Tú, yo y un descampado entre los dos [Neysa]

por **Luca Viatella** Mar Dic 21, 2010 9:01 am

Un sombrero inclinado, una abierta gabardina y un par de guantes sobresaliendo de unos bolsillos. El amortiguado sonido de mis zapatos contra el suelo de hierba seca delataba solo para los más atentos mi presencia llegando al descampado cercano a la ciudad mutante. Era por la mañana, apenas el sol acababa de asomarse casi al completo por el horizonte y el reloj de mi habitación compartida en las naves había marcado, antes de que me fuera, las ocho en punto pues justo estábamos entrando en la estación de frío y por lo tanto amanecía más tarde. Golpeé una piedra en mi paseo de llegada hacia el descampado, el tiempo y el clima eran algo que me molestaba mucho del nuevo mundo ya que estos se habían vuelto completamente locos y ahora solo había dos estaciones: una fría y una seca, ya no podíamos hablar de invierno, primavera, verano y otoño. Con lo agradables que eran la primavera y el verano...

Dejé escapar de mis labios sellados un suspiro silencioso, para mí mismo, y seguí caminando con la tranquilidad de aquel que simplemente da un solitario paseo, algo que no solía hacer a menudo pero que, no sabía por qué, me apeteció bastante aquel día. Tal vez tuviera ganas de pasar un momento simplemente conmigo mismo y alejado de la ciudad casi terminada de construir o de las naves que solían estresarme con todo el movimiento de mis compañeros de la Organización. O tal vez tuviera cierta curiosidad por observar los terrenos que se hallaban alrededor de la pequeña comunidad humana recientemente humana. Fuera por lo que fuese, el hecho era que me encontraba ahí casi en medio de la nada y solo rodeado por la hierba seca que tenía una fina capa de escarcha cubriéndola, no me iría a resultar muy extraño que en algún momento empezase a nevar, con la única misión de dejar que el tiempo se escapara lentamente y de caminar hasta que resultara cansado de ello.

por **Neysa** Mar Dic 21, 2010 2:55 pm

Me encontraba tendida sobre la fina escarcha matutina, usando de almohada mis pertenencias, dejando que mis cabellos cayeran a los lados entremezclándose con el brillo depositado por el hielo, dejando que el frío me abrazara sin que por ello supusiera problema ninguno. Observando el cielo entretenida, mientras mi lengua jugaba a deslizarse sobre mis labios probando, nuevamente, el dulce sabor de aquel protector labial que había conseguido a cambio de un par de cigarrillos. Algo que mas que proteger o ensalzar la natural curvatura de los mismos, se estaba convirtiendo en mi "manía favorita", sin que el que por ella pudiera terminarme el pequeño botecito, me importara lo mas mínimo. Simplemente, complaciendo a mis sentidos por el mero gusto de... complacerlos.

La soledad era mi única compañera desde hacía días y noches, así lo había decidido tras despedirme del pequeño grupo del que formé parte por algunas semanas y es que no tenía ganas de que me tomaran por una de ellos. No me apetecía tener que volver a pasar por lo de siempre y sus jovenes cachorros comenzaban a tomarse demasiadas confianzas, mas de las que deseaba, acelerando este hecho mi desaparición repentina. Antes de que sus afectos lograran influenciar sobre los míos.

Era mejor así y no, no me gustaba ponerme a prueba en ese respecto.

El sonido de unos pasos logró alertarme haciendo que mi mirada descendiera a lo mundano, girando mi cuerpo hasta que mis ojos se encontraron con la figura del extraño, musitando para mis adentros alguna que otra palabra. Si, las mismas que cualquiera hubiera musitado...

Lejos de levantarme o tratar de ejercer movimiento alguno en pos de una huída o sucedáneo, me limité a rodar hacia uno de los lados, incorporándome medianamente, quedando sentada sobre mis piernas, mientras una de mis manos asía mi mochila colocándola a mi espalda, sin perder de vista al hombre. Limitándome a sonreir en silencio mientras una de mis manos posaba su palma como apoyo sobre la fría superficie que me sustentaba. Amparado mi cuerpo por la bonita levita de cuero abierta, dejando ver bajo ella unos vaqueros desgastados y ceñidos, junto a una fino jersey de lana marrón de escote abierto, a juego con las botas de un mismo color. Algo sencillo y funcional, nada del otro mundo; el resto... lo hacía la percha.

por **Luca Viatella** Sáb Ene 08, 2011 11:44 am

Mis zapatos se medio hundieron en la finísima capa de nieve esponjosa que cubría la hierba muerta y que ahora amortiguaba el sonido que pudiera llegar a hacer con cada paso, pero a la vez dejando en ella una huella que perduraría hasta que el calor provocara su completo deshielo, aunque las temperaturas estaban más cerca de descender que de ascender en aquellos tiempos. No me importó mucho el rastro que pudiera dejar, en días como aquel toda la zona debería estar llena de pisadas y marcas por lo que un par más no se notarían apenas; además, el descampado situado detrás de la ciudad que llevábamos ya dos años construyendo no solía ser un lugar con mucha afluencia de visitas o encuentros.

Definitivamente el momento y lugar ideal para pensar a solas conmigo mismo, meditar ciertos temas que ya no podía dejar a un lado y, como nunca habría quedado dicho de forma más adecuada, poner las cartas sobre la mesa. El tema de Enid no paraba de dar vueltas por mi mente una vez y otra, una vez y otra. No era que estuviera empezando a sentir algún tipo de molestia por todo aquello relacionado con la joven mutante de apenas diecisiete años, pues sabía que era la mejor opción para todos, si no que había notado que ya no se la veía tan convencida como antes estaba. Ya no tenía una fe ciega en su condición de humana sino que podía ver en su rostro, y sabía de leer expresiones al dedicarme tanto como hacía a los juegos de cartas, que las dudas le invadían por completo. Y ahí donde había dudas se creaba una mínima posibilidad de que todo nuestro plan se fuera al garete, en solo tres segundos todo podría desmoronarse. No me gustaba, no. Y por si aquello no fuera poco y suficiente, luego estaba lo de Reneé. La francesa últimamente evadía bastante a todo el mundo y en especial a mí, lo cual, modestia aparte, no tenía sentido alguno sinceramente; además, una de sus amigas me había contado la tarde anterior que algunas veces salía de la ciudad o de las naves sola, según ella a dar un paseo por los alrededores. Pero, si una cosa sabíamos bastante bien todos los que la conocíamos bastante, a Reneé no le gustaba especialmente aquel nuevo mundo. No podía solo ser una paranoia mía, algo debía estar pasando.

Divagando como estaba en mis propios problemas, dejando casi que mis zapatos se arrastraran por la fría nieve sin importarme que luego mis zapatos se mojaran, no me di cuenta obviamente de un pequeño detalle que debía haber notado nada más llegar a aquel abandonado descampado: no estaba precisamente solo. No capté su voz, lo que fuera que dijese fue de un modo tan bajo que mis oídos no lo oyeron al estar distraídos, pero, cuando se medio incorporó sobre el suelo, di con una desconocida rubia de hermosas facciones. Mis labios se curvaron en una sonrisa al instante, no podía evitarlo simplemente, y me incliné hacia ella con galantería extendiendo un brazo por si quería terminar de ponerse en pie. A fin de cuentas, yo era muchas cosas y entre ellas un caballero.

-Buenos días -rompí el silencio manteniendo aún aquella sonrisa embaucadora, el sombrero que se inclinaba sobre mi rostro ensombreciendo suavemente mis facciones pero dejando escapar el brillo de mis estrechos ojos pardos.

por **Neysa** Vie Ene 14, 2011 1:30 am

Tomé su mano como acto reflejo mas que por verdadera necesidad, incorporándome y observando su rostro con curiosidad, recayendo en la sonrisa que entregaba con galantería, invitándole a recibir una par, deshaciendo el agarre suave que aún tenía entorno a su mano, desviando mi mirada hacia el cielo antes de responder.

-Buenos... como frase hecha es exquisita, aunque el cielo... Depositando nuevamente mis ojos azulinos sobre los suyos, dedicándole un guiño coqueto. Digan lo contrario.-

Adoraba los días como este, aunque para la mayoría eran malos para mi eran todo lo contrario, me reconfortaba sentir la lluvia cayendo sobre mi piel, y sobre todo lo que nos rodeaba, recordándonos lo pequeños que éramos ya que pese a los cambios, aún mos manteníamos a merced de los deseos del tiempo y la natura. Algo que por lo pronto, no parecía querer cambiar.

-Neysa.-

Pronuncié depositando nuevamente mi atención sobre el hombre, dedicándole una sonrisa misteriosa, anteponiéndome a las preguntas de rigor que tanto podían llegar a eternizarse.

-Ahora es cuando tú me dices tu nombre.-

por **Luca Viatella** Lun Ene 31, 2011 10:46 am

La ayudé a incorporarse fácilmente aún y no parecer precisamente una de aquellas chicas que no pudiera hacer aquel tipo de cosas por sí sola, de hecho más bien parecía gustar de dejar claro que sabía valerse por sí misma. Luego solté una carcajada cuando oí su respuesta en referencia al cielo y a que mi comentario sonaba más como una frase hecha que como la verdad. Cierto era que el firmamento se encontraba plenamente nublado y con un oscuro tono gris que no parecía ser el ejemplo claro de lo que se consideraría un "buen día".

-Bueno todo depende de lo mucho que te agraden los días nublados -consentí encogiéndome de hombros-. A mí se me hacen bastante agradables la verdad, y de hecho parece que en cualquier momento echará a llover o a nevar, con el frío que hace. ¿Te gusta la nieve?

La miré por segunda vez entrecerrando los ojos, juzgando que parecía justamente guardar una opinión parecía a la mías, es decir que le gustasen especialmente los días como aquel, fríos y húmedos. Y aquello era algo que sin duda alguna, de nuevo, distaba mucho con respecto a la opinión de la mayoría de chicas que había conocido; no tuve que darle muchas vueltas para darme cuenta de que me encontraba ante una mujer diferente al resto, algo que me agradaba para qué negarlo.

-Encantado, Neysa, posees un nombre hermoso que nunca antes había oído -dije yo a mi turno inclinándome para tomar una de sus manos con cuidado y acercando mis labios a ella, como siempre solía hacer. A continuación me alcé de nuevo y me presenté-. Este es mi turno, pues, mi nombre es Luca.

por **Neysa** Vie Mar 25, 2011 8:55 am

Estudié sus movimientos, y gestos, sus silencios y respuestas, dedicándole a cambio tan sólo una sonrisa misteriosa junto a la posibilidad de sostener mi mano entre las suyas, recibiendo sobre el dorso de una, sus labios.
Un caballero de la vieja escuela, un joven exquisitamente adulador.

-Tampoco había escuchado nombre semejante al tuyo...

Respondí recuperando mi mano de entre las suyas, depositándola en mi cadera, sin desviar mi profunda mirada de la suya, rodando los ojos divertida, antes de retomar los uyos, avanzando apenas un paso, acortando nuestras distancias sin que estas se tornasen ínfimas, manteniéndolas, pese a todo.

-Me encanta.
Soy una mujer dada al frío, confieso que no me atrae lo mas mínimo, el calor.

Volví atrás en mis pasos, rodeándolo de seguido hasta quedar a su espalda, aprovechando mi posición para escrutarlo en busca de algo que pudiera interesarme o...

-Cuando menos lo esperes nevará y todo, se volverá blanco.

Sólo tenía que desearlo, puede que... mas tarde.

por **Luca Viatella** Jue Mayo 19, 2011 3:15 am

Le devolví una sonrisa que salía de mí con facilidad, aunque claro con una belleza tal ante mí sonreiría siempre sin problema alguno y fuera la situación que fuese. Debía confesar que la discusión sobre la rareza de nuestros nombres resultaba profunda y, sobre todo, especialmente inteligente.

-Bueno, imagino que todo dependerá del origen de cada nombre -respondí finalmente sin que se me deshiciera mi media sonrisa.

Ahora que ella, Neysa, se había puesto en pie y con ello podía observarla mucho mejor que la primera vez. No necesité ocultar esa mirada con la que concluí que, definitivamente, era una mujer muy hermosa y con un buen cuerpo. Sí, señor.

-De donde yo vengo -continué nuestra charla con soltura- este clima no es habitual, en el sur de hecho no nieva muy a menudo que digamos. Igualmente, no me importaría que nevase -Le guiñé un ojo. Claro que yo para ese entonces no sabía lo que aquella mujer era capaz de hacer.

Le hice un gesto elegante con la mano como indicándole "¿quieres dar un paseo por aquí?" y esperé a su respuesta antes de comenzar a caminar. No quiero parecer un egocéntrico pero yo ya daba por sentada su inmediata afirmación, a fin de cuentas estábamos manteniendo una amena conversación y aquello solo significaba continuarla andando. Me gustaba.

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