pero no le importaba. -¿Eres un mutante errante, cierto? –preguntó entonces, creándose en su propia mente la idea de llevarlo con él a la base, de conocer su poder, de ayudarlo a desarrollarlo aún más de cómo lo tuviera. Le dieron ganas de enseñarle todo lo que sabía, de volverlo parte de la organización. Podía ver mucha fortaleza espiritual en Drew, una en la que no cree, pero de la que reconoce su utilidad y si él la aprendía a controlar, entones estarían frente a un mutante muy poderoso, uno que debía estar con ellos.
Robert AylanaMiembro de Ragnarök - Cantidad de envíos : 36
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Re: What happens? / Robert Aylana
Él seguía mirándolo de un modo distinto, con una expresión que no conseguía comprender. Era una mezcla de ternura, reciente respeto... y algo más. Él aguardó para responder hasta que la mano de Robert estuvo sobre su hombro. Ese roce fue algo encantador, quizás muy corto para disfrutarlo, pero el simple echo de sentir su mano sobre él, al igual que su respiración, y escuchar su voz, parecía ser suficiente para tenerlo completamente hipnotizado. Pero eso no era lo mejor. Durante aquellos pocos minutos, algo increíble había sucedido. Durante ese tiempo, había olvidado todo a su alrededor, cualquier preocupación, todo había desaparecido. Y en aquel momento solo él ocupaba su mente, aún cuando el rencor y dolor que demostraba su compañero en cada palabra era algo parecido a un dolor físico en su cuerpo, pero no importaba. Lo único importante es que tenía la confianza de contarle aquello, de decirle sin rodeos todo lo que pasaba por esa cabecilla.
—Hey, hace veinte años la humanidad jamás pensaría que todo esto le pasaría a la tierra, ¿Verdad?, el tener habilidades parecía imposible, más sin embargo no lo es, Robert —sintió de pronto la necesidad de tocarlo, de hacerle sentir bien de alguna manera. Escuchó la confesión de haber desedo morir y al instante sus manos se alzaron, buscando tomar con cuidado el rostro de Robert entre estas. Sin dejar de mirarlo a los ojos, se humedeció los labios, mientras el corazón latía con una mayor rapidez. En parte por estar allí, en parte por que él afloraba todos sus sentidos.—No puedo compartir tu punto de vista, no por ser más poderoso que los humanos debemos someterlos, eso nos convertiría en algo peor, en algo que parece que odias con intensidad, pero siempre es fácil para los demás tomar este tipo de medidas, sólo no te dejes cegar por el rencor, ¿De acuerdo? —más que una petición fue algo parecido a una suplica. Con ayuda de su pulgar izquierdo, acarició sus mejilla con algo de cuidado y cautela, puesto que no deseaba hacerle sentir incómodo.
El ambiente parecía de algún modo más claro. La tarde estaba serena ahora, y una brisa hizo que el cabello de Robert bailara nuevamente, él parecía perfecto, siempre perfecto y estaba mal sentir aquello con un extraño, un extraño que había ganado su confianza tras unos cuantos minutos de conversación. Había sido consciente de cada aliento y movimiento de Robert durante esos instantes y se había percatado de lo que él estaba a punto de hacer. Drew por su parte no podía dejar de observar los tersos labios de su acompañante.—No, no soy un mutante errante, tengo una misión en la vida, algo que espero se cumpla y sé que será así, te confianza en ello —respondió en voz baja. Recién reparaba en que sus manos seguían sosteniendo ambas mejillas de Robert, por lo que de forma rápida y con evidente vergüenza, lo soltó con ese rubor creciente en sus mejillas.
—La pregunta es, ¿tú tienes claras tus ideas?, por que me parece que no es así...—dijo despacio. Había pensado eso o más bien es lo que pensaba en ese momento sobre Robert y estaba claro que no tenía intenciones en contradecirlo, como tampoco quería molestarlo con su comentario. Quizás había abierto la boca de más, pero ser sincero era una cualidad en él, una que a ces le traía ciertos problemas.
—Hey, hace veinte años la humanidad jamás pensaría que todo esto le pasaría a la tierra, ¿Verdad?, el tener habilidades parecía imposible, más sin embargo no lo es, Robert —sintió de pronto la necesidad de tocarlo, de hacerle sentir bien de alguna manera. Escuchó la confesión de haber desedo morir y al instante sus manos se alzaron, buscando tomar con cuidado el rostro de Robert entre estas. Sin dejar de mirarlo a los ojos, se humedeció los labios, mientras el corazón latía con una mayor rapidez. En parte por estar allí, en parte por que él afloraba todos sus sentidos.—No puedo compartir tu punto de vista, no por ser más poderoso que los humanos debemos someterlos, eso nos convertiría en algo peor, en algo que parece que odias con intensidad, pero siempre es fácil para los demás tomar este tipo de medidas, sólo no te dejes cegar por el rencor, ¿De acuerdo? —más que una petición fue algo parecido a una suplica. Con ayuda de su pulgar izquierdo, acarició sus mejilla con algo de cuidado y cautela, puesto que no deseaba hacerle sentir incómodo.
El ambiente parecía de algún modo más claro. La tarde estaba serena ahora, y una brisa hizo que el cabello de Robert bailara nuevamente, él parecía perfecto, siempre perfecto y estaba mal sentir aquello con un extraño, un extraño que había ganado su confianza tras unos cuantos minutos de conversación. Había sido consciente de cada aliento y movimiento de Robert durante esos instantes y se había percatado de lo que él estaba a punto de hacer. Drew por su parte no podía dejar de observar los tersos labios de su acompañante.—No, no soy un mutante errante, tengo una misión en la vida, algo que espero se cumpla y sé que será así, te confianza en ello —respondió en voz baja. Recién reparaba en que sus manos seguían sosteniendo ambas mejillas de Robert, por lo que de forma rápida y con evidente vergüenza, lo soltó con ese rubor creciente en sus mejillas.
—La pregunta es, ¿tú tienes claras tus ideas?, por que me parece que no es así...—dijo despacio. Había pensado eso o más bien es lo que pensaba en ese momento sobre Robert y estaba claro que no tenía intenciones en contradecirlo, como tampoco quería molestarlo con su comentario. Quizás había abierto la boca de más, pero ser sincero era una cualidad en él, una que a ces le traía ciertos problemas.
Drew M. EvansIntegrante de Eirene - Cantidad de envíos : 18
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Re: What happens? / Robert Aylana
De pronto Robert recordó una época en la que pensaba de la misma forma que Drew, cuando sus esperanzas las descansaba sobre la divinidad máxima de los humanos, cuando su fe parecía ser tan grande como la de muchas otras personas. Pero la de él se resquebrajó de una manera impresionante, lo que alguna vez fue luz en su corazón, fue cambiado por el odio y el desprecio hacia todo en lo que creía, porque le falló, los dejó solos, a su suerte, sin contemplaciones, sin escuchar las plegarias a las que tanto acudió. Nada de eso existía ya en Robert. La cascada le recordaba a él mismo, en caída libre, sin nada que pudiera detenerlo, suelto, con el albedrío más suelto que nunca. Si, hora solo necesitaba de él, no de falsas esperanzas.
-Eres dulce al creer en la humanidad de esa forma. –giró su rostro de nuevo al chico, torciendo un gesto en su boca, lo que pareció ser una sonrisa. –Nadie imaginaba lo que en verdad sucedería, el grado de muerte y destrucción, ¿los recuerdas?, fueron impresionantes. –sus ojos brillaron ligeramente, como si estuviera viendo la destrucción en ese momento. -¿Tú que crees que nos harían los humanos, sabes lo que piensan ellos sobre nosotros? –esta vez lo tomó de los dos hombres, apretándolo un poco, pero sin llegar a lastimarlo. –Ellos nos ven como una aberración, una imperfección de la humanidad, no como su futuro, no como una evolución. –sus palabras sonaron impetuosas. –O los sometemos o nos someterán, como si fuéramos animales. –sentenció.
Tal vez lo que transmite es rencor, pero en realidad no lo sentía, no al grado que imaginaba Drew, lo que en verdad pasaba por su mente es el derecho al cual tienen preferencia sobre los humanos. Lo que sucedió después no lo esperaba, sentir las manos del muchacho sobre sus mejillas, no de una forma hostil, sino más bien interesante. ¿Qué rayos está pasando? No comprendía de que se trataba aquello, acaso… ¿acaso un amor a primera vista? No, imposible, eso ha dejado de pasar, ya no existen tales cosas, ahora solo hay dolor, sufrimiento y guerra; no hay nada parecido al amor. Nada. Cerró los ojos por unos momentos, dejándose llevar, incluso suspirando sin que pudiera evitarlo. Al abrir los ojos, pudo verlo aún más hermoso como lo vio al principio y eso lo perturbó.
Se alejó sin previo aviso, sintiendo un dolor extraño en su pecho, uno que no comprendía ni por equivocación. –Si no eres un mutante errante, ¿entonces qué? Debes venir de algún lado. –deseó con todas sus fuerzas que no le dijera “Eirene”, que no le confesara su necesidad de paz para ambos bandos, que se limitara a solo ignorar su pregunta, pues no deseaba asesinarlo. –Mis ideas son claras, no te confundas, mis convicciones son más fuertes de lo que crees. ¿Y las tuyas? –trataba de sonar lo más frívolo posible, darle a entender que no correspondía con la misma intensidad, que aquello solo se trataba de un error, una coincidencia. En su mente nació una preocupación superior a las demás, no deseaba hacerle daño, ni siquiera entrar en su mente u obligarle a decir la verdad.
-Eres dulce al creer en la humanidad de esa forma. –giró su rostro de nuevo al chico, torciendo un gesto en su boca, lo que pareció ser una sonrisa. –Nadie imaginaba lo que en verdad sucedería, el grado de muerte y destrucción, ¿los recuerdas?, fueron impresionantes. –sus ojos brillaron ligeramente, como si estuviera viendo la destrucción en ese momento. -¿Tú que crees que nos harían los humanos, sabes lo que piensan ellos sobre nosotros? –esta vez lo tomó de los dos hombres, apretándolo un poco, pero sin llegar a lastimarlo. –Ellos nos ven como una aberración, una imperfección de la humanidad, no como su futuro, no como una evolución. –sus palabras sonaron impetuosas. –O los sometemos o nos someterán, como si fuéramos animales. –sentenció.
Tal vez lo que transmite es rencor, pero en realidad no lo sentía, no al grado que imaginaba Drew, lo que en verdad pasaba por su mente es el derecho al cual tienen preferencia sobre los humanos. Lo que sucedió después no lo esperaba, sentir las manos del muchacho sobre sus mejillas, no de una forma hostil, sino más bien interesante. ¿Qué rayos está pasando? No comprendía de que se trataba aquello, acaso… ¿acaso un amor a primera vista? No, imposible, eso ha dejado de pasar, ya no existen tales cosas, ahora solo hay dolor, sufrimiento y guerra; no hay nada parecido al amor. Nada. Cerró los ojos por unos momentos, dejándose llevar, incluso suspirando sin que pudiera evitarlo. Al abrir los ojos, pudo verlo aún más hermoso como lo vio al principio y eso lo perturbó.
Se alejó sin previo aviso, sintiendo un dolor extraño en su pecho, uno que no comprendía ni por equivocación. –Si no eres un mutante errante, ¿entonces qué? Debes venir de algún lado. –deseó con todas sus fuerzas que no le dijera “Eirene”, que no le confesara su necesidad de paz para ambos bandos, que se limitara a solo ignorar su pregunta, pues no deseaba asesinarlo. –Mis ideas son claras, no te confundas, mis convicciones son más fuertes de lo que crees. ¿Y las tuyas? –trataba de sonar lo más frívolo posible, darle a entender que no correspondía con la misma intensidad, que aquello solo se trataba de un error, una coincidencia. En su mente nació una preocupación superior a las demás, no deseaba hacerle daño, ni siquiera entrar en su mente u obligarle a decir la verdad.
Robert AylanaMiembro de Ragnarök - Cantidad de envíos : 36
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Re: What happens? / Robert Aylana
Era evidente el sobresalto de Drew al tener a su compañero tan cerca, y fue un alivio que él no hiciera un intento por empujarlo y alejarse de él, al contrario, podía ver más confusión en sus ojos. Finalmente retrocedió, de modo en que cualquier contacto físico con Robert terminase en ese momento, debía comportarse y tenerlo tan cerca nublaba por completo su mente. Unas par de hojas secas de roble que parecían una avanzaron a saltitos hasta sus pies tras el resoplar del viento. En lo alto, el cielo comenzaba a tornarse oscuro, gris. Entonces sintió que la ira y la frustración le escocían en la garganta y hundió los hombros. Se había equivocado. Robert no era el chico pacifista que había pensando no tras la forme de decirle aquel último comentario, después de todo; sabía que no se podía confiar en alguien que recién conocía, su corazón le hacía una mala jugada
Parecía como si todo a su alrededor, el cielo, los robles y la misma cascada, el mismo suelo, estuvieran conectado a él. Robert permanecía parado con la cabeza ligeramente echada hacia atrás y los ojos insondables, con ese color verde azulado, cabellos oscuros, tez pálida, un inmenso e inquietante atractivo, pero con la boca cruel. ¿Quién podría resistirse a todo eso?; dios, era hermoso. Apuesto era una palabra demasiado pobre y gris. El corazón de Drew daba un par de vuelcos y empezó a palpitar con fuerza. Basta, deja de mirarlo, se dijo mentalmente y estuvo obligado a quitar sus ojos de él y enfocarse en un punto muerto de aquella naturaleza que les rodeaba.—Pero eso puede cambiar, animales seremos al someter a las personas, obligarles a hacer cosas en contra de su voluntad, nadie merece eso, ¿Pero sabes?, puedes ser físicamente perfecto, pero creo que tu mente esta un poco podrida —no supo como lo hizo, pero finalmente le dijo lo que sentía hacia su forma de pensar, podría ser hermoso ante sus ojos, incluso podría terminar por derretirse al ver una vez más sus ojos y esa brillante sonrisa, pero la mentalidad que ese chico mantenía no era del agrado de Drew.
Tras regresar su vista a él, observó como esos ojos se llenaron de oscuridad en forma de una fría cólera que barrió el aire entre ambos. Al mirar al interior de aquellos ojos, a la mente de Drew acudió la imagen de una cobra a punto de atacar. Terminó por negar levemente con su cabeza, no mencionaría a Eirene en lo absoluto, ese chico no estaba listo para escuchar algo así.—Estoy de mi lado, no me interesa las peleas absurdas entre humanos y mutantes, si quieren asesinarse, pueden hacerlo, pero no pretendan ser mejores, ¡por que no lo son! —espetó con algo de molestia. su cuerpo se giró de pronto, enfocando su vista sobre el agua azul y dándole la espalda a su compañero, quien solamente le alteraba tanto física como emocionalmente. Se sentía como un adicto frente a la droga que jamás llegaría a probar.
—Sé lo quiero, Robert. Y no me detendré hasta conseguirlo —dijo mientras permanecía quito. Introdujo las manos en los respectivos bolsillos de su pantalón, con su rostro aullante al leve viento.—Espero que eso responda a tu pregunta —agregó. Sin embargo, obstinadamente, no giró hacia él, se negaba rotundamente a mirarlo una vez más. A veces llegar a pensar en la simple idea de que Eirene no conseguiría nada, prefería morir, morir antes de que sus ojos volvieran a ver destrucción, por que eso es lo que ocasionaría la guerra, una destrucción más grande de la que había recibido la tierra.
Parecía como si todo a su alrededor, el cielo, los robles y la misma cascada, el mismo suelo, estuvieran conectado a él. Robert permanecía parado con la cabeza ligeramente echada hacia atrás y los ojos insondables, con ese color verde azulado, cabellos oscuros, tez pálida, un inmenso e inquietante atractivo, pero con la boca cruel. ¿Quién podría resistirse a todo eso?; dios, era hermoso. Apuesto era una palabra demasiado pobre y gris. El corazón de Drew daba un par de vuelcos y empezó a palpitar con fuerza. Basta, deja de mirarlo, se dijo mentalmente y estuvo obligado a quitar sus ojos de él y enfocarse en un punto muerto de aquella naturaleza que les rodeaba.—Pero eso puede cambiar, animales seremos al someter a las personas, obligarles a hacer cosas en contra de su voluntad, nadie merece eso, ¿Pero sabes?, puedes ser físicamente perfecto, pero creo que tu mente esta un poco podrida —no supo como lo hizo, pero finalmente le dijo lo que sentía hacia su forma de pensar, podría ser hermoso ante sus ojos, incluso podría terminar por derretirse al ver una vez más sus ojos y esa brillante sonrisa, pero la mentalidad que ese chico mantenía no era del agrado de Drew.
Tras regresar su vista a él, observó como esos ojos se llenaron de oscuridad en forma de una fría cólera que barrió el aire entre ambos. Al mirar al interior de aquellos ojos, a la mente de Drew acudió la imagen de una cobra a punto de atacar. Terminó por negar levemente con su cabeza, no mencionaría a Eirene en lo absoluto, ese chico no estaba listo para escuchar algo así.—Estoy de mi lado, no me interesa las peleas absurdas entre humanos y mutantes, si quieren asesinarse, pueden hacerlo, pero no pretendan ser mejores, ¡por que no lo son! —espetó con algo de molestia. su cuerpo se giró de pronto, enfocando su vista sobre el agua azul y dándole la espalda a su compañero, quien solamente le alteraba tanto física como emocionalmente. Se sentía como un adicto frente a la droga que jamás llegaría a probar.
—Sé lo quiero, Robert. Y no me detendré hasta conseguirlo —dijo mientras permanecía quito. Introdujo las manos en los respectivos bolsillos de su pantalón, con su rostro aullante al leve viento.—Espero que eso responda a tu pregunta —agregó. Sin embargo, obstinadamente, no giró hacia él, se negaba rotundamente a mirarlo una vez más. A veces llegar a pensar en la simple idea de que Eirene no conseguiría nada, prefería morir, morir antes de que sus ojos volvieran a ver destrucción, por que eso es lo que ocasionaría la guerra, una destrucción más grande de la que había recibido la tierra.
Drew M. EvansIntegrante de Eirene - Cantidad de envíos : 18
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Re: What happens? / Robert Aylana
No supo si lo que realmente vio en Drew fue miedo, pero de pronto le llegó a la mente algo diferente, algo distinto, una forma de acercarse a él no de una manera hostil, más bien, delicada, tal vez es lo que el chico necesitaba o quería ver de él. ¿Pero realmente podría ser hipócrita? No, no deseaba hacerlo, no necesitaba engañarlo, aunque tampoco lo deseaba, se trataba de algo distinto, como una mera necesidad de complacerle, de hacer lo que le pida, de entregar su voluntad. Eso por supuesto no le estaba permitido, él, de entre todos los mutantes de Ragnarök, es el que menos debes depender o someterse a alguien, o uno de los pilares de la organización se vendría abajo y entonces todos quedarían a merced de los humanos.
¿Podría ser que Drew fuera un espía de los humano? Últimamente se enteró de experimentos, que aunque fallidos, tenían un cierto nivel de competencia que los volvería piezas clave en caso de una batalla. Pero no, no podía ser, el chico se veía demasiado bondadoso para ser controlado por los humanos. Decidió entonces no atacar más con sus palabras, sus odios y malos deseos volverían a ser guardados, no necesitaba sacarlos con él, porque parecía hacerle daño y por una extraña razón, no deseaba hacerlo, prefería que lo viera como alguien distinto, alguien que tiene un corazón frio, pero que al mismo tiempo permite que los sentimientos le den un poco de calor. Si Lilith estuviera ahí, sin duda las cosas serían distintas, ella se encargaba de recordarle quien es.
Verlo alejarse le provocó un nudo en la garganta, la cercanía, aunque nueva, ya la extrañaba de una manera poco natural, como si la deseara todo el tiempo, tal vez fuera malo, seguro que sí, pero no le importaba, pues cerca de él, tenía la sensación de sentirse más vivo que nunca. Cuando escuchó las palabras de soledad, lo hizo sentirse tranquilo, si en algún momento se vio amenazado, rápidamente quitó esa mirada y su rostro se vio más relajado. No quería que le temiera, al contrario, debía verlo como alguien que podría no ser tan malo y tal vez no lo fuera, aunque sin duda, su principal prioridad es defender a todos los mutantes, incluso si ello le llevaba a una guerra cruel y despiadada contra los humanos.
-Tu percepción de la naturaleza es idéntica a la mía. –lo miró por unos segundos. –antes de que llegáramos a esto. –aclaró, para que no se confundiera. –Me agrada conocer a alguien que sabe lo que quiere. –sonrió, sin darse cuenta, de una manera más amable, incluso divertida. –Las personas así, tienen la oportunidad de lograr grandes cosas, si se mantienen firmes en sus propósitos. –tomando un poco la iniciativa, se acercó, ahora, la idea de matarlo terminó de tajo. –Dime Drew… ¿Qué estás dispuesto a hacer para cumplir tus objetivos? –caminó alrededor de él, mirándolo con vehemencia. -¿Imaginas lo que tienes que sacrificar? –preguntó después. –Porque vamos, ¿no creerás que todo será fácil? Hay ocasiones, que para lograr la paz, se debe hacer la guerra. –de alguna forma, lo único que intentaba es medir el nivel de sus convicciones.
A pesar de todo, Robert seguía reticente a leerle su mente, no lo haría, prefería que fuera él mismo quien se abriera, que le dijera todo lo que quisiera, para que Robert pudiera decidir hasta qué punto podía ser sincero, tal vez no fuera lo correcto, pero ya no es extraño y lo que más desea en que la honestidad de Drew pueda darle el ánimo para creer en lo que ha olvidado. Llegó a un punto en el que podía apreciar más su figura, podía ver que tenía un poco de menor estatura y quizá menos musculatura, pero se notaba delgado y agil, con una figura heterea que podría enloquecer a cualquiera. Del mismo modo su rostro, joven, pulcro, con aspectos delicados y varoniles al mismo tiempo, hace mucho que no veía a nadie con intenciones de algo más.
¿Podría ser que Drew fuera un espía de los humano? Últimamente se enteró de experimentos, que aunque fallidos, tenían un cierto nivel de competencia que los volvería piezas clave en caso de una batalla. Pero no, no podía ser, el chico se veía demasiado bondadoso para ser controlado por los humanos. Decidió entonces no atacar más con sus palabras, sus odios y malos deseos volverían a ser guardados, no necesitaba sacarlos con él, porque parecía hacerle daño y por una extraña razón, no deseaba hacerlo, prefería que lo viera como alguien distinto, alguien que tiene un corazón frio, pero que al mismo tiempo permite que los sentimientos le den un poco de calor. Si Lilith estuviera ahí, sin duda las cosas serían distintas, ella se encargaba de recordarle quien es.
Verlo alejarse le provocó un nudo en la garganta, la cercanía, aunque nueva, ya la extrañaba de una manera poco natural, como si la deseara todo el tiempo, tal vez fuera malo, seguro que sí, pero no le importaba, pues cerca de él, tenía la sensación de sentirse más vivo que nunca. Cuando escuchó las palabras de soledad, lo hizo sentirse tranquilo, si en algún momento se vio amenazado, rápidamente quitó esa mirada y su rostro se vio más relajado. No quería que le temiera, al contrario, debía verlo como alguien que podría no ser tan malo y tal vez no lo fuera, aunque sin duda, su principal prioridad es defender a todos los mutantes, incluso si ello le llevaba a una guerra cruel y despiadada contra los humanos.
-Tu percepción de la naturaleza es idéntica a la mía. –lo miró por unos segundos. –antes de que llegáramos a esto. –aclaró, para que no se confundiera. –Me agrada conocer a alguien que sabe lo que quiere. –sonrió, sin darse cuenta, de una manera más amable, incluso divertida. –Las personas así, tienen la oportunidad de lograr grandes cosas, si se mantienen firmes en sus propósitos. –tomando un poco la iniciativa, se acercó, ahora, la idea de matarlo terminó de tajo. –Dime Drew… ¿Qué estás dispuesto a hacer para cumplir tus objetivos? –caminó alrededor de él, mirándolo con vehemencia. -¿Imaginas lo que tienes que sacrificar? –preguntó después. –Porque vamos, ¿no creerás que todo será fácil? Hay ocasiones, que para lograr la paz, se debe hacer la guerra. –de alguna forma, lo único que intentaba es medir el nivel de sus convicciones.
A pesar de todo, Robert seguía reticente a leerle su mente, no lo haría, prefería que fuera él mismo quien se abriera, que le dijera todo lo que quisiera, para que Robert pudiera decidir hasta qué punto podía ser sincero, tal vez no fuera lo correcto, pero ya no es extraño y lo que más desea en que la honestidad de Drew pueda darle el ánimo para creer en lo que ha olvidado. Llegó a un punto en el que podía apreciar más su figura, podía ver que tenía un poco de menor estatura y quizá menos musculatura, pero se notaba delgado y agil, con una figura heterea que podría enloquecer a cualquiera. Del mismo modo su rostro, joven, pulcro, con aspectos delicados y varoniles al mismo tiempo, hace mucho que no veía a nadie con intenciones de algo más.
Robert AylanaMiembro de Ragnarök - Cantidad de envíos : 36
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Re: What happens? / Robert Aylana
Estaba en blanco, sus labios eran una linea delgada. Sentía como si las palabras la hubieran atropellado, en expoliaciones, en recriminaciones sobre el comportamiento de los humanos. Robert provocaba dudas en él y eso le inundaba de temor, ¿Y qué si él tenía razón en unas cuantas cosas?. No, no, se repitió una y otra vez en su mente. La violencia sólo atraía más violencia y los culpables eran los mutantes, ellos mismos habían apretado el gatillo, les declaraban la guerra a los humanos tras su regreso. Dio un traspié en el camino cubierto de maleza que cruzaba las cercanías, pero siguió avanzando, la cabeza gacha, los brazos en sus costados, sus manos aún en los bolsillos. Había conocido aquel lugar toda su vida, y podría orientarse a ciegas por él. Cuando por fin llegó al puente que se había construido a base de escombros, se detuvo en el inicio de este. Las palabras de Robert seguían resonando en su cabeza, parecía como si tratara de confundirlo, pero a la vez se volvía dulce, una persona fría pero que aún conservaba un corazón noble.
Estaba justo detrás de él, podría sentirlo caminando a sus espaldas, tan cerca que sus ropas le rozaron cuando se dio la vuelta. A aquella distancia notaba el calor de su cuerpo, el sonido de su respiración. Se quedó allí quieto, intentando calmar la respiración que se vio acelerada tras escuchar ese tono divertido en él, y le observó finalmente con atención. Su rostro dejo de ser cruel, ahora netamente parecía un ángel, un ángel con las más puras intenciones y eso provoco que la confianza entre ellos volviera a crecer. No había pensado hacerlo antes de hacerlo, y luego apenas pudo creer que lo había hecho. Pero su mano se entrelazó con la de él. No sabía si era por que confiaba en él o por el simple echo de sentir el contacto de piel con piel. Dio una leve respiración a modo de suspiro, sentir su suave piel, sus dedos entre los suyos, la conección entre ambos era mayor.
—Siempre tenemos alternativas y la guerra no es la solución...ellos nos dejaron aquí, pero fuimos nosotros quienes dimos el primer golpe —susurró con la mirada puesta en esos ojos claros. Nadie podría ser capaz de destrozar la hermosa serenidad del momento. Vio su rostro, pálido y apremiante, sus ojos verdes, deseaba recordar cada detalle de él, de ese rostro perfecto. Intentó decir algo, pero las palabras se amontonaban tras su torpe lengua.
—Una guerra me quitó lo que más quería, se llevo una parte de mí, más sin embargo no odio a los culpables...y no creo que pueda haber otro sacrificio más grande que ese...—su voz cambio de pronto, pasando de ser amable a ser melancólica, entonces, rompió en contacto físico que había mantenido con Robert. Por un momento Stefan desapareció de su mente, a causa de...¿su nueva compañía?. Pero finalmente los recuerdos volvían a su mente otra vez, y solo quería detenerlos, volver a como estaba hace un par de minutos, cómodo y seguro con Robert.
Estaba justo detrás de él, podría sentirlo caminando a sus espaldas, tan cerca que sus ropas le rozaron cuando se dio la vuelta. A aquella distancia notaba el calor de su cuerpo, el sonido de su respiración. Se quedó allí quieto, intentando calmar la respiración que se vio acelerada tras escuchar ese tono divertido en él, y le observó finalmente con atención. Su rostro dejo de ser cruel, ahora netamente parecía un ángel, un ángel con las más puras intenciones y eso provoco que la confianza entre ellos volviera a crecer. No había pensado hacerlo antes de hacerlo, y luego apenas pudo creer que lo había hecho. Pero su mano se entrelazó con la de él. No sabía si era por que confiaba en él o por el simple echo de sentir el contacto de piel con piel. Dio una leve respiración a modo de suspiro, sentir su suave piel, sus dedos entre los suyos, la conección entre ambos era mayor.
—Siempre tenemos alternativas y la guerra no es la solución...ellos nos dejaron aquí, pero fuimos nosotros quienes dimos el primer golpe —susurró con la mirada puesta en esos ojos claros. Nadie podría ser capaz de destrozar la hermosa serenidad del momento. Vio su rostro, pálido y apremiante, sus ojos verdes, deseaba recordar cada detalle de él, de ese rostro perfecto. Intentó decir algo, pero las palabras se amontonaban tras su torpe lengua.
—Una guerra me quitó lo que más quería, se llevo una parte de mí, más sin embargo no odio a los culpables...y no creo que pueda haber otro sacrificio más grande que ese...—su voz cambio de pronto, pasando de ser amable a ser melancólica, entonces, rompió en contacto físico que había mantenido con Robert. Por un momento Stefan desapareció de su mente, a causa de...¿su nueva compañía?. Pero finalmente los recuerdos volvían a su mente otra vez, y solo quería detenerlos, volver a como estaba hace un par de minutos, cómodo y seguro con Robert.
Drew M. EvansIntegrante de Eirene - Cantidad de envíos : 18
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Re: What happens? / Robert Aylana
Las cosas poco a poco tomaron un caríz muy distinto, aunque con menor confusión, pues parecía que las cosas que alguna vez conoció de lejos, si se volvían realidad; cuando le hablaba del amor, de conocer a la persona ideal, de sentirte atraído de una forma que no puedes controlar, todas esas manera de ver la vida que en algún momento consideró cursis, se estaban formando dentro de su cabeza de una forma avasalladora, como si fundieran todas esas barreras que en automático impuso a las demás personas, luego de tanto pesar. Encontrarse con Drew, en esas circunstancias, con esa aparente casualidad, fue como si un rayo de luz lo hubiese atravesado tan de pronto, que su mente no se encontraba preparada para resistir tal embestida.
Lo peor o mejor, según el punto de vista, es que la naturaleza misma se encargaba de que todo pareciera mágico e irreal, su belleza lo deslumbraba aún más, haciéndole creer que no se equivocaba, que en verdad estaba ante la única oportunidad de cambiar su vida para siempre. Cuando vio que el chico se alejaba, de inmediato y sin dudarlo fue tras de él, pues de improviso pudo percibir como si su lejanía lo devolviera a la oscuridad a la que estaba acostumbrado y que de momento le incomodó como nunca en muchos años. Drew le estaba provocando un efecto muy complicado de describir, como si fuera la única llama en medio de un desierto de hielo, o la única antorcha en una oscura cueva. Todo eso ponía en jaque la mente de Robert.
De improviso y sin saber exactamente por qué, Drew lo tomó de la mano y correspondiendo por mera inercia, entrelazó sus dedos con los del chico, percibiendo la suavidad de sus manos, algo no tan típico, pues el trabajo pesado siempre provocaba que la piel se endureciera y se sintiera áspera. Pero él no, todo lo contrario. No quiso opinar más sobre el tema de la guerra, pues parecía ser muy delicado de tratar con Drew y eso no le gustaba, de pronto prefería darle la razón, para que no intentara alejarse o lo viera con temor o sencillamente se viera el rechazo a sus pensamientos. De todas formas, el destino siempre les llevaba a la peor parte. Su gusto por mantenerse de esa forma con Drew, fue mucho mayor cada vez, sin embargo, en un giro inesperado de la situación, soltó su mano y se quedó callado ante sus propias palabras.
-¿Pasa algo? –preguntó, realmente interesado por aquel cambio de humor. –Igual no es de mi incumbencia. –nuevamente estuvo tentado a leer su mente y enterarse de todo lo sucedido, pero no deseaba hacerlo, quería seguir creyendo en el chico. –Es triste perder a alguien, sobre todo a quien amas. –recordó a su hermano menor, a quien cree muerto, pues le perdió la pista desde el despegue de las naves. No necesitó ni siquiera preguntarle, pues al poner atención a sus palabras, pudo saber cuál fue el principal motivo a su desistimiento. Quiso tocarle el hombro, darle a entender que lo apoyaba, pero se acaban de conocer y cualquier contacto más de lo normal, podría hacer entrever su deseo sexual, algo que arruinaría la manera en que se estaban llevando a cabo las cosas. No que no lo deseara, pero sentía que profanaría algo muy sagrado.
Lo peor o mejor, según el punto de vista, es que la naturaleza misma se encargaba de que todo pareciera mágico e irreal, su belleza lo deslumbraba aún más, haciéndole creer que no se equivocaba, que en verdad estaba ante la única oportunidad de cambiar su vida para siempre. Cuando vio que el chico se alejaba, de inmediato y sin dudarlo fue tras de él, pues de improviso pudo percibir como si su lejanía lo devolviera a la oscuridad a la que estaba acostumbrado y que de momento le incomodó como nunca en muchos años. Drew le estaba provocando un efecto muy complicado de describir, como si fuera la única llama en medio de un desierto de hielo, o la única antorcha en una oscura cueva. Todo eso ponía en jaque la mente de Robert.
De improviso y sin saber exactamente por qué, Drew lo tomó de la mano y correspondiendo por mera inercia, entrelazó sus dedos con los del chico, percibiendo la suavidad de sus manos, algo no tan típico, pues el trabajo pesado siempre provocaba que la piel se endureciera y se sintiera áspera. Pero él no, todo lo contrario. No quiso opinar más sobre el tema de la guerra, pues parecía ser muy delicado de tratar con Drew y eso no le gustaba, de pronto prefería darle la razón, para que no intentara alejarse o lo viera con temor o sencillamente se viera el rechazo a sus pensamientos. De todas formas, el destino siempre les llevaba a la peor parte. Su gusto por mantenerse de esa forma con Drew, fue mucho mayor cada vez, sin embargo, en un giro inesperado de la situación, soltó su mano y se quedó callado ante sus propias palabras.
-¿Pasa algo? –preguntó, realmente interesado por aquel cambio de humor. –Igual no es de mi incumbencia. –nuevamente estuvo tentado a leer su mente y enterarse de todo lo sucedido, pero no deseaba hacerlo, quería seguir creyendo en el chico. –Es triste perder a alguien, sobre todo a quien amas. –recordó a su hermano menor, a quien cree muerto, pues le perdió la pista desde el despegue de las naves. No necesitó ni siquiera preguntarle, pues al poner atención a sus palabras, pudo saber cuál fue el principal motivo a su desistimiento. Quiso tocarle el hombro, darle a entender que lo apoyaba, pero se acaban de conocer y cualquier contacto más de lo normal, podría hacer entrever su deseo sexual, algo que arruinaría la manera en que se estaban llevando a cabo las cosas. No que no lo deseara, pero sentía que profanaría algo muy sagrado.
Robert AylanaMiembro de Ragnarök - Cantidad de envíos : 36
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Re: What happens? / Robert Aylana
Lo cierto era que pensar Stefan la mayoría de las vaces le hacía sonreír, y aunque la boca de Drew tenía una expresión seria, sus ojos estaban risueños. Sorprendido de sí mismo, advirtió que estaba sintiendo exactamente todo lo que en su momento Stefan le hizo sentir, ¿Pero podría ser posible tal cosa?. Si olvidaba a Stefan probablemente también su misión y no, no quería ser feliz, no lo merecía de momento. Aunque era virtualmente infalible. Seguro que no podía resistirse a un hombre como él, alguien que era capaz se mover su mundo por completo. Pareció que transcurría un siglo antes de que Robert diera las últimas palabras, sintió un nudo en su garganta y entonces, volvió a tomar su mano con fuerza. Él también extrañaba a una persona, quizás esa era la razón de su comportamiento, de su odio contra los humanos. Y con el corazón latiéndole con fuerza, se colocó directamente en el camino de su compañero, tan cerca que impedía se alejara.
Alzó la mirada y se encontró con sus ojos justo a la altura de la boca del muchacho. Su mente se quedó en blanco. ¿Qué era lo que se suponía que debía decir?. Abrió la boca y de algún modo las palabras que vinieron a su mente brotaron atropelladamente.
—¿Crees en el destino?, por que algunas veces las cosas pasan por una razón, cuando piensas que nada podría mejorar, llega una persona especial, que con el simple hecho de estar a su lado te hace feliz...—por un momento no pudo creer que él estuviera hablando, que estuviera diciendo todo aquello. Su boca siguió pronunciando el discurso.—Puede sonar descabellado y quizás pienses que soy un demente, pero, tu...tu eres esa persona para mí —terminó por decir con voz entrecortada. Sintió un aturdimiento en todo el cuerpo y una sensación de ahogo en la garganta. Pero por otra parte, quería que al menos Robert supiera lo que había provocado en él con el simple acto de conversar un momento.
Agradeció la quietud; probablemente habría dicho palabra alguna si no estuvieran en ese lugar tan agradable. No sabía exactamente qué hacer consigo mismo. Ahora que finalmente ya podía respirar con alivio, soltó de nueva cuenta las manos de su compañero, pero esta vez no se alejo, sino volvió a tomar su angelical rostro entre ambas manos. Su pulso se había acelerado y las rodillas habían estado a punto de doblarse. Sentía las palmas húmedas. Y un raro dolor en el estomago. ¿Le interesaba Robert porque la ponía nervioso y pensaba de una forma tan diferente?. No era una buena razón, se dijo. De hecho, era una muy mala razón. Pero estaba también aquella boca. Aquella boca tan perfecta que hacía que sus rodillas se doblaran con algo que no tenía nada que ver con el nerviosismo. Y aquellos cabellos negros como la noche; sus dedos ansiaban entretejerse en su suavidad. Aquel cuerpo ágil de musculatura plana y aquella voz que le hacia sentir que todo estaría bien.
Su conmocionada seguridad en sí mismo había regresado, y aunque no lo comprendía, sabía una cosa: no quería alejarse de él. Y entonces, sin poderlo evitar, él inclinó la cabeza hacia sus labios. Su pulso se aceleraba al igual que el latido de su corazón, fue acercándose lentamente a esos labios carnosos, si Robert deseaba alejarse, se lo permitiría. Su mirada se clavó sobre la de él y entonces sintió el pequeño roce de sus labios y las ganas de besarlo se vieron en aumento, ya no podía seguir retrasando aquello, deseaba sentir sus labios contra los suyos, fundirse en un largo beso.
Alzó la mirada y se encontró con sus ojos justo a la altura de la boca del muchacho. Su mente se quedó en blanco. ¿Qué era lo que se suponía que debía decir?. Abrió la boca y de algún modo las palabras que vinieron a su mente brotaron atropelladamente.
—¿Crees en el destino?, por que algunas veces las cosas pasan por una razón, cuando piensas que nada podría mejorar, llega una persona especial, que con el simple hecho de estar a su lado te hace feliz...—por un momento no pudo creer que él estuviera hablando, que estuviera diciendo todo aquello. Su boca siguió pronunciando el discurso.—Puede sonar descabellado y quizás pienses que soy un demente, pero, tu...tu eres esa persona para mí —terminó por decir con voz entrecortada. Sintió un aturdimiento en todo el cuerpo y una sensación de ahogo en la garganta. Pero por otra parte, quería que al menos Robert supiera lo que había provocado en él con el simple acto de conversar un momento.
Agradeció la quietud; probablemente habría dicho palabra alguna si no estuvieran en ese lugar tan agradable. No sabía exactamente qué hacer consigo mismo. Ahora que finalmente ya podía respirar con alivio, soltó de nueva cuenta las manos de su compañero, pero esta vez no se alejo, sino volvió a tomar su angelical rostro entre ambas manos. Su pulso se había acelerado y las rodillas habían estado a punto de doblarse. Sentía las palmas húmedas. Y un raro dolor en el estomago. ¿Le interesaba Robert porque la ponía nervioso y pensaba de una forma tan diferente?. No era una buena razón, se dijo. De hecho, era una muy mala razón. Pero estaba también aquella boca. Aquella boca tan perfecta que hacía que sus rodillas se doblaran con algo que no tenía nada que ver con el nerviosismo. Y aquellos cabellos negros como la noche; sus dedos ansiaban entretejerse en su suavidad. Aquel cuerpo ágil de musculatura plana y aquella voz que le hacia sentir que todo estaría bien.
Su conmocionada seguridad en sí mismo había regresado, y aunque no lo comprendía, sabía una cosa: no quería alejarse de él. Y entonces, sin poderlo evitar, él inclinó la cabeza hacia sus labios. Su pulso se aceleraba al igual que el latido de su corazón, fue acercándose lentamente a esos labios carnosos, si Robert deseaba alejarse, se lo permitiría. Su mirada se clavó sobre la de él y entonces sintió el pequeño roce de sus labios y las ganas de besarlo se vieron en aumento, ya no podía seguir retrasando aquello, deseaba sentir sus labios contra los suyos, fundirse en un largo beso.
Drew M. EvansIntegrante de Eirene - Cantidad de envíos : 18
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Re: What happens? / Robert Aylana
Alguna vez, durante su adolescencia, recordó el sentimiento aquel en el que su estómago parecía llenarse de mariposas que revoloteaban de una manera estruendosa, tanto que hasta le provocaba dolor. Muchas veces se sintió atraído por chicos, aunque todas sus relaciones fueron con chicas que el enseñaron a sentirse querido, a creer en el amor y dejarse llevar por una ola de necesidades que lo hacían sentirse vivo. Solo en una ocasión tuvo la oportunidad de amar a un hombre, uno que conoció por poco tiempo y en circunstancias que los obligaron a separarse casi desde el comienzo, pues aunque ambos tenían convicciones similares, no podían dejar sus ideales tan fácilmente, ni siquiera por una persona con la que se sentían bien.
Pero ya no eran esos tiempos, ya no tenía los mismos ideales y ni siquiera había tenido la misma oportunidad de encontrarse con alguien que le hiciera sentirse distinto. Hasta ahora. Esa manera en que Drew lo miraba, o lo que lo hacía sentir, sin duda es algo que no recordaba, que le revolvía la mente y que sin duda lo volvía vulnerable. Es precisamente eso por lo que mantiene grandes reservas, pues teme que al dejarse llevar por sentimientos que creía perdidos, se vuelva débil a sus propósitos, que deje de ser el mismo de antes. El contacto que en algún momento se perdió, volvió a ser real, sentir su mano, ese contacto tibio y tranquilizador que de pronto lo hizo olvidarse de sí mismo y concentrarse de lleno en los ojos de Drew.
-El destino… -habló con lentitud, escuchando sus palabras con atención. –El destino no está predicho, nuestro destino es forjado por cada uno de nosotros, siempre de acuerdo a nuestras decisiones, equivocadas o no. –lo miró a los ojos, igual no compartía su punto de vista, pero no le interesaba, pues de pronto pareció que las palabras se volvían vanas frente al contacto de sus miradas y el agarre de sus manos. –Cada una de nuestras acciones nos han llevado a esto, nada es por casualidad. –por unos momentos se mostró escéptico, no quería creer en aquello, no necesitaba que alguien se apareciera en su vida para hacerle ver lo equivocado de sus decisiones. Pero las últimas palabras de Drew lo hicieron ceder de una manera impresionante.
-Yo creo… -pero sus creencias ya no pudieron ser expresadas, no estaba dispuesto a mostrarse blando, tampoco admitiría que todo aquello le agradaba, que en verdad llegó a pensar que Drew apareció porque debía hacerlo, porque ambos, después de mucho tiempo, se encontraron en el momento preciso, exacto. Si, parecía como si el destino hubiese decidido por sobre ellos y los colocara justo donde debían estar, en el tiempo y lugar exactos. Y entonces ocurrió. Pudo notar algo que ya no recordaba, esa sensación de júbilo, nerviosismo y mariposas rondándole en el estómago, volvió de una manera tan imprevista, que sus sentidos se bloquearon, no pudo actuar de otra forma, más que siguiendo sus instintos, su mente estaba en calma por primera vez en mucho tiempo.
La cercanía con Drew fue impresionante, como si lo tuviera a su merced, de hecho, así lo sentía, como si él mismo se hubiera entregado. Cundo el otro se acercó aún más, las cosas dejaron de importar a su alrededor, se concentró solo en lo que tenía enfrente, no solo los ojos y su boca, todo el rostro del chico le parecía encantador. Cuando los labios de Drew rozaron los suyos, su cuerpo se aflojó, casi como si perdiera voluntad. La idea de alejarse fue muy lejana en aquellos momentos y con el mismo deseo del principio, decidió hacerlo. Necesitaba recordarlo. Fue él quien terminó por acortar la distancia, pegó sus labios a los del chico y con lentitud empezó a profundizar el beso, incluso se atrevió a llevar sus manos a la cintura del chico y apretarlo contra su cuerpo.
Pero ya no eran esos tiempos, ya no tenía los mismos ideales y ni siquiera había tenido la misma oportunidad de encontrarse con alguien que le hiciera sentirse distinto. Hasta ahora. Esa manera en que Drew lo miraba, o lo que lo hacía sentir, sin duda es algo que no recordaba, que le revolvía la mente y que sin duda lo volvía vulnerable. Es precisamente eso por lo que mantiene grandes reservas, pues teme que al dejarse llevar por sentimientos que creía perdidos, se vuelva débil a sus propósitos, que deje de ser el mismo de antes. El contacto que en algún momento se perdió, volvió a ser real, sentir su mano, ese contacto tibio y tranquilizador que de pronto lo hizo olvidarse de sí mismo y concentrarse de lleno en los ojos de Drew.
-El destino… -habló con lentitud, escuchando sus palabras con atención. –El destino no está predicho, nuestro destino es forjado por cada uno de nosotros, siempre de acuerdo a nuestras decisiones, equivocadas o no. –lo miró a los ojos, igual no compartía su punto de vista, pero no le interesaba, pues de pronto pareció que las palabras se volvían vanas frente al contacto de sus miradas y el agarre de sus manos. –Cada una de nuestras acciones nos han llevado a esto, nada es por casualidad. –por unos momentos se mostró escéptico, no quería creer en aquello, no necesitaba que alguien se apareciera en su vida para hacerle ver lo equivocado de sus decisiones. Pero las últimas palabras de Drew lo hicieron ceder de una manera impresionante.
-Yo creo… -pero sus creencias ya no pudieron ser expresadas, no estaba dispuesto a mostrarse blando, tampoco admitiría que todo aquello le agradaba, que en verdad llegó a pensar que Drew apareció porque debía hacerlo, porque ambos, después de mucho tiempo, se encontraron en el momento preciso, exacto. Si, parecía como si el destino hubiese decidido por sobre ellos y los colocara justo donde debían estar, en el tiempo y lugar exactos. Y entonces ocurrió. Pudo notar algo que ya no recordaba, esa sensación de júbilo, nerviosismo y mariposas rondándole en el estómago, volvió de una manera tan imprevista, que sus sentidos se bloquearon, no pudo actuar de otra forma, más que siguiendo sus instintos, su mente estaba en calma por primera vez en mucho tiempo.
La cercanía con Drew fue impresionante, como si lo tuviera a su merced, de hecho, así lo sentía, como si él mismo se hubiera entregado. Cundo el otro se acercó aún más, las cosas dejaron de importar a su alrededor, se concentró solo en lo que tenía enfrente, no solo los ojos y su boca, todo el rostro del chico le parecía encantador. Cuando los labios de Drew rozaron los suyos, su cuerpo se aflojó, casi como si perdiera voluntad. La idea de alejarse fue muy lejana en aquellos momentos y con el mismo deseo del principio, decidió hacerlo. Necesitaba recordarlo. Fue él quien terminó por acortar la distancia, pegó sus labios a los del chico y con lentitud empezó a profundizar el beso, incluso se atrevió a llevar sus manos a la cintura del chico y apretarlo contra su cuerpo.
Robert AylanaMiembro de Ragnarök - Cantidad de envíos : 36
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Re: What happens? / Robert Aylana
Robert seguía cerca de su rostro, lo que demostraba que no le molestaba la cercanía entre ambos, más sin embargo parecía nervioso, diferente. ¿Cómo poder saber exactamente lo que Robert deseaba?, no quería incomodarlo, pero...aquellos labios le parecían irresistibles ahora que podía apreciarlos mejor, tenían un color rozado que acompañados de esos hermosos ojos claros creaban el rostro ideal. Lanzó un suspiró al aire, su corazón latía rápidamente. Lo miró con algo de confusión y entonces ocurrió, su compañero fue el causante de que sus labios se unieran con intensidad. Sus manos automáticamente descendieron por su rostro, de forma que sus brazos rodearon su cuello en poco tiempo, con algo de fuerza, no quería dejarlo ir, se aferraría a él hasta el último momento. Adentró su lengua en la boca ajena, y pudo sentir el sabor de su dulce boca, ni siquiera con Stefan había sentido algo así.
Aquello estaba fuera de control, se dijo de improviso. Lo que sucedía allí, fuera lo que fuera, escapaba a su comprensión, no era nada normal ni cuerdo. Pero ya no se podía parar, e incluso aterrorizado con las consecuencias que esto podía traer, disfrutaba con ello. Era el momento más intenso que había experimentado, nadie, nunca en su vida había sido capaz de brindarle tan enorme sentimiento; él se limitaba a contemplarlo, como hipnotizado, y Robert le devolvía la mirada, mientras la energía brillaba entre ellos como un rayo calorífico. Vio que su mirada ardía de placer, y sintió el salvaje salto de su propio corazón. Finalmente sus ojos se cerraron por completo, entregándose al intenso beso que poco a poco parecía tomar fuerza, pasión. Sentir las fuertes manos de su compañero sobre su cintura, solo provocó que su excitación se vieran en aumento.
Por un momento su cuerpo se estremeció y el beso se volvió aún más abrasador, intenso. Por inercia, sus cuerpos se unieron completamente, tanto por la fuerza que Robert ejercía en su agarre, como por los brazos de Drew, que impedían sus labios se alejaran. El universo se encogió alrededor de ellos. No existía nada más, y el contacto de sus brazos sobre su cuerpo, y el fuego de sus labios sobre los suyos. En ese momento no reparó en el daño que podrían sufrir si las cosas no terminaban bien. Desearía a toda costa detener el tiempo un momento, sólo para seguir recorriendo sus labios con dedicación. Él fue quien se alejó, con la respiración acelerada, al igual que su pulso. No tenía aire en sus pulmones y esa fue la razón por la que el beso termino, aunque la cercanía entre ambos continuaba.—No tengo la fuerza para mantenerme alejado de ti —dijo apenas con algo de dificultad. El aroma de Robert le embriaga de una forma única, sí, él era su droga.
Se lo había dicho antes, y era cierto, pero sólo en esos momentos empezaba a darse cuenta de cuánto tiempo le había costado llegar a esa conclusión, podía volverse a enamorar. Robert era el chico fuerte y atractivo, con el que podía sentirse seguro y ahora que era capaz de probar el dulce sabor de sus labios, se negaba a detener aquello, lo deseaba y lo necesitaba. Había sido consciente de cada aliento y movimiento de su amigo durante esos instantes.—¿Puedes quedarte cerca?, al menos esta noche...—agregó en voz baja. Estaba a punto de oscurecer y aquello poco le importaba, nada a su alrededor importaba, solo el tener cerca de su cuerpo a ese hombre encantador.
Aquello estaba fuera de control, se dijo de improviso. Lo que sucedía allí, fuera lo que fuera, escapaba a su comprensión, no era nada normal ni cuerdo. Pero ya no se podía parar, e incluso aterrorizado con las consecuencias que esto podía traer, disfrutaba con ello. Era el momento más intenso que había experimentado, nadie, nunca en su vida había sido capaz de brindarle tan enorme sentimiento; él se limitaba a contemplarlo, como hipnotizado, y Robert le devolvía la mirada, mientras la energía brillaba entre ellos como un rayo calorífico. Vio que su mirada ardía de placer, y sintió el salvaje salto de su propio corazón. Finalmente sus ojos se cerraron por completo, entregándose al intenso beso que poco a poco parecía tomar fuerza, pasión. Sentir las fuertes manos de su compañero sobre su cintura, solo provocó que su excitación se vieran en aumento.
Por un momento su cuerpo se estremeció y el beso se volvió aún más abrasador, intenso. Por inercia, sus cuerpos se unieron completamente, tanto por la fuerza que Robert ejercía en su agarre, como por los brazos de Drew, que impedían sus labios se alejaran. El universo se encogió alrededor de ellos. No existía nada más, y el contacto de sus brazos sobre su cuerpo, y el fuego de sus labios sobre los suyos. En ese momento no reparó en el daño que podrían sufrir si las cosas no terminaban bien. Desearía a toda costa detener el tiempo un momento, sólo para seguir recorriendo sus labios con dedicación. Él fue quien se alejó, con la respiración acelerada, al igual que su pulso. No tenía aire en sus pulmones y esa fue la razón por la que el beso termino, aunque la cercanía entre ambos continuaba.—No tengo la fuerza para mantenerme alejado de ti —dijo apenas con algo de dificultad. El aroma de Robert le embriaga de una forma única, sí, él era su droga.
Se lo había dicho antes, y era cierto, pero sólo en esos momentos empezaba a darse cuenta de cuánto tiempo le había costado llegar a esa conclusión, podía volverse a enamorar. Robert era el chico fuerte y atractivo, con el que podía sentirse seguro y ahora que era capaz de probar el dulce sabor de sus labios, se negaba a detener aquello, lo deseaba y lo necesitaba. Había sido consciente de cada aliento y movimiento de su amigo durante esos instantes.—¿Puedes quedarte cerca?, al menos esta noche...—agregó en voz baja. Estaba a punto de oscurecer y aquello poco le importaba, nada a su alrededor importaba, solo el tener cerca de su cuerpo a ese hombre encantador.
Drew M. EvansIntegrante de Eirene - Cantidad de envíos : 18
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Nivel/Poder: (5) tiene la habilidad de controlar el fuego, no en grandes proporciones y no es capaz de crearlo de la nada, pero es completamente inmune a este.
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(4/10)
Re: What happens? / Robert Aylana
Estaba sucediendo de nuevo, tenía a alguien entre sus brazos, una persona con la que quería mucho más, necesitaba sentirse querido de esa forma, deseaba con todas sus ganas volver a recordar lo que es amar. Se dejó llevar por sus impulsos cual adolescente en plena pubertad y no le importaba, le daba igual su raciocinio o lo ilógico de aquello, sencillamente que se sentía atraído por Drew de una forma inexplicable, cada parte de su cuerpo le invitaba a querer tocarlo, a querer abrazarlo. ¡Todo iba en contra de sus convicciones! ¿Dónde quedaba el Robert que todos conocían? Ese que se la pasaba siendo un gilipollas con casi todo el mundo, un pasota y borde a cada segundo que podía, siempre tratando de encontrar los defectos de los demás.
Esta vez se trataba de algo fuera de lo común dentro de su vida que había cambiado tan de pronto, que ni siquiera se detenía a pensar en ello. Se aferró al cuerpo del chico lo más que pudo, intensificando y correspondiendo aquel primer beso como nunca en su vida. Saborear cada parte de la cavidad del otro, tocarlo de una forma sugerente y muy provocadora, llevar sus manos al rostro y bajarlos hasta la cintura, revolver sus cabellos para que se pegara más a su rostro, esa fuerte necesidad por tomarlo ahí mismo lo cegó abrumadoramente. Ya no pensó con claridad, se dejó llevar de lleno por sus instintos, cada vez más necesitados del embriagador perfume natural del otro. Horas atrás, ni siquiera se imaginó encontrarse en esa situación.
-Yo tampoco. –sus respiración se vio entrecortada y como si las fuerzas le fallaran se inclinó un poco, recargando su frente en la del chico, cerrando los ojos y guardándose ese dulce recuerdo como un tesoro. –Hace tanto tiempo… -dijo después, soltando una risilla tonta, una que nadie le conocería nunca jamás. Se separó con lentitud, pero sin abrir los ojos y centrándose aún más en el momento. -¿Quedarme? –preguntó entonces, separándose completamente y mirándolo, pero de una manera distinta no como siempre habituaba ver a las demás personas. Por un momento pensó en decir sí, pero recordó la verdadera razón por la que se encontró ahí. Justo en el preciso momento en que abría sus ojos con sorpresa giraba su rostro a la derecha. –Prince… -murmuró.
Apariencia en este momento
La orden de Robert fue bastante específica, debía recorrer toda la zona y buscar la más mínima pista de traidores y eso fue lo que me dediqué a hacer, pasar por muchas partes e aquel espeso bosque, escuchando de vez en cuando el sonar típico de aquel lugar, pero nada parecía indicar que por ahí se acercaban mutantes o humanos disidentes, no, el bosque parecía intacto en cada una de sus partes, sin señal de atropellamientos o la más mínima muestra de que alguien entrara por esos lares. Pasó cerca de media hora, cuando noté que Robert no estaba en mi mente, como usualmente lo hacía, siempre pendiente de cada una de las cosas que pudiera reportarle; eso se me hizo muy extraño, de todas las veces que salían a una misión de ese estilo, jamás lo dejó de escuchar por tanto tiempo.
Tomando una decisión rápida, decidí regresar sobre mis pasos, pero con la misma cautela del principio y con los sentidos al máximo de atención. Desafortunadamente aún no tenía la capacidad de transformarse en algún animal, lo que resultaría ventajoso para seguir durante más tiempo en el bosque, pues las sospechas de que los Eirene se reunían ahí cada vez son mayores y eso llama mucho la atención de la mayoría de los líderes. Avancé entre la maleza con lentitud, vigilando cada parte por donde pasaba, aprendiéndola incluso, tácticas que aprendí durante el entrenamiento en Ragnarök. Pero una creciente preocupación por Robert, empezó a circular por mi cabeza, se suponía que mi trabajo es cuidarle bajo cualquier concepto, pero de pronto algo pasaba mal.
El punto donde nos separamos fue un ligero alivio, sin embargo, mis presentimientos sobre el estado de Robert no disminuían en preocupación. Así que sin esperar mucho tiempo fui de inmediato en la dirección en que lo vi partir. Me fui lo más rápido posible, pero con la mente fría, no pensando en un Robert herido o muerto, más bien, en cualquier otra posibilidad para que dejara de contactarme. Varios minutos pasaron pero nada me advertía de su presencia, algo admirable, pues se notaba la habilidad de este para peinar zonas que requerían extremo cuidado. Cerca de tres cuartos de horas después, el sonido de unas voces me hizo detener en seco. Primera señal de alguien en ese bosque.
Saqué las dos armas que llevaba en los costados y con el mayor silencio posible, las activé, listas para disparar ante cualquier eventualidad. Mis pasos fueron lentos y muy silencioso, casi podría afirmar que se trataba de un animal muy astuto, preparándose para caerle a su presa. El ruido de la cascada distorsionaba un poco las voces, por eso es que no las reconocí al momento. Hasta que quedé a una distancia prudente, fue que pude observar de quien se trataba. Mis ojos se desorbitaron ante la imagen que veía. Se trataba de Robert, si, sin duda, pero estaba besando a otro chico, por supuesto el problema no es ese, sino que jamás en su vida me imaginé que él tuviera esa clase de sentimientos, con todas las cosas que han hecho en favor de la organización.
Esta vez se trataba de algo fuera de lo común dentro de su vida que había cambiado tan de pronto, que ni siquiera se detenía a pensar en ello. Se aferró al cuerpo del chico lo más que pudo, intensificando y correspondiendo aquel primer beso como nunca en su vida. Saborear cada parte de la cavidad del otro, tocarlo de una forma sugerente y muy provocadora, llevar sus manos al rostro y bajarlos hasta la cintura, revolver sus cabellos para que se pegara más a su rostro, esa fuerte necesidad por tomarlo ahí mismo lo cegó abrumadoramente. Ya no pensó con claridad, se dejó llevar de lleno por sus instintos, cada vez más necesitados del embriagador perfume natural del otro. Horas atrás, ni siquiera se imaginó encontrarse en esa situación.
-Yo tampoco. –sus respiración se vio entrecortada y como si las fuerzas le fallaran se inclinó un poco, recargando su frente en la del chico, cerrando los ojos y guardándose ese dulce recuerdo como un tesoro. –Hace tanto tiempo… -dijo después, soltando una risilla tonta, una que nadie le conocería nunca jamás. Se separó con lentitud, pero sin abrir los ojos y centrándose aún más en el momento. -¿Quedarme? –preguntó entonces, separándose completamente y mirándolo, pero de una manera distinta no como siempre habituaba ver a las demás personas. Por un momento pensó en decir sí, pero recordó la verdadera razón por la que se encontró ahí. Justo en el preciso momento en que abría sus ojos con sorpresa giraba su rostro a la derecha. –Prince… -murmuró.
Apariencia en este momento
La orden de Robert fue bastante específica, debía recorrer toda la zona y buscar la más mínima pista de traidores y eso fue lo que me dediqué a hacer, pasar por muchas partes e aquel espeso bosque, escuchando de vez en cuando el sonar típico de aquel lugar, pero nada parecía indicar que por ahí se acercaban mutantes o humanos disidentes, no, el bosque parecía intacto en cada una de sus partes, sin señal de atropellamientos o la más mínima muestra de que alguien entrara por esos lares. Pasó cerca de media hora, cuando noté que Robert no estaba en mi mente, como usualmente lo hacía, siempre pendiente de cada una de las cosas que pudiera reportarle; eso se me hizo muy extraño, de todas las veces que salían a una misión de ese estilo, jamás lo dejó de escuchar por tanto tiempo.
Tomando una decisión rápida, decidí regresar sobre mis pasos, pero con la misma cautela del principio y con los sentidos al máximo de atención. Desafortunadamente aún no tenía la capacidad de transformarse en algún animal, lo que resultaría ventajoso para seguir durante más tiempo en el bosque, pues las sospechas de que los Eirene se reunían ahí cada vez son mayores y eso llama mucho la atención de la mayoría de los líderes. Avancé entre la maleza con lentitud, vigilando cada parte por donde pasaba, aprendiéndola incluso, tácticas que aprendí durante el entrenamiento en Ragnarök. Pero una creciente preocupación por Robert, empezó a circular por mi cabeza, se suponía que mi trabajo es cuidarle bajo cualquier concepto, pero de pronto algo pasaba mal.
El punto donde nos separamos fue un ligero alivio, sin embargo, mis presentimientos sobre el estado de Robert no disminuían en preocupación. Así que sin esperar mucho tiempo fui de inmediato en la dirección en que lo vi partir. Me fui lo más rápido posible, pero con la mente fría, no pensando en un Robert herido o muerto, más bien, en cualquier otra posibilidad para que dejara de contactarme. Varios minutos pasaron pero nada me advertía de su presencia, algo admirable, pues se notaba la habilidad de este para peinar zonas que requerían extremo cuidado. Cerca de tres cuartos de horas después, el sonido de unas voces me hizo detener en seco. Primera señal de alguien en ese bosque.
Saqué las dos armas que llevaba en los costados y con el mayor silencio posible, las activé, listas para disparar ante cualquier eventualidad. Mis pasos fueron lentos y muy silencioso, casi podría afirmar que se trataba de un animal muy astuto, preparándose para caerle a su presa. El ruido de la cascada distorsionaba un poco las voces, por eso es que no las reconocí al momento. Hasta que quedé a una distancia prudente, fue que pude observar de quien se trataba. Mis ojos se desorbitaron ante la imagen que veía. Se trataba de Robert, si, sin duda, pero estaba besando a otro chico, por supuesto el problema no es ese, sino que jamás en su vida me imaginé que él tuviera esa clase de sentimientos, con todas las cosas que han hecho en favor de la organización.
Robert AylanaMiembro de Ragnarök - Cantidad de envíos : 36
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Re: What happens? / Robert Aylana
Drew lo miraba solemnemente. El era tan hermoso que rompió su corazón con sus pálidos, cincelados rasgos y su oscuro cabello cayendo negligentemente a través de su frente. Y entonces sus dedos habían sido repentinamente frescos y seguros, moviendo el rostro de Robert, levantándolo. Le fue fácil ver la indefensa debilidad en sus ojos, y él dio un paso hacia atrás como si no pudiera evitarlo, necesitaba devolverle su espacio. No quería forzar el momento, pues a pesar que lo deseaba con magnitud, podía pasar simplemente la noche junto a él, únicamente abrazándolo. Pero en el instante siguiente, todo cambio, de pronto su compañero se vio sombrío. ¿Qué había cambiado?, se preguntó mentalmente. El beso quizás no era de su agrado, pero no, lo disfruto, lo supo cuando sintió sus manos sobre su cabeza, al igual que él, deseaba seguir con él beso. ¿Pero entonces qué?. Fue allí cuando escucho un nombre, 'Prince'.
Extendió la mano y lentamente la deslizó debajo del cabello desordenando de Robert. No dijo nada. Sólo se quedo ahí parado mirándolo a los ojos. Poco a poco, se inclinó hacia él y rozó sus labios -tan suavemente- contra los suyos. Sus ojos volvían a cerrarse. Pero luego de un momento se estremeció y deslizó la mano fuera de su cabello. No fue un beso, tan solo un leve roce. —¿Qué pasa?, ¿Quién es Prince? —no pudo evitar preguntar sobre sus labios. No se percataba de momento de aquella presencia ajena, puesto que su concentración estaba netamente en Robert, en sentir su respiración, su pulso, escuchar su melodiosa voz.
Algo le pasaba a Robert, apartaba la vista de él de a momentos para mirar a un lado. Enarcó levemente una ceja y tras unos segundos, giró levemente su rostro, mirando de soslayo en la misma dirección en que lo hacia Robert. Solo hasta entonces pensó en las implicaciones del extraño invitado entre la maleza del bosque. Ese verdaderamente serio, los miraba de forma extraña. ¿Tendría allí mucho tiempo?. ¡Lo único que faltaba!, un mirón interrumpiendo aquel momento tan especial. Se enfureció, no al grado de querer golpear a ese chico, pero lo maldijo al menos una vez en su cabeza.—¿Qué miras? —dijo seriamente. Era evidente que la pregunta no estaba dirigida a Robert, puesto que giró su cuerpo en la misma dirección en que permanecía su mirada, entonces pudo verlo con más claridad, no sería mayor que él, cabello oscuro, un poco atractivo, pero su belleza jamás se podría comparar con la de Robert.
Dio dos pasos hacia el frente y alzó lentamente ambos brazos, dejándolos perfectamente cruzados a la altura de su pecho. Por una razón no sentía ni la más mínima pizca de confianza con aquel hombre, tenía esa mirada fría, aquella que había visto en Robert en el momento que se refería a los humanos. ¿Lo conocería?. Un montón de dudas se amontonaron en su cabeza, pero antes de gesticular algo más, esperaría la respuesta del hombre o en todo caso, una explicación por parte de Robert.
Extendió la mano y lentamente la deslizó debajo del cabello desordenando de Robert. No dijo nada. Sólo se quedo ahí parado mirándolo a los ojos. Poco a poco, se inclinó hacia él y rozó sus labios -tan suavemente- contra los suyos. Sus ojos volvían a cerrarse. Pero luego de un momento se estremeció y deslizó la mano fuera de su cabello. No fue un beso, tan solo un leve roce. —¿Qué pasa?, ¿Quién es Prince? —no pudo evitar preguntar sobre sus labios. No se percataba de momento de aquella presencia ajena, puesto que su concentración estaba netamente en Robert, en sentir su respiración, su pulso, escuchar su melodiosa voz.
Algo le pasaba a Robert, apartaba la vista de él de a momentos para mirar a un lado. Enarcó levemente una ceja y tras unos segundos, giró levemente su rostro, mirando de soslayo en la misma dirección en que lo hacia Robert. Solo hasta entonces pensó en las implicaciones del extraño invitado entre la maleza del bosque. Ese verdaderamente serio, los miraba de forma extraña. ¿Tendría allí mucho tiempo?. ¡Lo único que faltaba!, un mirón interrumpiendo aquel momento tan especial. Se enfureció, no al grado de querer golpear a ese chico, pero lo maldijo al menos una vez en su cabeza.—¿Qué miras? —dijo seriamente. Era evidente que la pregunta no estaba dirigida a Robert, puesto que giró su cuerpo en la misma dirección en que permanecía su mirada, entonces pudo verlo con más claridad, no sería mayor que él, cabello oscuro, un poco atractivo, pero su belleza jamás se podría comparar con la de Robert.
Dio dos pasos hacia el frente y alzó lentamente ambos brazos, dejándolos perfectamente cruzados a la altura de su pecho. Por una razón no sentía ni la más mínima pizca de confianza con aquel hombre, tenía esa mirada fría, aquella que había visto en Robert en el momento que se refería a los humanos. ¿Lo conocería?. Un montón de dudas se amontonaron en su cabeza, pero antes de gesticular algo más, esperaría la respuesta del hombre o en todo caso, una explicación por parte de Robert.
Drew M. EvansIntegrante de Eirene - Cantidad de envíos : 18
Fecha de inscripción : 18/11/2011
Datos
Edad: 26
Nivel/Poder: (5) tiene la habilidad de controlar el fuego, no en grandes proporciones y no es capaz de crearlo de la nada, pero es completamente inmune a este.
Resistencia mental:
(4/10)
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