Lectura perdida (Zero H.)

“Aunque supiera que mañana el mundo fuera a desmoronarse, de todas maneras plantaría mi manzano” - Martín Lutero - susurré al terminar de leer la frase de una hoja (seguramente de una lectura acerca de Martín Lutero, la biografía quizás) que había encontrado tirada entre los escombros de una casa.
¿De todas maneras plantaría mi manzano? Ya entiendo de donde puede provenir el dicho de que en la vida hay que plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo. Las dos últimas nunca lo hice, era muy pequeña cuando el mundo se había acabado, o se suponía que se había acabado.
Aún no entiendo el porqué del esconder el fin del mundo, son seres humanos, ¿no? Tienen sentimientos…¿no? Bueno, ya no tendría caso regalarles un discurso a los que ahora son humanos.
Sin más, sigo caminando. Los escombros siguen como la última vez que visite estos lugares para buscar comida y agua. Aún recuerdo que mis padres siempre me mantenían a su lado, y me protegían por si venía algún animal a atacarnos al tener la ansiedad de alimentarse.
Ahora me encuentro en una casa, o por lo menos eso fue hace años. Ahora tiene apenas un cuarto del techo que hubiera tenido anteriormente. Mantiene parte de la librería en pie, por ello encontré la hoja. Podría ser bueno llevarme algunos libros, así no perdería el saber del como leer, o como escribir, o cómo interpretar las cosas. No perdería tanta ideología como la mayoría está perdiendo ahora.

La lectura era parte de mi vida, recordaba que junto a mi hermana leíamos en el césped del patio de nuestra casa. Y yo por las noches me leía, veía un libro de Alicia en el País de las Maravillas en dibujos, venga que tampoco era muy grande para leer, ya que el fin del mundo fue cuando yo tenía 6 años. Mis padres, en el tiempo que estaban vivos, me enseñaron a leer y otras cosas más, todo para que mantuviera una opinión personal de la vida.

Encontré otro libro más, Romeo y Julieta. Sonreí y arreglé un poco mi mochila en mi espalda y comencé a ver el libro. Minutos después escuche mi nombre en el aire, levante una ceja y tranquilamente mire hacia el lugar de donde provenía el sonido. Ahí estaba Zero. Le sonreí al instante y con cuidado caminé hacia el lugar en donde estaba.

Al igual que yo, mi amigo ya estaba cubierto de polvo, lo que me dio algo de gracia, pero no hice ningún comentario por ello.
-¿Qué haces acá? - que preguntas más directas eran las mías, sonreí nuevamente por ello y me quedé mirándole, como hacía con toda persona.

Zero estaba diferente, bueno, ambos lo estábamos. Aún así parecía ser el mismo por dentro, sonreí por tal pensamiento. Quería abrazarlo y decirle cuanto le extrañaba, pero tampoco quería asustarle y hacer que se fuera, aunque pensándolo bien, el sabia que tan infantil y extravagante era.

- Pues..volví a ver las ruinas, me he encontrado con esta biblioteca - dije apuntando al mueble algo destruido con sus libros empolvados y ya viejos en ella. - Y si dices que esto es peligroso, pareciera que has visto poco - sonreí y le miré. La verdad yo pasaba fuera de las cuevas investigando a donde me llevaran mis piernas. Ya me he encontrado con más de un animal mutante hambriento, ya he sangrado bastante al caerme de lugares altos, ya he escapado de algunos humanos con ganas de matar a un mutante para recuperar su tierra, siendo que yo no estaba en ningún bando. Para mí, todo ha vuelto a ser como antes, peleas, furia, etc. Nada a cambiado.

Le volví a escuchar y miré el libro en mis manos, un pequeño sonrojo se asomó en mis mejillas. Yo nunca había sido de las chicas románticas, fresas o como se llamen. Pero este libro, era el único que en mi vida había leído y me había encantado con la historia.

Note como se movía de su sitio e iba al ya casi destrozado mueble. Le seguí con la mirada mientras permanecía en mi sitio. Sacó un libro del estante y por la forma que tenía y la portada sabía cuál libro era, tenía el mismo en mi mochila. Fue un regalo de mi padre pocas semanas antes de morir, desde ese momento siempre lo he llevado conmigo, solo para recordarle, y para sacar algo de la filosofía y el machismo de Pablo. Machismo. Odiaba a las personas machistas, pero los poemas de Pablo y su machismo e imperfeccionismo que me agradaba, a veces tenía razón en lo que decía de las mujeres, pero al no tenerlas, me daba hacía pensar, además de causarme risa.

Volví al presente y escuché a Zero con su ofrecimiento. Tomé el libro para no ser descortés, y lo mantuve en mis manos mientras miraba la portada. Este estaba más desteñido, las hojas estaban ya por salirse al completo, y tenía algunas quemaduras. Aún así, era un libro, un encanto que no cualquiera aprovecha.

Fijé la mirada en Zero y noté como miraba el techo, estaba algo helado, y yo con mi típica ropa de excursionista (sexosa) según algunos, pero algo aprendí a través de los años, al usar ropa cómoda y ligera, se es más rápido en bastantes cosas. En mi caso, se es rápido al salir corriendo de los animales hambrientos o los humanos con sus ganas de ver a un mutante como yo muerto.

Luego de escuchar la pregunta de Zero me senté en el suelo con las piernas cruzadas a lo indio. Bajé la mirada al libro y comencé a ojearlo. - Pues..ya sabes. Mis padres murieron, no sé si mi hermana está viva, o muerta, o si es un ser humano, o un mutante, no sé. - Volví mi mirada al chico de cabello oscuro y ojos brillantes - Y he recorrido casi todo el lugar por años, detesto estar en las cuevas. Por ello casi nadie me conoce. Y los que si, solo me reciben para que me una a los Ragnarök. ¿Supongo que te acuerdas de que detestaría ser miembro de ello, no? - Sonreí de lado y miré el cielo.

Miré a Zero justo en el momento en que se ponía algo nervioso con lo de mis padres. La verdad ya lo había superado, no tendría como ponerme triste, pero con lo de mi hermana...ya no sabía cómo ponerme. Sentía que estaba viva, pero no la encontraba, ni siquiera sé cómo es ahora, solo tenía de recuerdo una de cuando ella era adolescente y ya. Nada más.

- No lo sientas - susurré y le miré por lo segundo que dijo. Apocalipsis. Odiaba ese nombre. Odiaba que le llamaran apocalipsis. Sonaba como destrucción, sufrimiento, soledad, inhumanidad, o algo por el estilo. Pero… ¿era eso no? Lo que vivíamos ahora, era un completo Apocalipsis, y lo odiaba.

Mantuve mi mirada en el cielo luego de hablar del bando. Digamos que era tan pacífica que a veces no sabía cómo comportaban, la mayoría trataba de que me uniera a Ragnarök, e incluso me ofrecieron unirme a Eirene, como líder, pero no sé si aceptar...no sé si sea yo la indicada, aunque en verdad, quiero, pero liderar ya es mucho.

Comencé a escuchar lo que Zero me decía sobre él y su estadía junto a los Ragnarök. Le miré seriamente mientras le escuchaba, todo para poner concentración en sus palabras y forma de hablar. Al terminar sonreí de lado y me levanté suspirando. - Lo sé, y no me causa sorpresa - confesé mientras iba a su lado y saca un libro cualquiera - Gran parte de las personas que se quedaron y se salvaron llegaron a esa decisión. Y sinceramente, no se te ve como alguien pacifista en este momento, si es que entiendes a que voy… - le confesé. Quizás no le agradó lo que dije, pero era muy directa en respecto a lo que pensaba, y ni el apocalipsis, ni nada haría que cambiara aquello.