Y ahora qué hacemos con esto... {Libre - Minitrama}

La altura y anchura que formaban el cuerpo de Max Willer se abrieron paso entre los curiosos integrantes de Ragnarök que merodeaban por los pasillos de la sede y se habían quedado embobados mirándolo. Aunque no era a él a quién miraban los mutantes sino al extraño ser que cargaba. Sobre sus hombros se hallaba el cuerpo sin vida de la criatura que les había atacado, a él y a Skyler, en su misión de inspección en las llanuras heladas; de piel azul y cubierta de pinchos. Tras abatirla en una compleja aunque corta pelea, los mutantes decidieron llevarse su cuerpo hacia la sede para que el resto pudiera contemplar y analizar los seres a los que parecía que iban a enfrentarse. Para poder sacar algo en claro de su extrañeza, para responder a dos obvias preguntas: ¿qué eran? y ¿de dónde habían podido haber salido?

Max, que cargaba el peso en sus hombros musculosos como si no llevase nada, se dirigió impasible hacia la sala de la Enfermería. Dejó a la criatura sobre una de las pocas camillas con las que se había equipado aquella habitación para darle más aire de "enfermería", tenía poco de ello pero sin duda alguna mucho más de lo que podría tenerlo cualquier otro intento de lo mismo por parte de los mutantes. Se habían perdido tantas cosas...

-Bien -dijo al final, en su habitual tono equilibrado de voz-, ¿ahora qué hacemos con esto? Lilith tiene que verla, quedan muchos más como ella y poco después de marcharnos salieron todos juntos en batida.

El mutante se llevó una mano a la barbilla para rascársela durante unos cortos instantes, pensativo. Lilith no había regresado aún de la exploración, eso significaba que su cachorrita, aquella mutante que había rescatado y adoptado durante un tiempo, tampoco lo había hecho. Probablemente se hubieran topado con otra criatura como la que él y su compañero habían llevado a la sede, probablemente hubieran tenido que pelear. Max no dudaba que Lilith podría salir victoriosa de un enceutnro de aquel tipo pero, tal vez, con la mentalista de por medio... tal vez también hubieran topado con humanos o con otros mutantes. Concluyó finalmente que las posibilidades eran infinitas y que no valía la pena desperdiciar el tiempo ahora con hipotesis de aquel tipo.

-Volverá, pronto -respondió a la elementalista con su clásica confianza y firmeza. Max Willer nunca dudaba de su líder-. Búscalo y que venga también con el resto de su equipo, vamos a necesitar mucha gente para algo como esto.

Volvió a girarse hacia el cuerpo del ser amorfo, parecía mitad humnoide mitad pez, y tras contemplarla de nuevo por un segundo volvió a cubrirla con la fría manta. Esperó sentado en una silla.

-Increíble no es precisamente la palabra que yo usaría, O'Sullivan.

Max se alzó de nuevo de la silla y camino hacia su lado, cruzando sus brazos a medida que hablaba. Sus músculos de hierro se marcaban con vehemencia en sus bíceps, aportándole al mutante un aspecto de guardaespaldas silencioso. La verdad era que bien podría ser aquella su posición en Ragnarök: fiel y leal a su líder, callado la mayoría de veces y siempre preparado para cualquier intervención que tuviera que realizar.

-Llegó hasta donde nos encontrábamos y nos atacó de repente. Parecía un animal, como si tuviera la rabia -explicó Max sin titubear y sin apenas un ápice de emoción-.

Dio un par de pasos más, caminando por delante de la camilla y dando vueltas en silencio.

-Hay más criatura, ya se lo he dicho a Johnson pero no son exactamente igual que esta. Cuando Skyler y yo salíamos de los glaciares, se juntaron, oí un ruido que podía provenir de un centenar de ejemplares -Asintió a sus propias palabras-. Vimos a un par yendo hacia la manada y eran distintos. Estaban lejos pero una era verde y el otro estaba todo recubierto de pelo, caminaba encorvado como un simio.

Max había seguido dando vueltas por la habitación mientras los bioquinéticos hacían un poco de las suyas con el cuero de la criatura deforme. Habría querido irse a hacer cualquier otra cosa mucho más interesante pero sabía que tenía que esperar ahí a que llegara la noticia a los demás cargos de Ragnarök, y, seguramente, después de aquello se convocaría una reunión de extrema urgencia.

Se giró rápidamente en cuanto vio entrar por la puerta a Alexandre di Pietro. De no haber sido cómo era, Max seguramente habría pensado que era un engreído y que no tenía derecho alguno de reclamar el liderazgo por el simple hecho de no tener madera para ello y no merecérselo; pero Max no era el tipo de hombre que tenía esos pensamientos y su confianza ciega en Lilith le hacía confiar en su buen juicio a la hora de elegir a su mano derecha. Eso sí, Max tenía fe que ella volvería por lo que no tenía en mente obedecer a aquel líder suplente más de lo necesario.

-Todo el mundo sabe de la criatura: los que no han oído hablar de ello, lo han visto con sus propios ojos; había mucha gente en las llanuras, al menos nosotros vimos tanto mutantes como humanos y muchos civiles -respondió Max, caminado hacia el elementalista y dejando paso al mutante que iba a cumplir sus órdenes-. Ve a la enfermería -le indicó al joven, que parecía perdido incluso antes de salir. Luego se giró hacia Alexandre de nuevo-: tenemos que hablar con los demás, hay que pensar un plan ya.

El mutante volvió a cruzar sus poderosos brazos, esa postura que le caracterizaba casi tanto como su altura o su expresión facial. No miraba a la criatura que había capturado, de hecho tampoco la había mirado mientras la llevaba en sus hombros hacia la sede ni cuando se había presentado ante Skyler y él en las llanuras, solo la había mirado directamente a los ojos antes antes de que su cuerpo impactara para bloquear y anular su último golpe. Impasible, Max Willer abordaba la conversación con la tranquilidad que siempre lo envolvía.

-No creo que Skyler vaya a poder decir mucha cosa -comentó tras un pensamiento-, ha tenido que hacer un movimiento para encubrirnos a ambos con su poder que lo habrá dejado un poco maltrecho. Igualmente, cualquier cosa que te fuera a decir él te la puedo decir yo por igual.

Dio un paso hacia atrás y hacia un lado cuando entró en la sala Kirsten, una mutante piroquinética que él mismo había entrenado hacía un año cuando había pasado a formar parte de Ragnarök como nuevo miembro. Aunque no lo pareciera a primera vista, había mejorado un poco desde entonces.
Hizo un gesto a una mutante que se encontraba cerca de la entrada de la habitación para que cerrara las puertas, que habían quedado abiertas, y no dijo nada más; la pregunta había sido dirigida a Alexandre y no a él.