Dando un paseo (Diane + Libre - Roger)

Encontré en la playa a Enid y me deslicé sigilosamente por detrás.
La cogí por la cintura a lo Titanic y le susurré:
- ¿Qué? ¿Robando mis lugares de soledad?
Estaba algo deprimida, pero esperaba que no se me notara.

Seguimos así, y yo apoyé la cabeza en su hombro, enterrándola allí.
- Me duele la cabeza... Y es que he estado pensando en lo que pasó con Kei. Roger ha sido muy pasado.- la estreché con más fuerza- Te lo contaré, en serio... pero...
Quería volver a ser la misma Diane de siempre, al juguetona, la amante de la ironía. Pero nada, que el pasado volví, como siempre. Tebía que volver Roger, para recordarme a Kei.
- Me alegro de que estés aquí...- susurré.
Aquella no era yo.

Alcé la cabeza mirando al frente.
- ¿Qué pasa?
Había detectado el tono de su voz pese a que estaba más que agradecida por lo que había dicho. Sin embargo, se lo tenía que contar. No era muy importante, pero a mí me seguía doliendo.

Le soplé en la oreja y me aparté, esperando que se picara.
- Eres útil, te lo digo en serio. Seguro que nadie es tan buena en la cama como tú- reí.
Pero la vi con mala cara, asi que le di un apretón de manos de esos que te hacen sentir un poquito más querida.
- Anda anda, pinta una sonrisa de melocotón en tus labios para mí, Enid (muy ClavedeFa~, lo se)

Reí, digiriendo otra vez el nombre de Kei. La verdad, ya no dolía tanto.
- Eso eso, tu quiereme- la achuché fuerte. Las dos estabamos sensibles aquella mañana- Y no soy gigante, es que tú no creces, so tonta- le dije con cariño.
La solté y sonreí y luego volví la vista al agua.
- Uis... ¿Y si nos damos un bañito?

Carraspeé, pensando en cuanto.. ejem... había cambiado.
Me quitó yo también la camiseta y los pantalones y me zambullí con ella.
- Pues si que está calentita- dije.
Me sumergí un par de veces y cuando saqué la cabeza, miré a Enid, tan guapa como siempre.
Volví a bucear y la cogí de un pie, arrastrandola hasta el fondo.
Salí riendo.

Reí a carcajada limpia. Y la verdad es que no podía parar.
- ¡Que pintas!
Me acerqué a ella, pero una ola gigantesca me engulló y acabé en la orilla tosiendo y desorientada.
- ¿Mami?- dije sin poder ver, ya que me picaban los ojos de la sal.

- Enid... Que me muero... No lo soporto... El agua... Mi pulmones enchancados- abrí los ojos llorosos por la sal y la miré- Dile a Silver que es un gilip*llas..
Cerré los ojos y dejé el cuerpo relajado.
Abrí un ojo y comencé a reir.
- ¡Bú!

Reí.
- ¡No me oblogues hacerte el boca boca!
Me senté junto a ella.
- Pero vamos, Enid, ¿cómo me voy a morir? Todavía tengo que hacer muuuchas cosas contigo- dije.
Me tumbé en la aire y miré las nubes blancas y esponsojas que pasan por ahí.
- ¿Quién te gusta?

Le clavé la mirada y fui a buscar mi ropa en silencio.
- No, nada de eso.
Me puse la camiseta de tirantes rojas y los pantalones negros y me despedí con un gesto de Enid.
- Adiós, preciosa.
Salí de allí.