Aburriendome, como siempre [Libre + Enid]

Caminé aburrida por los páramos, porque claro, no había otro lugar más acogedor. Ains.. Si es que a veces, no tenía ni remedio.
Me hice una coleta, dejando el flequillo y algunos mechones del al lado suelto y seguí mirando al suelo completamente muerto.
Metí las manos en los bolsillos cuando le di una patada a una piedra cercana.

Miré asustada a la loca que se me acercaba, que resultó ser Enid.
Sonreí, alegre por fin.
- ¡Enid! Cuanto... Cuando... ¡tiempo!
Me lancé a sus brazos (aunque sí, fuera poco propio de mí) y la abracé con tanta fuerza que casi se le salen los ojos.
- ¿Qué tal te va?- le pregunté mentalmente. Manías de mentalistas.

Me separé de ella y volví a meter las manos en los bolsillos.
- Bueno, fui de aquí para allá buscando a mi abuela, ya sabes- me encogí de hombros y sacudí la cabeza- Pero da igual.
La miré de arriba abajo. Y es que había cambiado mucho. ¿Qué edad tendría ahora?
- ¿Y de la tuya?

me senté enfrete suya, frunciendo el ceño.
- No me leas la mente. Somos mentalistas, se supone que no hacemos eso entre nosotros ¡y menos entre amigas!- reí al final, contenta de veras.
Pero por si acaso reforcé mis barreras mentales. De Enid una no se podía fiar.
Asentí a lo que me contó, un tanto triste.
- Me debiste dejar matarlos- le reproché.

Sonreí.
- Yo también a tí, t*nta del c*lo- reí.
Miré a los lados, pero todo estaba completamente muerto.
- Buen sitios has elegido para echarte una siesta..- comenté, soltando uno de mis típicos silvidos.
Y entonces me salió la sonrisa lobuna y la miré con un brillo en la mirada.
- Para que te viole ¿eh?- intenté ponerme encima suya, pero paré- ¿O tienes novio?

Reí.
- Humanos retrasados ¿eh? La verdad es que sí.
Me puse encima suya, riendo todavía. Pero cuando utilizó mi antiguo mote un escalofrío pasó por mi espalda y me atravesó entera.
- Enid...
Me separé de ella y me volví a sentar, apartando la mirada.

Fijé la vista en el frente, cabreada. Lo hubiera reconocido en cualquier parte.
Pero en vez de eso me metí en su mente y lo traje como un perrito faldero a nuestor lado, haciendo que se sentara.
- Hay que ver,Silver, no tener las barreras al 100%. Eso no es de buenos mentalistas, no no- reñí.
Lo miré sonriente.
-Te lo explico luego- le dije mentalmente a Enid.

Sonreí, aguantando bien el abrazo. No me gustaba que me abrazaran, pero abrazar... ya era otra cosa.
Ensanché mi sonrisa al oir como se llamaban, onii-chan y onee-chan. Se tendrían que haber echado de menos, siempre habian estado muy unidos.
Oí lo que Silver me dijo y como respuesta le pegué un puñetazo en el hombro.
Que idiota, no había cambiado nada de nada.
Me aparté un poco de ellos para que pudiera hablar y puse mas manos en la tierra muerta, echandome un poco para atrás. (No sé si me explico)
Los miré con una sonrisa.
Enid, Silver y... Bueno, ¿todavía seguían creyendo que era Kei?

Sonreí con la broma de Silver y luego a los dos. Estos siempre estaban igual.
- Tiene razón, estás muy guapa. Y buenisima- le eché una mirada pervertida.
Miré a Roger cuando se acercó.
- Ninguna, pesado.
Lo empujé para que se cayera y atendí a Enid.
- Nada, Enid.. Nada..- le respondí.

Comencé a reirme sin poder evitarlo, pero me dio tiempo a pegarle otro empujón.
- Cada día más imb*ecil.
Suspiré y me encogí de hombros.
Me eché hacia atrás, curzando las manos detrás de la cabeza y cerrando los ojos para que el sol no me molestara. Por fin estaba relajada, ahora era más... Kei, por decirlo de alguna forma.
- No te creas, Idiota, que he cambiado y ahora no me lo puedes sacar todo tan facilmente.

Me levanté echa una furia y me tiré encima suya, haciendole crujir algún que otro hueso.
- Silver- le susurré al oido con voz sádica- morirás.
Le pellisqué unas cuentas veces y luego me separé, sin querer mirarlos a los ojos.
- Te comprarás un chucho y le pondrás un tutú fucsia.- murmuré.
Me estiré como un gato.
- Y dejame en paz, Sr Meestrujarélacabezacomounafregona, que no me pasa nada.