Observando por ahí (Jared)

Caminaba alrededor del volván, observando impresionada su enorme altura y longitud, sabiendo que una cosa así sería de nuestros mayores peligros, y más encontrandose en el centro del continente.
El terreno era irregular, por lo que andé con cuidado, intentando no tropezarme.

Olía a ceniza y quemado, la tierra estaba caliente bajo mis zapatos y se notaban leves temblores, lo que significaba que el volcán no estaba dormido y que continuaba activo, aunque según los de las naves, decían que de momento no se preveía ninguna erupción.

Era ya la segunda vez que salía de las naves, pero es que odiaba estar ahí encerrada, aburriendome y cruzandome de brazos teniendo la oportunidad de encontrar a Jared. Tampoco me apetecía estar con su familia, pues no dejaba de sentime culpable, y pues...tenía que encontrar a los famosos mutantes y para ello, la única opción era alejarme todo lo posible de la zona de aterrizaje y exponerme al peligro.

De momento, las zonas por las que había pasado estaban deshabitadas, por lo que no podía evitar pensar, que quizás los mutantes no existían, que sólo eran unas de las muchas mentiras de nuestros superiores para evitar que nos alejemos y nos tengan controlados.

No supe por qué , pero a mis pensamientos llegó la imagen de mi padre.
¿Habría sobrevivido o por el contrario había muerto? Teniendo en cuenta que se quedó aquí en tierra...
Se me encogía el corazón al pensar en los muchos niños que habrían muerto...¿Qué culpa tendrían ellos de la catástrofe? Todo era demasiado injusto.

Ever se había quedado dormida prácticamente en mis brazos, la había dejado durmiendo en casa (porque ahora eso, ¿no?) y había salido a dar uno de mis paseos. Me venían bien, pues me ayudaban a pensar y sobretodo a alejarme de los demás...

Aunque no me acerqué por donde decían que se encontraban las naves humanas. Todavía me preguntaba si era cierto, si habían vuelto. ¿Estaría bien mi familia? Deseaba que sí, con toda mi alma.

¿Y...ella?

Solía pensar en Alessia cuando estaba solo, con Ever era más difícil porque mi rostro reflejaba tristeza y no quería que ella me viera así. Alessia... Sólo deseaba que ella hubiera conseguido subir y estuviera ahora bien, viva, con posibilidades de comenzar una vida. Se merecía eso y más, a pesar de que yo la extrañara tanto como si me hubieran arrancado algo de dentro, algo sin lo que era imposible vivir. Cuando pensaba en eso, me aferraba a Ever, era el único motivo ya de mi existencia, aquella pequeñaja que adoraba.

Llegué cerca del volcán, un lugar poco recomendable, aunque seguí paseando sintiendo el calor bajo mis pies.

Fdr: Cuando llegue Erika, empezaremos un orden, de momento seguimos^^

El día estaba despejado con alguna que otra nube por ahí.
El sol, brillaba a lo alto del cielo, lo que hacía que hiciese bastante calor, y eso que ayer parecía que iba a caer una nevada tremenda.
Nunca me acostumbraría a los cambios bruscos de temperatura.

Reducí el ritmo de mis pasos, pues cada vez el terreno se iba complicando más, y la verdad no había ganas de romperse un pie y tener que dar explicaciones en las naves de dónde había ido y por qué lo había hecho. Aparte de que había roto una de las leyes, por lo que me convendría que no me descubriesen.

Al poco rato, mis sentidos se pusieron alerta. Al igual que en una par de ocasiones anteriores, estaba segura de que no estaba sola en el lugar, y si de algo me fiaba, era de mi misma y sobre todo de mis instintos, jamás me habían fallado.

ME preparé para salir corriendo, ya que después de mirar a mi alrededdor, no vi nada ni a nadie.
Pero era esa sensación extraña la que me invadía, esa que me advertía del peligro.
Mi respiración se volvió irregular, al igual que los latidos de mi corazón.

Miré a mi alrededor por última vez, flexioné las rodillas, y eché a correr, eché a correr los más rápido que pude. Si ya de por si era bastante rápida, en estos momentos debía serlo mucho más.

Aunque claro, rápida sería, pero no muy ágil, por lo que no tardé en tropezar y estamparme con el duro, caliente e irregular suelo. Me incorporé como pude, observé las quemaduras de mis brazos y me llevé una mano a la cabeza. Me había abierto otra vez la herida de antes, y esta comenzaba a sangrar.

Suspiré e intenté incorporandome, aunque sin éxito.

FDR: De acuerdo

Me senté en una zona elevada, desde donde podía divisar una gran llanura. Tan solitaria como siempre. Me replanteé la idea de hacer un viaje con Ever por el continente, quizá nos vendría bien un poco de aire nuevo, vistas diferentes a las de siempre... Solté un suspiro. Todo era ahora tan difícil...

Me pregunté qué hubiera pasado si hubiera conseguido subir a una nave, por muy imposible que pareciera. Que me hubiera colado, o algo así. Probablemente ahora estaría con mi familia, y con ella. Podría haberle entregado aquella flor, podría haberle dicho lo mucho que la amaba...y habría recibido su doloroso pero firme "no".

Escuché unos pasos tras de mí, aunque a la vez lejanos. Eran rápidos, fuera quien fuere iba corriendo. O huyendo. ¿De qué? Me di la vuelta enseguida y vi a alguien correr en dirección contraria, aunque tropezó y cayó al suelo. Hice una mueca, eso debería de haberle hecho daño.

Casi por instinto, me levanté con el ceño fruncido y la vista fija en el cuerpo inmóvil de la chica (ahora que la veía mejor, no había duda, era mujer). Salté hasta el suelo llano y me acerqué a gran velocidad a ella, que intentaba levantarse sin éxito. Me agaché hasta ella para verla mejor.

-¿Estás bien? -pregunté, justo antes de darme cuenta de que no era mutante.

Era humana... Parpadeé, perplejo. Era cierto, había humanos corrientes en la Tierra...de nuevo. El pelo tapaba su rostro, así que no llegué a verla bien.

La cabeza me daba vueltas y vueltas, tenía que intentar no agobiarme, ya me desmayé una vez, no podía permitirmelo otra vez. El olor de la sangre me producía nauseas...Intenté respirar profundamente. No cambiaba, seguía siendo igual de torpe que siempre.

Escuché que alguien se acercaba.Lo sabía, era mi fin.
Era una ingenua al haber pensado que podía sobrevivir yo sola, encontrar a los mutantes y encontrar a Jared. Cerré los ojos, con la única intención de que todo pasara lo más derpisa posible.

Noté la respiración de alguien a mi lado, sin duda, ya me habían localizado.
Mi corazón dió un vuelco a escuchar la voz, no pos sus palabras, si no la voz...¿Cómo iba a poder olvidarme de esa voz?

Negué repetidas veces con la cabeza, no era la primera vez que me veía a Jareds por todos lados, y en una ocasiçon anterior también me dí un golpe en la cabeza, lo que me hizo creer que estba con él. No, no podía ser.

Sin hacer caso a fuese quien fuese, pues de todos modos sabía que iba a morir, me tumbé de nuevo en el suelo con los ojos cerrados y la respiración entrecortada.

-No eres tú...-murmuré. Sabía que la voz no era real, sino parte de mi imaginación.

MI corazón dio un vuelco cuando el olor de aquella chica entró por mi nariz, inundando mi garganta y, más tarde, todo mi cuerpo. Un olor dulce y especial, distintivo de ella... Pero no podía ser, si estaba viva, no estaría allí y sola. Fuese quien fuese, no era Alessia. Su olor seguía siendo totalmente parecido, pero no podía, no...

Su voz me traspasó varias veces la cabeza, como flechas, dolorosas armas que se clavaban en mi cerebro. Sacudí la cabeza, convencido de que al recordarla había creído escuchar que la voz de aquella chica era la misma... ¿Y sus palabras? "No eres tú..." ¿Estaría delirando? Me mordí el labio inferior ahora preocupado porque el golpe no le hubiera afectado a su equilibrio mental.

Mi dedos parecían echar pequeñas corrientes eléctricas entre ellos, pues algo me impulsaba a tocarla. Extendí la mano con cuidado para apartar el pelo de su rostro, necesitaba ver si tenía alguna herida. Aunque lo que descubrí me dejo helado...

Era su rostro.

-Alessia... -susurré, tan inteligible que creí pensarlo. No me cabía duda de que ella, la que estaba allí, a mi lado, era Alessia.

Su olor, su voz, su presencia...era real. Todo era real. Me dejé perder unos instantes en su mirada, algo confusa y perdida por el golpe. Estaba viva. Estaba viva. Era lo único que me repetía a mí mismo. Estaba viva y estaba allí, a mi lado.

Conmigo.

Y eso no era bueno. Reaccioné al instante. Necesitaba asegurarme de que ella estaba bien y luego, irme antes de que me reconociera. "No eres tú". Recordé sus palabras. Me había visto, pero habría imaginado que sólo se confundía. Aproveché eso.

-¿Estás bien? -le repetí con el corazón latiéndome fuertemente.

Mi mundo se vino abajo el momento en que la mirada de Alessia se encontró con la mía. Mis sentidos comenzaron a fallarme, y mi decisión de marcharme lo más rápido posible se quebró con tanta facilidad que me dio miedo. Porque tan sólo pensar en irme de su lado me mataba.

Sus palabras me confundieron bastante, no les encontraba sentido. ¿Morir? ¡Ella no iba a morir, por supuesto que no! Sólo se había caído... Alzó una mano hacia mí y lo único que pude hacer es levantar una de las mías, tomando la suya. Su contacto era tan placentero que creía estar en un sueño, un sueño muy real claro está. Entrelacé mis dedos con los suyos, con suavidad.

-Alessia... -repetí en un susurro, volviendo a perderme en su mirada.

Examiné su rostro. Tenía una herida en la cabeza. Sangraba. Mierda, pensé. Solté su mano con suavidad y pronto me quité la sudadera, quedando solo con una camiseta de manga corta. Tapé la herida con la camiseta, bien enrollada, y presioné un poco mientras volvía a mirarla.

-Te pondrás bien -le aseguré.

Me sorprendía que todavía se acordara de mí, aunque eso me animaba y me hizo sonreír en varios momentos sin poder evitarlo.

Suspiré y comencé a respirar con regularidad.
Habá conseguido tranquilizarme bastante, pero el instenso dolor de cabeza permanecía.
No aparté mi mirada de esa imagen, esa imagen que parecía mirarme a mi también.

Sonreí como una tonta mientras le miraba. Sin duda mi mayor debilidad era él.
ME sobresalté al ver que agarraba mi mano. Una imagen no se podía tocar por lo que...
¿Era real? ¿En serio era real?

-¿Jared? - me atreví a preguntar en un susurro.

Parecía que intentaba curar mi herida.
Pero que mono que era...aiss.

¿Cómo poder decirle que no? ¿Cómo decirle que no era yo, que me confundía con otro? Pero si por el contrario le decía que era yo, quizá ella tendría problemas con los mutantes...

Por otro lado, ella era Alessia, y contra eso no podía luchar.

-¿Cómo te encuentras? -seguía en mis trece, quería saber cómo estaba antes de nada. Aparté su pelo mejor para que no se manchara de sangre y le sonreí un poco-. Te has dado un buen golpe, patosa.

Le di la vuelta a la camiseta, que se había manchado bastante de sangre y ahora aparentaba un color azul más oscuro. La herida ya no sangraba tanto como antes, así que aliviado suspiré. MIentras sujetaba la camiseta contra su herida, examiné su cuerpo. No parecía tener más heridas, aunque esperé su respuesta con inquietud por si se había hecho daño en una pierna o algo similar.

Temía que, al encontrarse mejor, saliera corriendo hacia alguna de las naves donde se decía que vivían ahora los humanos, ya por no entender cómo había sobrevivido o simplemente por no querer volver a verme. Y no podía pensar en qué pasaría después, lo único que tenía presente era que ella estaba allí, junto a mí, más real que nunca.

Intenté incorporarme, con bastante esfuerzo lo conseguí, pues me encontraba algo débil y mareada.
Adopté un gesto serio, pues no había contestado a mi pregunta, cosa que me preocupaba y hacía sintiese miedo.

¿Qué le decía ahora? No quería preocuparle pero...a lo mejor al ver que estaba bien se iba...Pero sería demasiado egoísta por mi parte mentirle de esa manera. Miré mis brazos llenos de quemaduras. Suspiré, contra eso sólo podía echarme una pomada en las naves.

-Creo que sí estoy bien...-contesté finalemente ante su pregunta.

Volví a sonreír como una boba cuando me llamo patosa. Por mí , me lo podía decir las veces que él quiesiese. Ahora mismo, sentía unas ganas impresionantes de tirarme a darle un abrazo, pero no sabía por qué, no era capaz de hacerlo...Quizás por todo el tiempo, o por...estar tanto tiempo buscandole e imaginar el reencuentro tantas veces.

Algo más tranquilo por su pregunta, suspiré y la miré con expresión seria. ¿Qué hubiera pasado si no hubiera estado por allí? Hubiera quedado inconsciente, en el suelo, a merced de cualquiera de los nuestros... Eso me helaba la piel, pues ellos no eran nada amables con los humanos. Yo simplemente sentía indiferencia hacia ellos. Indiferencia hacia cualquier humano, excepto mi familia...y ella.

Con una rapidez sobrehumana, la levanté por los hombros y la sujeté con fuerza, de pie.

-¿Puedes caminar? -le pregunté sin dejar de sujetarla-. Quizá tanto tiempo sin pisar este suelo ya se te olvidó como hacerlo...

Sentirla cerca de mi era la recompensa de tanto tiempo de soledad, sufrimiento y peligro. Su olor había vuelto a encender mi corazón, como su mirada había vuelto a quitar el velo que tapaba mis ojos. Quería decirle tantas cosas...tantas...que terminaría por no decir nada.

Me puse en pie, y quedé más tranquila cuando me sujetó.
Me estaba comportando como una idiota, le tenía delante, estaba ahí!! Y yo perdiendo el tiempo como si nada...

Sonreí y asentí, claro que podía caminar.
Miré el suelo cuando lo miró poniendo gesto raro y después volví a sonreír.

-También puedo hacer esto...-dije antes de abrazarle, tenía tantas ganas de tocarle.Todo seguía pareciendome tan irreal...

A mi mente llegaron una serie de cosas de las que no me acordaba.
Si era él el que rondaba por aquí,¿ como es que había sentido tan intenso el peligro?
¿O es que había alguien más? Jared estaba vivo y según las naves no había ningún superviviente humano lo que daba a entender que...

-Eres un...-comencé a decir.

Correspondí a su abrazo, dejando que su olor me inundara totalmente. Mis ganas de decirle la verdad aumentaron de golpe.

Pero sus últimas palabras hicieron que me separara de ella, dejándole espacio. Sabía a qué se refería exactamente con eso, y me dolía tener que decírselo porque con ella me hubiera encantado volver a ser humano. Aunque los mutantes estabamos totalmente complacidos de ser como eramos, y así había sido también para mi...hasta que habia vuelto a ver a Alessia.

-Mutante, sí -terminé la frase por ella.

Mi poder mental mutante me servía varias veces, cuando Ever no me hacía caso o otro mutante metía las narices donde no le llamaban, aunque jamás lo usaría con Alessia, por ejemplo. Dejé que asimilara aquella nueva información apartándome todavía más de ella, cualquiera en su lugar saldría corriendo. Y aunque cada paso que daba hacia atrás algo se desgarraba en mi interior por alejarme de ella, era lo que debía hacer. Y lo que debería haber hecho hace rato, irme de allí, no ponerla más en peligro, pues si los mutantes nos veían...ella estaría en peligro.

Sonreí ante el aluvión de preguntas, aunque no me sorprendía. En el fondo sabía que tarde o temprano acabaría preguntándome todo eso. Lo único que podía, y debía, hacer yo era contestarle a cada una de sus preguntas, aunque antes volví a pasar un brazo alrededor de su cintura en un gesto cariñoso, aunque sin pasar de la raya de la "amistad", por más que me doliera no hacerlo.

-El conejo blanco que llega tarde y encima quiere saberlo todo -bromeé sonriendo y acaricié una de sus mejillas-. Sigues igual que siempre.

Luego suspiré disimuladamente y tomé aire para comenzar a explicarle un poco de mi forma de vida. De mi nueva vida.

-Claro que conozco más como yo, vivimos todos juntos. Nuestra apariencia no ha cambiado, aunque poseemos dotes sobrehumanos... -no sabía como se tomaría aquello-. Por ejemplo, yo tengo un poder mental... Puedo manipular las mantes de los demás. Aunque no lo hago habitualmente -me apresuré a decir.

Me resultaba extraño que ella hubiera salido de las naves, pues sabía que no era habitual que salieran. Quizá no podían y ella estaba allí sin que nadie lo supiera. Fruncí el ceño ante esa idea. Debía decirle la verdad...

-Alessia -comencé-. Una de nuestras "leyes", por así llamarlas, es no hablar con humanos... Podrías meterte en líos si te ven hablando conmigo. Yo no te puedo pedir que estés aquí, por más que me duela que te vayas, pero debes saberlo. Debes saber a lo que te arriesgas estando aquí.

Me sentía un poco mal, pues parecía que quisiese sacarle información, aunque supongo que Jared jamás me tomaría por espía..¿o sí? Osea que había más...y con dotes sobrenaturales? Eso si que tenía que molar, no como nosotros, que eramos vulnerables a todo. Aún así, jamás diría a los de las naves lo que había averiguado.

Sonreí levemente, al menos siempre me pordría escapar para verle...a no ser, que él no me dejase.
O que no quisiese volver a verme...
Ladeé la cabeza y cerré los ojos intentando manterner alejados esos pensamientos.

Puse una cara bastante rara o dificil de explicar cuando dijo eso de que controlar la mente de los demás...¿Eso significa que también podía leer mis pensamientos?
Un leve tono rosado llegó a mis mejillas a causa del sonrojo que me provocaba que pudiese hacerlo.

-Entonces...¿Puedes leer mis pensamientos? - pregunté evitando mirarle a los ojos, menuda vergüenza...

Dirigí mi mirada otra vez a él.
Es decir...estaba en peligro por partida doble, si me veían los mutantes estaba acabada, y si me veían los humanos también. Vaya.

-Pues...entonces me puedo meter en líos por partida doble. Una de nuestras leyes es igual.
¿Ves? No somos tan distintos en la forma de pensar, ambos bandos pordrían llevarse bien...

Adopté un gesto algo más serio, la pregunta más importante para mi y que siempre había querido saber llegó a mi cabeza como un relampago. Treagué saliva y le miré a los ojos.

-¿Por qué me engañaste para que subiese a esas naves? ¿Por qué no subiste?

¿Cómo podía imaginar que yo no le dejaría venir a verme? Si las cosas se ponían feas, si acababan intuyendo algo, la obligaría a no hacerlo, claro. Pero mientras tanto...no podía. No podía decirle que no viniera, acababa de recuperarla.

Ante su pregunta, sonreí sin que se diera cuenta. No me gustaba esa parte de mi poder, pero no podía hacer nada para evitarlo. Supe que a ella le molestaba, al menos la volvía tímida, y a la vez tierna. Volví a sonreír.

-Sí -admití finalmente-. En cuanto a lo de llevarse bien...no lo veo. Los mutantes odian a los humanos por lo que hicieron.

No me incluí. Seguía firmemente con mi indiferencia hacia ellos.

Y aquella última pregunta, que terminaría haciendo tarde o temprano... Tomé una de sus manos, sintiendo ambas energias, tan distintas y a la vez iguales, fluir entre nosotros.

-No quería sobrevivir sabiendo que tú no ibas a hacerlo, Alessia... -la miré a los ojos, convencido de mis palabras-. Mi vida no tenía sentido si tú no ibas a estar en ella.

Quizá comprendería más del sentido de aquellas palabras, quizá no. Por mi parte deseaba que lo hiciera.

Había olvidado un pequeño detalle, no la habçia dicho nada de su familia, aunque si lo pensaba bien, él tampoco había preguntado, cosa que me confundía. Me daba miedo contarle nada, a lo mejor metía la pata...

No aparté mi mirada de él, mientras contestaba.
Osea que sí podía leerlos...pues tendría que buscar alguna forma de bloquearlos, porque sino...
Puse la mente en blanco con la intención de no seguir pensando aquello. Fuera pensamientos.

Sonreí cuando no se incluyó cuando hablaba de lo de odiar, eso era buena señal.
Ahora me concentré en mantener la mente despejada esperando a que contestase a...esa pregunta.

- Pero era tu familia! Es más importante que yo! Sólo soy tu mejor amiga! - dije sin seguir entendiendo - Podrías haber muerto, ¿Y ahora tu familia qué? No sabe nada de tí, y yo no puedo decir nada. Sé que me odian, tú no has visto como me miran!!

Después de soltar todo aquello me quedé paralizada y comencé a sentirme bastante mal.
Lo había hecho, había metido a su familia por medio. Es que era idiota.

-Lo siento...-dije dirigiendo mi mirada al suelo.

Suspiré, antes de que me echase o me dijera que no quería volver a verme, o cualquier cosa, antes tenía que preguntarle algo más:

-¿Sabes algo de mi padre?

Mi familia... Prefería no preguntar, aunque me moría de ganas por hacerlo. Simplemente por su rechazo hacia mi nuevo estado, y por si alguno de ellos estaba... En fin, ya se sabe.

Alessia me ocultaba algo, y eso comenzaba a inquietarme. ¿Qué habría que no quisiera confiarme? Claro, algún secreto de los humanos. Al fin y al cabo ella no podía traicionarlos, ellos eran de los suyos y yo de los que odiaban a los suyos. Menuda mierda.

Estaba algo molesta por lo que hice, al menos eso parecía, aunque yo no me arrepentía porque ella hora estaba viva, seguía siendo tal y como era... Nada había cambiado en ella.

-No, no sé nada de tu padre, lo siento... -contesté algo distraído, meditando sobre algo que ella había dicho.

"Sólo soy tu mejor amiga". Y no pude callarme. Llevaba demasiado tiempo callado, sabiendo que no la volvería a ver. Y ahora que la tenía allí frente a mí, ¿iba a callarme? Desde luego que no.

-Eres mucho más que eso, Alessia -dije con total naturalidad, con los ojos fijos en ella-. Eres mucho más que eso.

Me volví a acercar a ella, temiendo que se apartara. Aunque tampoco le di tiempo a ello. Tomé su menton con una mano y, suavemente, bese sus labios, esperando a que se apartara...

Buff...no parecía haberse enfadado en nada por su familia.
¿Debía alegrarme? No, como iba a alegrarme por eso, en qué estaría pensando...
Me encogí de hombros cuando contestó a la respuesta de mi pregunta sobre mi padre.

-Vale...-dije simplemente.

Ví que Jared estaba muy pensativo, a lo mejor había dicho algo que le había molestado, o simplemente lo había pensado, tenía que tener más cuidado con mis pensamientos de ahora en adelante.

Le miré fijamente a los ojos. ¿Soy mucho más que eso?
Mi respiración se aceleró al igual que le ritmo de mi corazón al ver como se acercaba.
¿Mi sueño hecho realidad? Puede ser, aunque siempre tiene que haber inconvenientes.

Dejé que me besase, verdaderamente, no me lo creía.
¿En serio me quería de esa manera?
Correspondí yo a su beso después. Si era un sueño, yo no quería despertar.