Trama Misterio gélido {Perdidos - Encuentro - Resolución}

Por fin había terminado. Solté un breve suspiro, más bien un bufido, de alivio. Mi ataque y defensa habían salido como deberían, incluso aunque habían sido actos impulsivos y no planeados cuidadosamente con esmero, lo cual era mi especialidad, y no podía pedir nada más a cambio.
Levanté mi vista del cadáver del ser no identificado para posarla sobre Lestrange, que sujetaba a Noir contra su cuerpo, dándole calor. El hombro y costado de la chica presentaban un aspecto algo maltrecho, cruzados por cuatro marcas ensangrentadas correspondientes a los cortes producidos por las garras de la bestia, que la había alcanzado. La chica estaba al límite de la consciencia, probablemente a causa del shock y la pérdida de sangre, que era considerable.
Dirigí una segunda mirada rápida al ser que yacía inmóvil en el suelo, y asentí.

-No hay de qué preocuparse, está muerto, Tony. Dudo que alguien esté dormido después de recibir un balazo en el neo-córtex. -dije con voz calmada, fría y algo sarcástica, como siempre, cuando un dolor atravesó mi costado. Ahora que mis niveles de adrenalina empezaban a normalizarse, un agudo dolor punzaba en el lado de mi tórax, dificultándome la respiración. Mierda.
No soy médico, y la biología y anatomía nunca han sido mi fuerte, pero en ese momento, con toda mi sangre fría habitual, supuse que me había roto una costilla al golpearme con fuerza contra el hielo.
Caminé, con algo de cojera para evitar las punzadas en el costado, hasta donde estaban mis compañeros, y me arrodillé al lado de ellos, respirando rápida y superficialmente.
-¿Estamos todos bien? -examiné por encima a Nina. Las heridas eran algo profundas, y perdía sangre, pero tampoco a un ritmo alarmante. Me quité la mochila de la espalda y saqué el kit de primeros auxilios que me había traído, de donde saqué un rollo de vendas muy práctico en esos momentos. Apreté con fuerza esas vendas contra la herida de Nina para detener la hemorragia, pero el dolor del costado volvió a aparecer, así que llamé a Tony para que lo hiciera él.
-Gracias. -mascullé de mala gana. No me gustaba que alguien tuviera que hacer algo por mí.
Volví a centrar mi vista en el ser muerto, y me puse bien las gafas. Debía contactar con los otros miembros de la expedición. Estaba claro que, estando como estábamos los miembros de mi subgrupo, no seríamos capaces de llevarnos el pesado cuerpo del monstruo al laboratorio. Y NO, NO pensaba dejar ese fascinante sujeto de investigación abandonado en esa llanura, donde quién sabía si sus compañeros de especie se dedicarían a desvalijar el cadáver y a devorarlo.
Y es que sabía que esos seres debían alimentarse. Y también dudaba que hubiera mucha comida en esa zona yerma y helada.

Saqué el walkie-talkie que llevaba en la mochila, me mordí el guante de la mano derecha para sacármelo, y aún con el guante en la boca, me dediqué a tratar de sintonizar la frecuencia de Luca y Dylan, con gesto de concentración, y con sudor haciendo que resbalaran mis gafas por el puente de mi nariz, a pesar del frío del ambiente.
Aguardé hasta que oí una voz conocida al otro lado de la línea, y escupí mi guante al
suelo liso y blanco bajo mí. Traté de moderar mi respiración para que el dolor acuciante en mi tórax no me desconcentrara.
-Ya era hora. -mascullé, de mal humor, cuando por fin escuché que la conexión se había establecido. -Escuchadme, gente. He abatido a un ser de aspecto... dejémoslo en peculiar. El caso es que deberíamos ir marchando todos hasta nuestro punto de reunión. Volvemos a casa, aunque... -me tragué mi orgullo una vez más, y expulsé aire en su lugar.
-¿Seríais capaces de llegar a mi posición? Hemos sufrido un pequeño... percance. Cambio y corto.

Una vez terminada la conversación, dejé caer a mi lado la mano que sujetaba el walkie-talkie, y noté el frío helado de la nieve en contacto con mi piel, fina y sensible. Pero no me resultó desagradable. Más bien, fue un estímulo que me devolvió a la realidad.
Estábamos ahí.
Volví a centrar mi atención en mis acompañantes.
-Ahora vendrán a por nosotros, tranquilo. Podría decirse que la misión de reconocimiento no ha ido mal. -anuncié a Lestrange con sonrisa fría, torcida, y hueca. Sí, yo tenía mi peculiar sentido del humor que pocos entendían.

El miembro 'Luca Viatella' ha efectuado la acción siguiente: Lanzamiento de dados

#1 'Defensa' :


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#2 'Ataque' :

Max se alzó con cuidado, teniendo cura de las púas que se habían quedado clavadas en su cuerpo a causa de su frontal encuentro con la criatura. La mayoría estaban clavadas en su torso, pecho y brazos; dolían bastante pero solamente esperaba y deseaba el mutante que no fueran venenosas mientras iba quitándoselas una tras otra. Cuando se hubo deshecho de las más grandes, visibles y molestas, con un suspiro, se acercó al cuerpo de la criatura a la que habían abatido.
Se quitó el grueso anorak que le habían otorgado en la sede para la misión, una pieza de vestir bastante especial y poco común tras el apocalipsis, y con ella envolvió el cuerpo del ser para luego alzarlo con sus brazos sin apenas esfuerzo. Ciertos pesos hacía tiempo que ya casi no sentía, para él cargar aquel cuerpo era casi como llevar una caja pequeña o un maletín. Enrolló bien a la criatura y la cargó sobre su hombro derecho, sin temblar aun y haber quedado parcialmente desprovisto de su protección contra el frío pues el dolor de las pequeñas heridas ardía y compensaba la brisa helada de las llanuras.

-Vamos a llevar un regalo a nuestros compañeros, ¿no te parece bien? -le dijo a Skyler, a veces, algunas muy pocas e inusuales, incluso Max Willer era capaz de hacer bromas-. Tal vez así nos crean cuando les expliquemos lo que nos hemos encontrado.

Le hizo un gesto y se dio la vuelta para iniciar la marcha, hacía rato que habían salido para aquella misión y se imaginaba que hacía igual rato que sus compañeros en los otros grupos habían regresado a la sede. Su mente buscó contactar con alguno de los permanentes metalistas vigilantes de Ragnarök para avisar de su posición, inminente retorno y pequeño regalo. Antes de empezar a caminar para su vuelta, Max desvió una ligera mirada hacia los dos humanos que había en aquel grupo, aquellos dos a los que no había podido decir nada a causa de la llegada de la criatura amorfa; con esa mirada de acero les decía claramente: por esta os salváis, ratas.


FDR: Dejaremos el tema abierto un par de días más.

Finalmente, llegaron los refuerzos que Reneé me había mandado tras mi llamada a la central. Sonreí levemente mientras me sujetaba un poco el costado, me dolía mi posiblemente costilla rota, pero estaba satisfecho. Mis hombres llevaban un camión con cámara frigorífica, perfecto para transportar el cuerpo del organismo que había abatido.
Reneé era confiable y eficiente, y el hecho de tener a buen personal bajo mi mando me gustaba.

Se acercó a mí un hombre fornido y muy equipado al cual reconocí. Me saludó con respeto, evidentemente, soy el superior, y pasó uno de sus brazos enormes y hipermusculados por debajo de mi axila para ayudarme a levantarme mientras me preguntaba cómo me encontraba. Lo tranquilicé con un gesto y dejé que me acompañara al camión, donde me recosté contra el cálido asiento.
-Yo estoy bien, sólo un poco magullado. -señalé a Lestrange y Noir con la cabeza. -Creo que ellos están peor. Súbelos y llevadnos a todos a la Sede.
Me rasqué la perilla con algo de parsimonia.
-Una vez ahí, esperaremos a que vuelvan Dylan y Luca.

El soldado asintió diligente, y los otros hombres que le acompañaban fueron a ayudar a Tony y Nina. Otro se acercó de nuevo a mí y me miró, titubeando. Le miré algo mosqueado.
-¿...Y bien? -pregunté con algo de retintín.
-Pues... -señaló con un gesto del hombro la mole de cuerpo del mutante muerto. -¿Era eso el ser al que se refería, doctor?
Noté que no le hacía mucha gracia cogerlo, pero la frialdad de mi mirada debió de gustarle menos, así que sin esperar respuesta hablada por mi parte, el soldado se dirigió hacia el cuerpo, y con la ayuda de otros dos (y a duras penas) subieron el cadáver al camión frigorífico.
Luego, los tres soldados que habían venido en nuestra búsqueda se subieron al camión, y nos fuimos de las Llanuras, mientras yo sonreía ligeramente, satisfecho.

No, definitivamente, no había sido una mala expedición, al menos no por mi parte. Luego vería como les había ido a Dylan, Luca, y los demás.