Al final se acaba todo... (LIBRE)

No sabía ni siquiera de que modo había acabado en aquel lugar. Hacia mal día, el aire era frío y me sentía como cuando me encontraron en el bosque. La verdad es que aquella vez había llegado a un punto en que de haber muerto ni siquiera lo hubiese sentido...pero decidí seguir vivo, se lo debía a mi padre ya que él a estas alturas me debe dar por muerto.
Seguí caminando sin rumbo y sin sentido. Sabía que tenía que encontrar a Lilith, pero hoy no era ese día, mañana empezaría a buscarla, al fin y al cabo no debe ser tan difícil de encontrar. Ella es una de los mutantes, es la líder de ellos así que no vive precisamente en la clandestinidad.
Inmerso en mis pensamientos que como siempre me embargaban y ausentaban de todo lo demás, llegué casi sin darme cuenta y como si de un autómata se tratara, a una pequeña cala. La cala parecía que no se terminaba si miraba el agua. El mar transmitía bastante paz, cosa que llevaba mucho tiempo sin mirar. Las ciudades están abarrotadas de humanos y de mutantes. Los mutantes me odian por lo que soy capaz de hacerle a sus poderes así que solo los humanos me entienden. Si elimino a Lilith que es la cabecilla del movimiento mutante, yo y el resto de los humanos podremos vivir tranquilos en la Tierra.
Caminé hacia la orilla y me dejé caer en la arena. Noté como me rugían las tripas. ¿Cuánto llevaba sin comer? No me acordaba de qué había sido lo último que había comido, pero la verdad es que a estas horas cualquier cosa hubiese sido una buena opción que llevarse a la boca. Estaba muerto de hambre, y por allí no parecia haber nadie para pedirle o a quien robarle comida. Rodé los ojos. Sería penoso que después de todo se me olvidara que pese a mutante también necesitaba comer.
Me tumbé y sentí la helada arena de playa en mi nuca. Refrescaba mis ideas pero no ayudaba a entrar en calor precisamente. Odiaba el frío que hacia en aquel lugar. En las naves siempre estábamos a una temperatura cálida y agradable, no entendía por qué alguien desearía bajar aquí, aunque claro, los paisajes era mucho más hermosos.
Suspiré. En aquel momento cualquier persona que hubiese aparecido hubiese sido un suspiro de aire fresco. Nadie se aventuraba sin comida, excepto yo. Lo cierto es que al principio si llevaba, pero se consumió toda...siempre parece demasiado cuando la cargas pero acaba siendo demasiado poco cuando poco a poco ves que se consume y no puedes comprar más.
Abrí los ojos lentamente y pude fijarme en una silueta lejana. No podía distinguirla, pero parecía una persona...¿mutante? ¿humano? ¿hombre? ¿mujer? No tenía ni idea, pero fuera lo que fuera era mi oportunidad de salvarme y reponerme de aquel penoso estado en el que me encontraba.

La persona se fue acercando hasta que mis ojos pudieron ver quien era. La había visto en La Organización, pero nunca me había parado a pensar si pertenecía a ella o si igual que yo, ella había sido un mutante al que habían recogido en un acto de bondad. Lo cierto es que por muy bien o mal que me pareciera, La Organización era lo único que me quedaba en aquel lugar...lo único que me parecia correcto.
Vi como la chica se acercaba al agua y sonreí levemente. Cuando se separó pensé en lo fría que debía de estar ese líquido cristalino, que ahora se había tornado una trampa mortal. si tocabas ese agua seguramente podrias morir de frío...Dicen que ahogarse en agua helada es una de las peores sensaciones de este mundo. El agua se convierte en pequeños cuchillos afilados como agujas que poco a poco se van clavando en cada uno de tus músculos, de tus células y que congela tu respiración. Poco a poco todo se va al garete y acabas muriéndote. ¿Cuántas veces había estado al borde de la muerte? Lo cierto es que si por mi padre fuera yo no estaría aqui sentado, simplemente ya estaría bajo tierra, siendo un problema menos.
Escuché la voz dulce y cálida de la chica de mi lado. Giré el rostro y clavé mis ojos en los de ella. Eran de color chocolate y bajo estos, tenia unas pequeñas y graciosas pecas que bañaban sus mejillas. Era guapa, almenos a mi me lo parecía. No estaba muy acostumbrado a estar con gente, así que no podía dar mi opinión, la gente normalmente quería siempre algo de mi.

- Hola Edin.-dije recordando su nombre.

Había hablado pocas veces con ella, pero recordaba su nombre. La conocía y mi memoria siempre había sido prodigiosa, no olvidaba nada, ni rostros ni nombres ni mucho menos personas.

- Estoy...muerto de hambre.-dije sincero.

No sabía si había hecho bien, pero si aquella chica pertenecía a lo mismo que yo, no era ni mucho menos peligrosa. Me preguntaba que rondaba por su cabeza ahora mismo. No quería hacerme daño ya que, ¿qué sentido tiene preguntarle a alguien cómo está si piensas matarle? Si le matas acabas todo mucho más rápido y sin tanta tontería...Matar no es agradable, yo nunca me había atrevido con mi padre...pero algun día lo había prometido. Aquel hombre algún día sabría que sigo vivo y se arrepentiría en el mismo instante de haberme tratado como una basura, como algo de lo que te puedes librar sin necesidad de mirarlo ni una vez más.

- ¿Tú? -pregunté amable.

FDR: Asimilaré que el "Edin" ha sido un error de escritura y que el personaje no lo ha dicho mal a posta xD.

Asentí sorprendida pues no me imaginaba que se acordase de mi nombre. En total… ¿Cuántas veces nos habíamos visto? Solo en las reuniones de La Organización. Tampoco habíamos hablado de forma seguida… quizás una vez en aquellos dos años… no lo sabía muy bien, pero si de algo estaba segura era de que no éramos lo que se dice muy conocidos. De él sabía lo que Dylan me había contado: Se había unido a La Organización un poco antes que yo y siempre había sido muy servicial. La verdad es que cuando me reunía con los que suponía que eran mis amigos, no solíamos cotillear sobre otras personas.

Me quedé mirando a mi acompañante directamente a los ojos durante un momento. Sus ojos eran claros, azules claros… Muy bonitos. Tenía la nariz ligeramente afilada y los labios carnosos. El pelo le caía sobre uno de los ojos… Tuve que retenerme mentalmente para no aproximar mi mano a su cabello y apartárselo. No, no se vería bien. No nos conocíamos casi, no podía tomarme aquellas libertades.

-Ay… yo tengo comida –Me quité la mochila y saqué de ella unas cuantas cosas. –Coge todo lo que quieras –Le sonreí con amabilidad y dulzura mientras fijaba la vista en los alimentos. Había un par de tortas rellenas de chocolate, bocadillos de jamón york, zumos, paté y tostadas. La verdad es que aquella vez había salido bastante preparada de las naves… por si no volvía. ¡Ag! ¡Odiaba aquel lío que tenía en la cabeza! No entendía nada, me sentía como si acabase de volver a perder la memoria. Si los de las naves sabían lo que era… ¿Por qué me habrían acogido entre ellos? No, no tenía ninguna lógica y menos si promovían el matar a todo mutante que se les acercase… Me mordí el labio, indecisa, justo cuando noté que Ian volvía a hablarme. Levanté la mirada hacia él.

-Pues… yo estoy bien, no sé… algo confundida pero bien –Eché la cabeza hacia un lado y le sonreí de nuevo, a la espera de que comenzase a comer o hiciese algo.

-Oye Ian… ¿Desde cuándo formas parte de La Organización? –Supongo que si sabía algo de él podría darme cuenta de si los humanos me habían engañado o no. A lo mejor se había unido hacía demasiado poco, era un mutante mentalista y se estaba descojonando en toda mi cara de todos aquellos líos mentales que me montaba. No, no me lo imaginaba riéndose de nadie… parecía demasiado buena persona.... Claro, que las apariencias SIEMPRE engañan.