Un relajante baño (libre)

Llegué con la intención de darme un baño caliente. Seguro que olía mal, seguro. Y encima con el helado que me tiraron encima. ¡Un helado tan bueno no se debería desperdiciar de esa manera!
Me cambié (en los vestuarios imaginarios) y me puse un bikini negro, recogiendome el pelo con una coleta que claro, dejaba algunos mechonnes del flequillo y los lados caer.
Llegué a los baños y... Me encontré a Aisa.
- Estoy destinada a encontrarme contigo, preciosa.- dije acercandome y haciendole un repaso con la mirada.

Me encogí de hombros y me lancé al agua. comencé a nadar en el agua tibia y relajando.
Adoraba los baños con agua caliente, siempre lograban despejarme y tranquilizar. Es decir, siempre que me pasaba algo, necesitaba una ducha apra pensar.
Me sumergí un par de veces y acabé por flotar.

Cada vez que cerraba los ojos, lo veía. Y encima estaba el precioso pasado de Aisa.
Suspiré y cogí aire, para luego sumergir la cabeza por espacio de unos largos segundos.
Nadé un poco y al rato salí.
- ¿Ya te has cansando?- le pregunté a Juliette, aunque ella me ignoraba.
Me senté en el borde, dejando que mis pies tocaran el agua y sin dejar de mirarla. Eran... tantas cosas...

Sonreí con amargura. Aunque la verdad, fue más una mueca que Aisa no podía ver, ya que estaba a mi espalda.
- Que egocéntrica.- murmuré- Lo siento, preciosa, pero no me pones tanto. Solo es que en ocasiones especiales, me gusta darte un repaso.
Ladeé la cabeza, observando anonada las ondas que producía el movimiento de mis pies.
Era... como un vals. Pero siempre sola.

-¿Mmm?
Moví un poco los pies, sientiendo como la mirada de Juliette me atravesaba.
No quería hablar, no quería decir nada de nada. Porque ella no era la única que había tenido problemas en su pasado.
- Que tengo antojo de chocolate y soy pobre, ya ves.
La miré, con esa expresión rara en la cara que siempre me salía. Y luego, para varías, bajé la mirada e intenté parecer normal.
- Que buena estás, por favor.- solté.

Permanecí en silenco un rato, moviendo el agua con un pie y ladeando la cabeza constantemente.
- ¿Y por qué lo quieres saber, Juliette? Tú nunca te preocupas por nadie- dije, todavía mirando el agua distraida.
Me eché para atrás, cruzando los brazos bajo la cabeza y mirando al techo de la cueva, justo como hacía ella.
- Los mentalista preferimos ver el pasado de los demás para esconder el nuestro.

Sonreí con amargura, mirándola.
- ¿Acaso tú me contarias el tuyo por propia voluntad?
Volví a mirar al techo, sin muchas ganas de hablar del tema. Aunque tampoco quería que se fuera. No me importaba estar sola, pero en ese momento, no quería estarlo. Era como... ser hermética con compañía. ¡Y que compañía!

Me levanté y la seguí. Allí descasaba mi toalla.
Eché el pelo hacia delante y comencé a secarmelo.
- ¿Si necesito algo?- reí, detrás de la toalla. Volví a poner la cabeza normal, pero seguí secandomelo
La miré a los ojos con una sonrisa pícara.
- Es que me dijiste que no tenía posibilidades, preciosa.

Dejé de secarme el pelo mojado aún y la toalla resbaló por mi mano hasta el suelo.
Me fui acercando despacio hacia ella, sin llegar a rozarla, dibujando una sonrisa entre lobuna y pícara en mis labios. La verdad, es que aquello me divertía.
- ¿Si? ¿Y sigo teniendo las mismas?
Me acerqué tanto a ella que podría haberle susurrado, pero no la toqué.

Ensanché mi sonrisa.
- Seguro que no...- susurré yo también.
Tenía el pelo tan corto que no hacía falta que lo apartara.
Me acerqué un poco más y rocé su cuello con los labios.

- Es una pena- sonreí- Pero creo que podré conformarme.
La pegué a mí y noté su piel todavía mojada.
Recorrí su cuello con los labios hasta darle un buen mordisco. Luego, la miré sonriente y me relamí.
- Preciosa.

Me acerqué al borde la piscina y toqué el agua con los dedos, mirándola.
- Creo que todavía no lo entiendes- susurré con una sonrisa lobuna- Tú me puedes hacer mucho daño, pero yo puedo controlarte y hacerte hacer cosa que nunca hubieses querido imaginar.
Levanté la mirada y sonreí, volviendo a por la toalla.
- Y dudo que pudieras pararme, antes tendrías la cabeza frita- dije como quien no quiere la cosa.