Un pequeño aperitivo.[Libre]

por **Valerie** Jue Jul 14, 2011 1:59 am

Empezaba el día temprano como era propio de Valerie, a eso de las siete de la mañana se despertaba, al menos si conseguía dormir.
Ponía algo de música clásica, la poca música que se salvó de la época previa a la "finalización" del mundo tal y como lo conocíamos.
Con gracia y elegancia dejaba descender su pijama azul marino mientras sus manos ágiles jugaban a enrollar un mechón de su pelo y dejarlo caer con suavidad sobre su espalda, yendo a dar con el resto de su densa melena bicolor.
De su mesa cogió la ropa doblada que ella solía utilizar, siempre los mismos tipos de ropa oscura y ceñida, ropa de guerra, un uniforme. Una vez vestida, partió al comedor.

Por el camino podía observar incluso niños jugando entre algunos de los soldados, para Valerie aquello no era una infancia, ellos sin embargo conocedores únicamente de eso, jugaban e incluso gritaban extasiados por sus compañeros al ser tan buenos jugadores. Valerie se llevó una mano a la cabeza y carraspeó aburrida de aquella vista.

-Dime que yo no era así...

Minutos más tarde con sus rápidos andares llegó a este último, observando todo su interior sin muchas ganas. Alzó su rostro a la tenue luz del techo del comedor mientras dejaba ver su semblante serio, inició el paso de nuevo, esta vez a una velocidad más normal, llegando a aquella barra más parecida a un buffet libre, se sirvió un café negro y espeso, sin azúcar. Y uno de los dulces que allí había, cogió uno cualquiera sin prestar atención y se fue a una mesa bajo la ventana, las vistas no eran muy buena, pero tenía vistas al fin y al cabo.

-Parece que hoy no va a ser un buen día.

Comentó esta mientras revolvió su café, únicamente por costumbre, pese a no llevar azúcar. Volvió la vista al cristal y gracias a éste podía observar los reflejos y con ellos las gentes que se adentraban en el comedor, sobre todo trabajadores madrugadores, algunos de ellos la saludaban y ella apenas inclinaba la cabeza a modo de saludo, cosa a lo que éstos estaban acostumbrados.

Sin más husmeó el dulce. "Chocolate" ¿Por qué no?. Pensó Valerie mientras desnudaba al pobre dulce antes de que su mandibula lo mutilase con sinuoso placer, para volver a dejarlo sobre su envoltorio y tomar un sorbo del cálido y espeso café, sintiendo como ardía por su garganta, de una forma que te hacía sentir bien, caldeando el cuerpo y venciendo al frío helador de la mañana.